Dossier sur Luis Sepúlveda
Entrevista
La entrevista video
Realizada durante los AIR (Assises Internationales du Roman), Lyon, juin 2012.
https://video.ens-lyon.fr/eduscol-cdl/2012/2012-06-01_ESP_Sepulveda.mp4
A pesar de la mala calidad de la grabación, hemos optado por difundirla, ya que nos pareció bastante interesante « ver » los gestos y « oír » las voces. Abajo, pueden leer la transcripción de la entrevista.
La entrevista - Transcripción
Usted ha viajado y conocido muchos pueblos y paisajes. De alguna manera creo que su primera novela, El viejo que leía novelas de amor, ha sido muy leída porque funciona como un mecanismo de evasión. Usted nos cuenta una historia de indios Shuar y de la Amazonia, un grupo y un sitio hasta hoy considerados míticos por mucha gente. ¿Cree que el éxito de la novela está en este exotismo?
Sepúlveda : No, de ninguna manera. Creo que el éxito de la novela se debe, uno: es una muy buena novela, lo digo típicamente como lector. Tardé mucho tiempo en escribirla y cuando terminé sabía que era una muy buena novela. Luego, esto de los lectores que solo van por el paisaje son los lectores muy minoritarios. Hay lectores inteligentes, realmente. Cinco por ciento de la humanidad que lee son muy muy inteligentes porque tienen una gran curiosidad por leer.
En los sitios que están de alguna manera alejados de la globalización, como la Patagonia, que habéis visitado, o la Amazonia, donde Sepúlveda ha vivido, nos hacen pensar en la tradición. Asociamos estos sitios a algo mágico, donde todavía viven leyendas y se cuentan historias por la noche. Mordzinski declaró que en estos lugares las relaciones humanas son muy ricas y que las historias se os pegaban a la piel. Me gustaría saber ¿cómo ha sido el contacto con estas poblaciones, qué tipo de historias son las que habéis escuchado? Y a Sepúlveda me gustaría preguntarle, ¿es posible hacer una asociación entre la tradición de la narrativa oral de los Shuar y de los pueblos que ha visto en Patagonia?
Sepúlveda: Es difícil decidir por una historia en especial. Algo muy particular, había un leso común que toda la gente que encontrábamos en nuestros viajes nos hablaban de las cosas que estaban cambiando, que estaban ocurriendo, de la vida en la Patagonia. La historia más conmovedora en sí misma es el conjunto, porque es la gente, que tiene un amor por las cosas que hacen, un orgullo por llevar una vida dura, pero que siguen adelante. Yo no sé si podría elegir una historia.
¿En este libro me imagino que habéis seleccionado, o son todas las historias que contáis?
Mordinsky : Es un poco como preguntarle cuál es tu libro preferido. Es como la música, hay una hora para escuchar chacha y otra para escuchar Mozart. En este viaje escuchamos todas las músicas del mundo, pero todas esas músicas tienen a ver con los hombres y mujeres que viven en la Patagonia. Si yo tuviese que rescatar ahora que estoy reviviendo la felicidad que sentí cuando hice este viaje, una historia es nuestra propia historia, de dos amigos que deciden partir con un billete de ida para escuchar e ir al encuentro de estas maravillosas gentes que habitan al sur del mundo. Luego la de un amigo que con tanta curiosidad me permite volver a mi propio país a conocer una región del mundo que yo no conocía, porque me fui muy joven de Argentina y no había tenido la oportunidad de conocer mi país.
¿A dónde fuiste a vivir?
Mordinsky : A París.
¿Vives en Francia?
Mordinsky : Sí, pertenezco a esta generación de jóvenes latinoamericanos que huyeron a las dictaduras latinoamericanas y también a esa república invisible que la formamos un poco los argentinos, los brasileños, muchos uruguayos, y que siempre soñamos con vivir en París, de alguna manera estamos siguiendo lo que hizo Julio Cortázar, Allende, y muchos otros latinoamericanos que vinieron a vivir a París.
¿Y descubriste la fotografía en Paris?
Mordinsky : No, justamente, cuando era adolescente y también para escapar de esta dictadura había tres pasiones que luchaban en mi corazón. La fotografía, claro, pero sobretodo el cine y la literatura. Son todos los mecanismos que te permiten escapar la realidad, que era tan negra y tan oscura. Me pregunto hoy, 35 años después, si el tipo de fotografía que hago, que son sobre todo retratos de escritores, no son de alguna manera como una película o una cinta adonde el cine, la fotografía y la literatura convergen en una sola idea.
Sepúlveda : Es que es así. Yo siempre lo he visto así. Desde luego, siempre lo he visto. Daniel no lo va a decir nunca, pero él es el más prestigioso fotógrafo de escritores que existe en el mundo entre los fotógrafos contemporáneos. Ha fotografiado una cantidad enorme de escritores no solo latinoamericanos sino de todas las nacionalidades. Y cuando hablamos entre escritores sobre Daniel siempre coincidimos en algo. Primero es de los poquísimos fotógrafos con los cuales un escritor se siente cómodo porque hay en él una visión de la literatura y luego en general los fotógrafos, salvo algunos, saben que somos bastante reticentes a dejarnos fotografiar, y cuando Daniel nos fotografía, en cambio siempre descubrimos algo al ver las fotos y es que Daniel siempre nos devuelve algo que nosotros creíamos haber perdido y que está en nuestra expresión, en algún ademán, en algún gesto y esto está en su mirada de fotógrafo. Cuando alguien ve una serie de fotos de Daniel, como la ha hecho para mí, por ejemplo, estoy viendo una película en que hay un protagonista, que soy yo, y un director que está dirigiendo mis movimientos.
Mordinsky : Perdona, aceptas American Express por estas palabras?
Sepúlveda : Es que Daniel es muy generoso en enviar las fotografías. Ha hecho exposiciones en muchos lugares. Por ejemplo, estaba en Corea, fui a Seúl, esto de las cinco de la mañana, estaba esperando un traductor, él iba al hotel y yo por la calle veo y una foto mía y digo “No puede ser, ¿qué es eso? Una foto de Daniel y ¿no le pagaron los derechos, los coreanos? ” Y se repitió muchas veces, y les veía pasar, les veía pasar, e iba mirando aquellas fotos y me decía, mira, adónde te ha traído la literatura, conocer este país, que es Corea. Incluso en este viaje ocurrió algo muy bonito. Yo estaba en el hotel, a las siete de la mañana, recibo una llamada telefónica, y al otro lado alguien pregunta “¿Sepúlveda?” y yo pregunté “Sí. ¿Quien eres tú?”, me ha dicho alguna cosas, me dio unas claves para que yo le reconociera. Era Celso Amorin, ministro de Brasil en la época del presidente Lula, nos conocimos en Chile, éramos compañeros. Y me dice “El presidente Lula está indignado porque no hay una solo foto de él en las calles de Seúl y en cambio la del tal Sepúlveda está en todas las partes y el presidente Lula exige que vengas a desayunar con nosotros ahora mismo. Te mandamos un auto. Y ahí conocí a Lula y lo pasamos muy bien, gracias a las fotos de Daniel.
Y ¿él conocía algo de tu lucha política o de tu literatura?
¿Quién? ¿Lula? Sí, absolutamente. Hablamos de muchas cosas. Y Celso le contó que nos habíamos conocido en Chile en la época de la militancia.
Cuando sacas tus fotos, ¿las sacas en la casa de los escritores o cual es tu escenario? ¿Lees la obra y buscas un sitio adecuado, o el sitio no cuenta?
Mordinsky : No, el sitio cuenta mucho. Yo leo las obras para olvidarlas en los momentos en que estoy sacando mis fotos, sino sería un pleonasmo, un lugar común, un escritor con sus libros, en su biblioteca. Yo tengo una mirada muy juguetona, muy lúdica y tanto a Luis como a mí son los humores que nos ayudan mucho en la vida. Tenemos una militancia siempre con un humor respetuoso. Procuro sacar al escritor de la pose de escritor y el mecanismo es proponiendo una nueva pose. Yo creo que lo natural no existe y no puede existir cuando uno está detrás de una cámara, cuando una cámara tiene un objetivo de ocho centímetros, cuando es sobre todo un primer encuentro.
Sepúlveda : Mira, tu estuviste ayer la mayor parte del día con Javier Cercas, ¿no? Pues Daniel quiso fotografiar a Cercas y Javier era bastante reticente a dejarse fotografiar. Yo dije a Daniel, vamos yo te presento a Cercas, que es amigo mío. Fuimos a Gerona, cuando Javier vivía en Gerona y bueno y fui a presentarlos y luego se dio la buena química y la elección del lugar para la fotografía de Daniel fue su casa. Había una piscina y en esa piscina bueno, de plástico, así de alta, estaba llena de agua.
Mordinsky : Y yo pegunté: ¿sabes nadar? Y él me ha dicho, déjame que voy a poner mi traje de baño.
Sepúlveda : Y de allí sale una foto que ya es histórica de Javier Cercas metido en la piscina leyendo Hamlet.
Mordinsky : ¡Y vestido! Y luego hay una foto muy bonita que esa en general yo no la muestro, la dejo para enseñar a los amigos que se me quino que está Luis al borde de la piscina con una máscara de oxigeno de los que hacen buceo.
Y ¿hay algún escritor que te gustaría haber fotografiado y que ya no estaba?
Mordinsky : Ah! Muchísimos. He llegado tarde a muchos lados y mi atlas de la literatura, como dicen ahora, que me parece algo terriblemente valioso, que antes solo hojeaba cuando escuchaba, y ahí está la trampa de la vanidad, pero yo mismo lo repito, pero mi atlas de la literatura está lleno de lagunas, evidentemente. Yo no busco retratarlos a todos, es como pretender, cuando escribes un libro, llegar a todos los lectores del mundo, no es una guía telefónica. Retratarlos a todos es no retratar a ninguno bien, no hay lucro, ni búsqueda. Los escritores, la vida me los va regalando y procuro hacerlo lo mejor posible.
Los personajes de su novela más conocida, El viejo que leía novelas de amor, reaparecen en la Lámpara de Aladino. ¿Es un homenaje al libro que le ha hecho mundialmente conocido o es porque sus personajes continúan viviendo en su imaginación?
Sepúlveda : Este personaje en especial, el viejo, continúa muy vivo en mi imaginación. Algunas veces me visita en los sueños. Porque está basada en un personaje real, yo estuve en la selva amazónica en la ocasión tal como lo cuento en La lámpara de Aladino. Salí a cazar con mi compadre quechua y había un viejo blanco que vivía solo en la selva, efectivamente era un viejo blanco que hablaba muy poco pero que era muy generoso y pasé una noche en su cabaña y tenía una cajita con novelas de amor. Y me asombró, me conmovió muchísimo. Y cuando decidí que mi personaje se iba basar en esa persona fue… a ver como te explico… Yo estaba en el exilio pero no entendía muy bien el exilio. Sabía por qué estaba en exilio, pero no terminaba de entender cómo debía yo de reaccionar frente al exilio. Y el personaje de la novela es un exilado de dos mundos, del mundo de los blancos y del mundo de los indios, y lo único que le queda son sus novelas de amor. Y conmigo pasaba exactamente lo mismo: yo fui expulsado de mi país y también expulsado de un gran proyecto mundial de transformación del mundo y luego lo que me quedaba era mi literatura, mi lengua, las palabras. Había un paralelo entre los dos. Luego el personaje del viejo me ayudó a entender. Los escritores en realidad nunca escribimos de lo que sabemos, sino que vamos descubriendo las lagunas que tenemos en el proceso de la escritura. Y ese personaje se quedó muy claramente. Recuerdo que, y hasta parece ficción, que cuando se firmó el contrato cinematográfico y el contrato de la venta derecho, me excité con mi agente y el productor que detenía los derechos para firmar el contrato, aquellas páginas que yo no iba a leer, solo a firmar después que los responsables leyesen, hablaban de cifras, de dinero… yo salí a fumar un cigarrillo y pronto ahí en Alemania estaba lloviendo y muy frugalmente me pareció que en una esquina estaba el viejo mirándome y diciéndome: ¡qué libro has hecho de mí, qué libro!
Mordinski : esta historia no la conocía. Seguro que estaba ahí diciéndote además: ¡no fumes mucho!
Usted ha escrito cuentos y novelas policíacas. A pesar de que este género tenga grandes nombres de referencia en la literatura mundial, está infravalorado por la crítica. Cuando usted optó por escribir en este género ¿pensó en la recepción de la crítica?
Sepúlveda : La crítica me importa un soberano carajo. No la leo, la ignoro. Yo sé que la gente encasilla la literatura: esto es policíaca, esto es comedia… es muy cómodo. Generalmente son muy malos lectores, y como no entienden lo que han leído, la solución más fácil que tienen es encasillar. Yo he escrito algunas novelas de pretexto, una narración de corte policíaco, pero que hace más sentido en eso que se llama la novela negra latino americana, porque es una síntesis donde hay muchos géneros: novela histórica, la policíaca, la de aventura y también la de comunidad y que ha contribuido a ser LA memoria de América latina. En muchos aspectos la memoria de América latina, sobre todo en los países del cono sur, se ha mantenido porque los escritores tomábamos la misión de mantenerla viva en nuestros libros, en nuestra literatura. De lo que tenía que ser literatura popular nace ese género que se llama la literatura negra latinoamericana. Me gusta mucho la novela policíaca escrita a la manera televisional, pero incluso en el mundo, la novela ha evolucionado, cuando con el pretexto de contarnos una historia criminal nos cuenta el gran problema social del apartheid de Sud Africa, está escribiendo una enorme literatura. Cuando Anadule Allison sale con el pretexto de contarnos una historia policíaca, nos está contado una gran reflexión sobre el problema de la violencia contra las mujeres y hace una literatura enorme. No me fío y no sigo totalmente los géneros, porque son para violarlos y para inventarlos.
En Nombre de torero podemos ver reflejados aspectos de las dictaduras ¿Existiría, en su opinión, un rasgo común en las dictaduras que han sufrido diversos países a lo largo del siglo?
Sepúlveda : El éxito. Todas fueran apoyadas e incentivadas y ordenadas por Estados Unidos de América, por el imperialismo. Vea el éxito que tienen. Y luego hay la enorme bestialidad, porque si pensamos que la única integración efectiva que existió en América latina fue la brutalidad, la de la operación Condor, con argentinos, chilenos y uruguayos.
Fernanda : El rasgo del exilio…
Mordinski : Si la gente se fue… Y París es la ciudad adonde los latinoamericanos íbamos… yo no tenía un sentimiento de comunión hasta que llegué a Paris. Fue ahí que aprendí el sentimiento latinoamericano. Formar parte de esa enorme cofradía de pueblos.
En su libro La sombra de lo que fuimos la militancia se evoca a partir de los tres compañeros (Salinas, Garmenda, Arencibia). Exiliados, escondidos y torturados por la dictadura, no tienen la sensación de que, años después, esta juventud que representaban se reconozca debidamente y guardan un recuerdo amargo de esta época. A pesar de todo, es la esperanza la que predomina en el libro. ¿Cómo se explica?
Sepúlveda : Sí, se explica porque los personajes del libro pertenecen a mi generación. Una generación que dio todo y que perdió y que tiene muchas ausencias, pero sin embargo quería dar la dignidad de una derrota digna. Nos enfrentamos al peor de lo más peligroso de los enemigos, los Estados Unidos. Sufrimos una gran derrota, pero no fue una derrota definitiva. A nosotros nos quedó algo muy grande y muy fuerte, que es la agradable sensación de poder decir: hicimos lo justo en el momento justo.
Texto del autor
Dar voz a los que no tienen voz
Ce texte a été écrit pour les Assises Internationales du Roman 2012 - Lyon - et sera publié en traduction par les éditions Bourgois dans Le Lexique nomade 2012
Supongo que el primer documento que da voz a los que no tienen voz es un poema épico llamado “La Araucana”, y el autor es un soldado poeta , Alonso de Ercilla, que acompañó al conquistador García Hurtado de Mendoza en la conquista de Chile, en 1557. En ese poema, Ercilla de cuenta del valor del otro, del indio, del que era diferente y al mismo tiempo digno y valiente.
Y tal vez la manifestación literaria más conocida en eso de dar voz al que no tiene o no puede dar a conocer su voz, es el “J´accuse” de Emile Zola, pues efectivamente el capitán Dreyfuss no tuvo la posibilidad de dar a conocer su verdad, pero, pese al enorme valor del escrito de Zola, la verdad no terminó por imponerse en todo su esplendor.
En la literatura latinoamericana, a partir del siglo XVIII, son muchos los ejemplos de escritores que dieron voz a los que no tenían ninguna posibilidad de decir “existo”, “vivo y no soy invisible”.
Cuando el chileno Baldomero Lillo publicó sus espléndidas y duras novelas “Sub Terra” y “Sub Sole”, en ellas dio voz a los miserables de una manera tan efectiva como el “Germinal” de Victor Hugo, pero deteniéndose en identificar con absoluta claridad a los responsables de las duras , paupérrimas, inhumanas condiciones de vida en las que consumían sus existencias los mineros del carbón, en el sur de Chile, y los mineros del salitre en el desiertote Atacama. Baldomero Lillo dio su voz a esos hombres y mujeres y colaboró para que ellos mismos incorporasen palabras como justicia y derechos a sus vocabularios de obreros.
Lo mismo se puede decir del brasileño Guimaraes Rosa pues cuando publica “Grande Sertâo”, deja que el narrador sea el hombre que recorre una tierra llena de calamidades sociales, y en esa descripción mediante un lenguaje popular crea la más sólida denuncia social.
Y en nuestra época, creo que el más consecuente escritor empeñado en dar voz a los que no tienen voz es el polaco Rynzard Kapuscinski. Un libro de relatos como “ Ébano” es la identidad del continente africano en su esfuerzo por terminar con el colonialismo y una pobreza que para las potencias coloniales resultaba ser algo tan natural como el color de la piel de los africanos.
Son muchos los escritores y escritoras que, por fortuna, entendieron la relación dialéctica que se da en la dualidad persona-escritor. Como personas tenemos el deber de relacionarnos con la vida y la sociedad mediante una ética rigurosa, que mientras más rigurosa es más nos humaniza. Y con la literatura nos relacionamos mediante un fuerte vínculo estético. Pero la ética y la estética están destinados a cruzarse, y es así que lo más notable en los escritores y escritoras que a mi me interesan, es que otorgan a su literatura la misma carga ética con la que se enfrentan al quehacer social, y sus vidas se enriquecen con la estética que otorgan a la literatura.
No se casual ni es un puro recurso literario que el sueco Henning Mankel se valga del argumento de una novela negra escandinava, para dar voz a las víctimas del apartheid en Sudáfrica. Tampoco es casual que Doris Lessing hiciera de su obra una constante tribuna en la que los que no tienen voz expresan su desencanto y también su esperanza.
A mí me resulta particularmente difícil imaginar una literatura carente del conflicto entre el hombre y lo que le impide ser feliz. No podría enfrentarme a la literatura, a la escritura, sin la conciencia de ser la memoria de mi país, de mi continente y de la humanidad. Me tocó vivir la segunda mitad del siglo XX, siglo marcado por la confrontación entre dos potencias que hicieron de la guerra y la paz un chantaje para atemorizarse mutuamente, y decidieron que en sus zonas de influencia la libertad, la justicia social y la dignidad humanas eran un asunto reservado a las élites.
Sé que a veces soy visto como un individuo extraño que sacrifica su talento y capacidad de triunfar ( sólo que nunca he sabido en qué se puede triunfar sin aplastar a otros) y malgasta su tiempo en narrar historias de gentes sin mayor interés.
Y es así por ejemplo que en lugar de narrar la esforzada vida de un hombre de negocios que consigue ser el mayor accionista de una fábrica de grifos para el agua potable, prefiero contar la historia de un humilde maestro preocupado porque algunos grifos gotean, pierden agua, y para evitarlo, en el ocaso de su vida comparte sus conocimientos con la gente humilde de su barrio, y le doy mi voz para que explique el portento del agua, la ductilidad de ciertos metales, el nexo entra una herramienta y la mano para la consecución de un deseo.
Hace algunos años visité el campo de concentración de Bergen Belsen, en Alemania. De ese lugar sabía que, entre cientos de miles de víctimas de los nazis, una niña llamada Anna Frank también había sido asesinada ahí, y sus restos estaban en cualquiera de las fosas comunes, de la tumbas colectivas, de los monumentos al horror. Bergen Belsen y todos los campos de concentración de cualquier lugar del mundo son lugares que se visitan en silencio, porque la voz se niega a describir lo que el ojo ve, lo que la memoria ve, y sin embargo uno sabe que tendrá que hacer el esfuerzo para nombrar todo lo visto con la fuerza inaugural que tienen las palabras.
En un rincón de Bergen Belsen, cerca de los hornos crematorios, alguien, y yo no sé quién ni cuándo, escribió una palabras que son la piedra fundacional de mi ser escritor, el origen de todo lo que escribo. Esas palabras decían, dicen, y lo dirán mientras existan los empeñados en sacrificar la memoria: “Yo estuve aquí y nadie contará mi historia”.
Me puse de rodillas frente a esas palabras y le juré a quien quiera que sea el que las escribiera, que yo contaría su historia, que le daría mi voz para que su silencio dejara de ser una pesada lápida del más infame de los olvidos. Por eso escribo.
Pédagogie
Preguntas de alumnos y respuestas de escritor
El correo de los alumnos
Alumnos de 2°3 del Instituto E.Quinet
5 avenue J.M Verne
01011 Bourg-en-Bresse
Bourg-en-bresse, 22 de abril de 2012
Señor,
Somos alumnos de segundo (cuarto de la ESO) del instituto Edgar Quinet de Bourg-en-Bresse, hemos leído su novela Un viejo que leía novelas de amor en el marco de la clase de lengua. Los alumnos del curso que pertenecen a la sección Bachibac han trabajado en profundidad sobre algunas de sus novelas cortas sacadas de Historias de aquí y de allá así como sobre su biografía. Deseamos mucho encontrarle con ocasión del encuentro que se celebrará en Lyon el próximo primero de junio, Les Assises Internationnales du Roman 2012, pero antes tenemos algunas preguntas que hacerle.
Primero, tras la lectura de algunos textos de sacados de Historias de aquí y de allá, nos hemos preguntado sobre la existencia de un hilo conductor entre todas las historias. Si lo hay, ¿cuál es ? Luego, paralelamente a la lectura de la novela Un viejo que leía novelas de amor, hemos descubierto su novela corta titulada Mi amigo el viejo en la cual explica que fue a vivir con los Shuars. ¿Por qué esta idea? ¿Cómo se enteró de su existencia? Nos intriga mucho el personaje del dentista al que otorga un papel bastante importante, el de traer novelas de amor, por ejemplo, ¿por qué creó a este personaje ? ¿Además cómo explica el éxito mundial de este libro, su primera novela ?
Hemos comprobado también que evoca a menudo en sus obras, el tema de la protección del medio ambiente o de la Patagonia. Nos gustaría saber de dónde viene este apego particular a la naturaleza. Para terminar ¿qué libro le gustó más escribir y por qué motivos ?
Le agradecemos sinceramente su respuesta.
Atentamente,
Los alumnos de 2ndo 3
Las respuestas del escritor
Estimadas amigas y estimados amigos del Instituto Edgar Quinet de Bourg-en-Bresse.
A continuación respondo a vuestras inteligentes preguntas.
1. El hilo conductor de Historias de aquí y de allá, es una mirada irónica, en ningún caso sarcástica (la ironía siempre es inteligente y valiente, en cambio el sarcasmo es cobarde) de situaciones vividas, de experiencias, de puntos de vista sobre diferentes temas. El libro corresponde a mi quehacer de periodista, y siempre he considerado que el periodismo escrito, si se hace bien, es un estimulante género literario.
2. En cuanto al relato “Mi amigo el Viejo”, debo confesar que siento un especial afecto por ese personaje. Un escritor aprende más de lo que cree durante la escritura, en el fondo, escribimos para aprender, para explicarnos lo que apenas intuímos. Cuando escribí “Un viejo que leía Novelas de Amor” estaba en el exilio, no podía vivir en mi país, salvo en la cárcel y cumpliendo una condena a 28 años de prisión por haber defendido la legalidad y la Constitución chilena, por haber ejercido el deber de rebelarme contra una tiranía. El exilio, no solamente me dolía, sino que no terminaba de explicarme a mí mismo por qué me dolía tanto. Y durante la escritura, ese personaje me explicó mi propio exilio. El Viejo es un exiliado de dos mundos; del mundo andino del que proviene, y del mundo de los Shuar, que tuvo que abandonar luego de violar una regla básica. Pero superó ese doble exilio con la ayuda de sus novelas de amor. Así, el personaje me enseñó a aceptar que, si bien era cierto me habían quitado mi país, al alcance de la mano tenía otro; el país de mi lengua y mi literatura.
Viví siete meses en una comunidad Shuar porque quería conocer esa parte de la realidad del continente sudamericano. No fue fácil, pero conocí sus costumbres, su cultura, aprendí unas cincuenta palabras de su lengua, y pude así, una tarde, participar de la ceremonia de sentarme con ellos junto al fuego, y contarles cómo había sido ese día, nada más que ese día. Yo tengo en mi cuerpo una extraña mezcla de sangres; un abuelo andaluz, una abuela vasca, otra abuela italiana y un abuelo mapuche. Cuando era un joven de 16 años, un pariente mapuche me dijo algo que jamás olvidé: si eres capaz de contar bien, con todos sus detalles cómo fue el día que terminas, estarás contando un día el universo.
El libro se basa en la observación de personajes reales, y en una región amazónica, en Leticia, donde se juntan las fronteras de Colombia, Perú y Brasil, en el corazón de la Amazonia, vi una vez a un dentista itinerante, hablé con él, fui testigo de una apuesta hecha por garimpeiros, buscadores de oro, en el sentido de que uno de ellos se dejaba sacar todos los dientes sin anestesia, fue algo atroz, pero me cayó simpático el dentista. Los personajes de mis novelas siempre están basados en alguien que he observado y cuyas características me han resultado memorables.
Finalmente, las razones del éxito mundial del libro, que tiene 52 traducciones, eso creo que deben responderlo los lectores. Yo, que no soy ni vanidoso ni modesto (siempre he creído que hay gente con verdaderas razones para ser modestos pero suelen ser los más vanidosos), pienso que es una buena novela. La escribí pensando en las novelas que a mí me gusta leer, las que cuentan la historia desde la primera línea.
3. Siento un especial cariño por la Patagonia, por el Sur del Mundo. Me gusta la gente de ese lugar lejano, su forma de ser, de hablar, su sentido de la hospitalidad y todo lo que surge de vivir en condiciones muy duras. Y mi pasión por la naturaleza, mi defensa de la naturaleza, mi militancia ecologista, además del amor por la vida, viene de que tuve la fortuna de recibir una buena educación al respecto. En la Escuela, pública, laica y gratuita, a la que asistí durante mis primeros seis años de escolaridad, estudiábamos una materia llamada Ciencias Naturales, y en esa materia, la premisa era que teníamos el deber de conseguir una vida armónica con el medio natural. Más tarde en un Liceo llamado Instituto Nacional, también público, laico y gratuito, estudiábamos una asignatura llamada Ética, y ahí aprendí que la relación hombre-naturaleza se basaba en el respeto a lo que nos permite vivir.
Bueno, amigas y amigos, espero haber respondido a todas vuestras preguntas que son muy buenas, inteligentes, y les aseguro que para un escritor es una enorme satisfacción recibir preguntas así, inteligentes y bien formuladas.
En jóvenes como ustedes, el futuro del planeta está en buenas manos.
Reciban un cordial saludo
Luis Sepúlveda
Exemples de séquences à partir de Historias de aquí y de allá de Luis Sepúlveda.
Cuando Indiana Jones no llegó a la estación de Montparnasse
1 - Busca 20 palabras desconocidas o de interés en el texto
2 - Contesta las preguntas
- ¿A qué época de su vida remite el autor al principio de esta historia?
- ¿Qué le había prohibido el médico a Luis Sepúlveda?
- ¿Cómo imaginaba Luis Sepúlveda a su editora antes de conocerla? Compárala con la realidad.
- ¿Qué otro aspecto de la personalidad de Luis Sepúlveda descubrimos a través de esta historia?
3 - Explica y comenta
- “Cuando fui huésped [...]
- “un aspecto de Frankestein engreído”
- “el diálogo [...] insultos recíprocos”
- “conocedora de lo que escribimos los nacidos al otro lado del gran charco”
- Cuando Indiana Jones no llegó a la estación de Montparnasse
Asalto a mano santa
1 - Localiza los lugares utilizando los verbos siguientes: estar/ubicarse/situarse/hallarse
- Cartagena de las Indias
- La Guajira
- el Bronx
- São Paulo
2 - ¿Quién es?
- La infanta Elena
- Bill Gates
- Murphy
- Ratzinger
- El conde de Montecristo
3 - Haz un resumen de la historia en unas 4 ó 5 líneas
4 - Explica y comenta las frases siguientes
- “esa ciudad declarada absurdamente patrimonio de la humanidad por la UNESCO”
- “digité mi código pin, esa identidad tan democrática que me iguala a Bill Gates”
- “me resultó grata esa sobriedad entre la exuberancia caribeña”
5 - Califica el tono de estas frases :
- “Declaro solemnemente [...] ser muy alta”
- “Soy hijo de la Revolución francesa [...] republicano”
- “Y mi lema es ni olvido, ni perdón”
6 - ¿Qué retrato hace el autor de sí mismo en este episodio?
La historia del caballo
1. – ¿Dónde pasó su infancia Luis Sepúlveda?
2. – ¿Cuántos años tenía Luis Sepúlveda cuando le pasó esa historia?
3. – ¿Por qué tenía que ir a la escuela a caballo?
4. – ¿Cómo describe al caballo?
5. – ¿Por qué el caballo tardaba mucho para el regreso a casa? ¿Qué hacía?
6. – ¿Qué hizo el niño un día?
7. – ¿Qué es un gaucho?
8. – ¿Qué le dijo el gaucho al niño?
9. – ¿Qué reparos puso el niño?
10. – Describe la Patagonia según Luis Sepúlveda.
11. – ¿Por qué se sentía entonces privilegiado?
Remerciements
Nous remercions Marie-Pierre Agnès, professeure d'espagnol au lycée E. Quinet de Bourg-en-Bresse, de nous avoir confié ces documents pour publication.
Pour citer cette ressource :
Marie-Pierre Agnès, Fernanda Salomão Vilar, Dossier sur Luis Sepúlveda, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), septembre 2012. Consulté le 26/12/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/litterature/litterature-latino-americaine/les-classiques-de-la-litterature-latino-americaine/dossier-luis-sepulveda