Dossier sur Santiago Roncagliolo
Presentation de l'auteur
Santiago Roncagliolo est né en 1975 à Lima où il a étudié la linguistique et la littérature (Universidad Católica de Perú). Il a également vécu au Mexique, et réside aujourd'hui en Espagne.
Roncagliolo est l'un des écrivains péruviens les plus remarqués ces dernières années. Son roman Avril rouge (Abril rojo, Alfaguara, 2006) a notamment reçu un franc succès, et obtenu le prix Alfaguara 2006; il a été publié en France en 2008 (éditions du Seuil). En 2007, les réalisateurs Tristán et David Ulloa ont porté à l'écran son deuxième roman, Pudor.
Roncagliolo est à la fois journaliste, romancier (Pudor, Abril Rojo), nouvelliste (Crecer es un oficio triste), auteur de livres pour enfants, scénariste, etc.
Il était invité en mai 2009 au 5ème Salon du livre d'Amérique Latine à Paris.
Entrevista a Santiago Roncagliolo (en espagnol)
Clémence Oriol : ¿Cómo nació tu novela Abril rojo? Y ¿por qué escogiste el género policíaco para contar esta historia?
Santiago Roncagliolo : Nació de dos lados: por un lado, yo trabajé en derechos humanos en Perú, y tuve contacto con todo tipo de asesinos, entraba a la cárcel y hablaba con terroristas y con militares, con torturadores, con gente que había hecho cosas muy brutales, y quería escribir de eso. De la ambigüedad moral de esas personas, y de esa experiencia. Y por otro lado, siempre me gustaron los thrillers, los thrillers de asesinos en serie. Incluso las películas tipo Seven o El silencio de los inocentes, entonces llegó un momento en que los dos proyectos se juntaron. Pensé que escribir un thriller sobre la guerra era la mejor manera de hablar de un país en que todos se han vuelto asesinos en serie; la manera más realista era usar el género de asesinos en serie.
¿Era también para ti una forma de tomar distancia con lo ocurrido, a través del humor, como para desacralizar esta parte sangrienta de la Historia de tu país?
Sobre todo me interesaba una cosa: la realidad de una guerra - la de Perú pero también la de cualquiera, es muy brutal, no puedes simplemente ir y contarla porque es difícil de leer tanta violencia. Cuando pones un asesino en serie, el lector sabe que es inventado, es de ficción, entonces no importa que descuartices brutalmente a los cadáveres, no importa que los decores como en la semana santa: el lector sabe que es imaginario, y a partir de eso ya se puede ver, y es lo que pasa con el investigador: va conociendo la violencia real. Sí, poner un asesino en serie y usar el humor, me ayuda a tomar distancia a mí, y también a los lectores.
Estos últimos años se publicaron muchas novelas sobre este tema: ¿crees que está naciendo una tradición literaria?
Bueno, todos los países escriben de sus guerras, Francia escribe de la segunda guerra mundial, y España escribe de la guerra civil sin parar; creo que todos de un modo u otro somos hijos de guerras, todos somos lo que somos porque hubo una guerra que decidió en qué país vivíamos y en qué sistema vivíamos, en cualquier lugar, sin importar dónde esté. Y a la vez, el horror de la guerra es un gran reto para un escritor, porque precisamente se trata de escribir de donde ya las palabras no sirvieron para nada, ya no había palabras que pudiesen explicar lo que ocurría. Eso hace que todos buceemos en nuestras violencias originarias, pero no es exclusivo de Perú.
Tu libro de investigación sobre Abimael Guzmán ha sido bastante criticado, ¿qué te inspiraron aquellas críticas?
La crítica fue horrorosa en Perú, en la prensa escrita y los blogs literarios. Pero el libro, primero fue muy leído por la gente, porque no conocía quien era este hombre; y segundo, fue leído en las cárceles, fue leído por los presos, fue leído por militares; fue leído por el juez que sentenció a Fujimori hace un mes. Fue leído por la gente que realmente hace la Historia, o lo que pasa; así que después de esa experiencia, espero que los críticos peruanos me sigan destrozando, que es lo mejor que te puede pasar.
Acaban de publicar en Francia tu novela Pudor, que no trata de guerra sino de historias intimas y familiares; sin embargo, está muy presente el tema de la muerte. ¿Dirías que es un tema importante en tu obra narrativa?
Claro, yo creo que la muerte es un tema importante para todos de hecho, a mí no me interesa escribir sobre peruanos, me interesa escribir sobre seres humanos y sobre temas que nos afectan a los seres humanos. Y Pudor es una historia que podría ocurrir realmente en cualquier ciudad con gente de clase media; de hecho la película la hicieron en España, y no cambió nada, era lo mismo pero con acento español. Los temas universales que me interesan porque creo que nos interesan a todos son el amor, el sexo, la soledad, y la muerte. La muerte es el que nos toca a todos porque es el único seguro, es decir, no sabes en tu vida si tendrás amor, sexo o dinero pero de que te mueres, ¡te mueres! Y a la vez, es lo único que no sabes qué sera, cuando al fin llega, ya no puedes hablar de ella; y eso la convierte en un tema central. Yo creo que todos vivimos pendientes de la muerte - es curioso: pendientes de tratar de olvidar la muerte; la religión te ofrece eso, te ofrece una vida después de la muerte, cualquier religión. Pero también los gimnasios, te ofrecen una manera de tener salud y alejar la muerte; los yogures light te ofrecen una manera de alejar la muerte: vivimos consumiendo historias que nos permitan olvidar que vamos a morir. Y por eso me gustan las historias que te lo recuerdan.
Hablame un poco de esas dos figuras que te obsesionan: los psicópatas y los perdedores.
Bueno, yo creo que están en estas dos novelas, claramente. Creo que son dos extremos de las personas. Un perdedor es alguien que por no transgredir ninguna ley es infeliz; no es capaz de satisfacer sus apetitos personales. Y un psicópata es alguien que por satisfacer sus apetitos personales transgrede todas las normas de convivencia. Entonces, yo creo que son dos extremos entre los que vivimos todos, no nos entregamos a uno, pero en algún momento nos acercamos a uno u otro; el eje que los une tiene que ver con esta necesidad de satisfacer nuestros apetitos, pero vivir en sociedad. Abril rojo, es de alguna manera la tensión entre un perdedor y un psicópata: el fiscal Chacaltana es un perdedor y el asesino en serie es un psicópata; pero conforme avanza la novela se van confundiendo y va a resultar difícil distinguir a uno del otro. Y en Pudor, creo que todos los personajes oscilan entre uno y otro constantemente, a veces se parecen a uno y a veces a otro. Creo que todo grupo social crea esas figuras: las familias crean perdedores y psicópatas, los países crean perdedores y psicópatas.
Los antihéroes que pueblan tus novelas nos recuerdan que nuestra visión de la verdad suele ser muy equivocada. ¿Esta tensión entre verdad y mentira, es importante en tu trabajo?
¡Yo creo que no tenemos ninguna visión de la verdad! Es decir, tenemos un montón de mentiras, y vamos escogiendo las que nos permiten vivir mejor: las que nos dejan bien parados, por lo general son las que escogemos, las que nos hacen ver como gente buena. Pero yo soy de una generación que ha visto caer el muro de Berlín, y luego ha visto caerse Wall Street: es muy difícil ahora defender cualquier verdad. Algo muy frecuente en mi trabajo es la pérdida de la inocencia; mis personajes son personas que creían tener una verdad, creían ser buenos padres, o buenos ciudadanos, y de repente el mundo se viene abajo en frente de ellos, y se desmoronan sus verdades, se desmoronan las cosas que creían. Eso se nos ha pasado a todos en el mundo en los últimos años.
El cine influye mucho en tu trabajo: la cultura de masas es una fuente de inspiración para ti?
Sí, sobre todo el cine. Me gusta que lo que escribo sea muy visual, me gusta que se olviden de que alguien está contando la historia, que te sumerjas en ella y que vivas con los personajes, que los veas y que los huelas también, que pasees por las calles por las que ellos pasean. Que convivas con sus emociones y con lo que ellos viven. Uso mucha técnica del cine. Hasta los años ochenta, donde yo crecía, la literatura se volvió a veces tan experimental, que ya no le interesaba contar historias. Entonces mi referente donde me cuentan historias era el cine, en realidad, porque en la literatura había grandes experimentos formales a veces, sobre todo en Francia, y eran cosas interesantes intelectualmente pero las historias del cine, y las que me gusta escribir son historias que apelen emocionalmente, que producen emociones. Creo que tú puedes pensar en algo antes que ser emocionado con una historia, lo contrario es más difícil.
¿Qué opinas de la adaptación cinematográfica de Pudor?
¡Me gustó! Soy el único escritor al que le ha gustado su película. De hecho, hice un cameo, pero lo eliminaron en el montaje del director. Me gustó ver también cómo cambiaba: la novela original tiene mucho sentido del humor, y la película es muy triste. Eso es porque quitaron al gato, y el gato es el que cuenta los chistes en realidad; cuando todo está muy tenso, viene el gato y hace algo divertido. Creo que es sobre todo porque no somos justos con los gatos: es muy dura la vida sexual de un gato, aunque él hace todo lo que puede para defenderse. Esta parte tiene mucho humor, la película no tiene eso. Me sorprendió lo triste que eran mis propias historias pero me gustó ver que mis personajes cobrasen vida, que fuesen, que hablasen, que existiesen. Eso fue muy bonito. Yo también soy guionista y sé cómo es: no esperaba que fuese exactamente igual a la novela, al contrario, lo que yo quería era ver cómo cambia, y cómo leen ellos la historia. Y después, ver el proceso de cómo la rodaban. De todos modos, si no me hubiese gustado no hablaría mal; veo a todos los escritores que conozco que siempre dicen que no les entendieron, que le hicieron películas horribles, que se quejan, no he visto a ninguno rechazar el cheque de la productora. Y me parece una posición bastante inmoral. Cobras y pero te quejas.
Eres escritor de novelas, crónicas, cuentos, libros infantiles, etc. ¿La variedad es un motor para tu trabajo?
Sí, posiblemente no sé muy bien quién soy. Hay escritores que tienen clara qué voz buscan, y van a desarrollar esta voz; a mí lo que me gusta es explorar en cada libro un universo diferente, géneros, emociones, y recursos diferentes. Porque es para eso que leo también, cuando leo me gusta que los escritores me sorprendan con cada nuevo libro; y cuando escribo trato yo mismo de sorprenderme y ser más ambicioso con cada nuevo libro, por lo menos buscar experiencias creativas diferentes. Pudor tuvo éxito, y yo pensé: ahora que ha ido tan bien, escribo otra igualita, todo el mundo está contento con ella. Pero no lo conseguí, no pude, porque las cosas de las que quería hablar en esta novela ya estaban en esta novela; y la única forma de escribir otra fue escribir otra completamente diferente, como Abril rojo.
Hablame un poco de tu última novela, Memorias de una dama.
Es también muy diferente. Por cierto, ocurre en París una parte. Es la historia de una oportunidad: la historia de un escritor muerto de hambre en España, un Peruano tratando de escribir y publicar libros, y de una millonaria que lo contrata para escribir sus memorias. Durante mucho tiempo no saben exactamente qué son sus memorias: ella quiere escribir un libro, pero él quiere escribir otro libro con su historia. Y es la historia, por un lado de la relación entre ambos, de estos dos personajes que se van queriendo, y por otro lado, plantea la pregunta de quién es dueño de una historia: ¿el que la vive, el que la cuenta, el que paga por ella? Tiene muchas cosas: comedia, historia de la mafia, viaje por América Latina a lo largo del siglo XX, creo que es lo más ambicioso que he escrito hasta ahora, y lo más divertido además, porque tiene mucho humor en realidad.
¿A través de este personaje del escritor, es tu propia historia la que cuentas?
Bueno, juega mucho con cosas reales, desde mi historia personal hasta la de Mussolini, que aparece, de Jacqueline Kennedy también... Supongo que es una novela con la que cada lector decide qué es real, y qué no es real. Todo el mundo me pregunta eso, pero yo nunca respondo porque la gracia es que no lo sepan.
Entretien avec Santiago Roncagliolo ( en français)
Comment est né ton roman Avril rouge? Pourquoi avoir choisi le genre policier pour raconter cette histoire?
Avril rouge est né du croisement de deux projets: d'une part, j'ai travaillé pour les droits de l'Homme au Pérou, et j'ai été en contact avec toute sorte d'assassins, j'allais dans les prisons, parler avec des terroristes et des militaires, avec des tortionnaires, des gens qui avaient fait des choses très brutales, et je voulais écrire là-dessus. Sur l'ambiguïté morale de ces personnes, sur cette expérience.
D'autre part, j'ai toujours aimé les thrillers, les histoires de tueurs en série, même les films de type « Seven » ou « Le silence des agneaux ». Les deux projets ont fini par se rejoindre. J'ai pensé qu'écrire un thriller sur la guerre était le meilleur moyen de parler d'un pays où tous sont devenus des tueurs en série; la façon la plus réaliste de parler de ça était d'utiliser le genre policier.
Pour toi, ce fut aussi un moyen de prendre de la distance avec ce qui s'est passé, avec humour, comme pour désacraliser cette période sanglante de l'Histoire de ton pays?
La réalité d'une guerre (celle du Pérou bien-sûr, mais aussi n'importe quelle guerre), c'est très violent, tu ne peux pas la raconter telle quelle car il est très dur de lire une telle violence. Quand tu parles d'un tueur en série, le lecteur sait que c'est inventé, que c'est de la fiction, alors tu peux découper des cadavres en morceaux, les décorer comme pour la semaine sainte : le lecteur sait que c'est imaginaire, et à partir de là -c'est ce qui arrive à l'enquêteur, il découvre la violence réelle.
Le fait de mettre un tueur en série et d'utiliser l'humour m'aide à prendre de la distance, à moi et aussi aux lecteurs.
Ces dernières années, beaucoup de romans ont été publiés sur ce même thème; penses-tu qu'une tradition littéraire est en train de naître?
Tous les pays écrivent sur leurs guerres, en France on écrit sur la deuxième Guerre Mondiale, en Espagne on ne cesse d'écrire sur la Guerre Civile. Je crois que, d'une façon ou d'une autre, nous sommes tous des enfants de la guerre, nous sommes ce que nous sommes parce qu'il y a eu une guerre qui a décidé dans quel pays et dans quel système nous allions vivre, et c'est le cas partout. Et d'autre part, l'horreur de la guerre est un immense défi pour un auteur, car il s'agit justement d'écrire sur une situation où les mots ne servaient plus à rien, où aucun mot ne pouvait expliquer ce qui se passait. C'est pour cela que nous plongeons tous dans nos violences originelles, mais ça n'est pas spécifique du Pérou.
Ton livre d'investigation sur Abimael Guzmán a été durement critiqué. Que t'ont inspiré ces critiques?
La critique a été épouvantable au Pérou, dans la presse écrite et les blogs littéraires. Pourtant le livre a été lu par beaucoup de monde, parce qu'on ne savait pas vraiment qui était cet homme ; deuxièmement, il a été lu dans les prisons, par les prisonniers, par les militaires. Le juge qui a condamné Fujimori il y a un mois l'a lu. Mon livre a été lu par ceux qui font réellement l'Histoire, qui font les événements. Alors après cette expérience, j'espère que les critiques péruviens continueront de me démolir, c'est ce qui pourrait m'arriver de mieux.
On vient de publier en France ton roman Pudor, qui ne parle pas de la guerre, mais d'histoires intimes familiales. Cependant, le thème de la mort est toujours très présent. C'est un thème important dans ton travail narratif?
Bien-sûr. En fait, je crois que la mort est un sujet important pour tout le monde. Écrire seulement sur des Péruviens, ça ne m'intéresse pas ; je veux écrire sur des êtres humains et sur des thèmes qui touchent tous les êtres humains. Et Pudor est une histoire qui pourrait se passer au sein de n'importe quelle classe moyenne de n'importe quelle ville du monde. D'ailleurs, le film a été réalisé en Espagne, et ça n'a rien changé : seul l'accent change.
Les thèmes qui m'intéressent sont des thèmes universels, qui nous intéressent tous, tels que l'amour, le sexe, la solitude et la mort. La mort nous touche tous, car c'est la seule chose sûre, c'est à dire, tu ne peux pas savoir si dans ta vie tu auras de l'amour, du sexe, de l'argent, mais tu sais que vas forcément mourir au bout du compte. Et en même temps, la mort est la seule chose que tu ne pourras jamais connaître vraiment, car quand elle arrive tu n'es plus là pour en parler. C'est ce qui fait d'elle un thème central. Je crois qu'on est tous préoccupés par la mort - c'est curieux : on est soucieux d'essayer d'oublier la mort. Toutes les religions nous offrent cela : une vie après la mort. Mais les salles de gym aussi nous offrent une manière de rester en forme et d'éloigner la mort ; les yaourts light nous aident à éloigner la mort. Toute notre vie, nous consommons des histoires qui nous permettent d'oublier qu'on va mourir. C'est pourquoi j'aime les histoires qui nous le rappellent.
Parle-moi de ces deux figures qui t'obsèdent : les psychopathes et les perdants.
Je crois qu'ils apparaissent dans ces deux romans, très clairement. Se sont les deux extrêmes des êtres humains. Un perdant est une personne qui est malheureux parce qu'il n'outrepasse jamais aucune loi ; il est incapable de satisfaire ses appétits personnels. Et un psychopathe est une personne qui outrepasse toutes les normes de la vie en société pour satisfaire ses désirs personnels. Donc je crois que ce sont deux extrêmes entre lesquels nous vivons tous, nous ne nous livrons pas complètement à l'un d'eux, mais parfois nous nous rapprochons de l'un ou de l'autre. L'axe qui les relie représente en quelque sorte notre nécessité de satisfaire nos appétits mais aussi de vivre en société. D'une certaine manière, Avril rouge, c'est l'opposition entre un perdant et un psychopathe : le substitut Chacaltana est un loser, et le tueur en série est un psychopathe. Mais à mesure que le roman avance, ils se confondent, et il devient difficile de les distinguer. Dans Pudor, je crois que tous les personnages oscillent constamment entre les deux extrêmes, parfois ils se rapprochent de l'un et parfois de l'autre. Je pense que tout groupe social crée ses deux figures : les familles créent des perdants et de psychopathes, les pays créent des perdants et de psychopathes.
Les antihéros qui peuplent tes romans nous rappellent aussi que notre vision de la vérité est bien souvent fausse, ce balancement entre vérité et mensonge est important dans ton œuvre?
Moi, je crois que nous n'avons aucune vision de la vérité! C'est à dire, nous avons plein de mensonges à disposition, et nous choisissons ceux qui nous permettent de vivre mieux. En général, nous choisissons ceux qui nous font passer pour des gens bien. Mais je suis d'une génération qui a vu tomber le mur de Berlin, et ensuite qui a vu s'effondrer Wall Street, donc c'est difficile de nos jours de défendre une vérité quelle qu'elle soit.
Il y a une idée très fréquente dans mon travail, qui est la perte de l'innocence. Mes personnages sont des gens qui croyaient avoir une vérité, qui croyaient être de bons parents, de bons citoyens, et soudain le monde s'effondre devant leurs yeux, et leurs vérités se brisent, tout ce en quoi ils croyaient est anéanti. Ça nous est tous arrivé ces dernières années.
Le cinéma influence beaucoup ton travail. La culture dite « de masses » est une source d'inspiration pour toi?
Oui, mais surtout le cinéma. J'aime que mon écriture soit très visuelle, qu'on oublie qu'il y a un narrateur, qu'on soit submergé par l'histoire, et que le lecteur vive avec les personnages, qu'il les voie, qu'il les sente aussi, qu'il marche dans les même rues que les personnages. Qu'il ressente les mêmes émotions. J'utilise donc beaucoup les ressorts du cinéma. Jusqu'aux années 80, quand j'étais enfant, la littérature devenait parfois tellement expérimentale qu'elle ne se souciait plus de raconter des histoires. Alors ma référence pour raconter des histoires était le cinéma. En littérature, il y avait de grandes expériences formelles, surtout en France, c'était intéressant intellectuellement parlant, mais les histoires qu'on trouve au cinéma, et celles que j'aime écrire, ce soit des histoires qui ont recours à nos émotions, qui produisent des émotions.
Que penses-tu de l'adaptation cinématographique de Pudor ?
Ça m'a plu. Je suis le seul écrivain qui aie aimé le film tiré de son roman. En fait, j'ai fait un cameo, mais il l'ont coupé au montage final. J'aime aussi voir les changements : le roman original a beaucoup d'humour, par contre le film est très triste. C'est parce qu'ils ont enlevé le chat ! En réalité c'est le personnage du chat raconte les blagues : quand la situation est très tendue, le chat arrive et il fait quelque chose de drôle. Parce qu'on est très injustes avec les chats, leur vie sexuelle est très dure, même si le chat de Pudor fait tout ce qu'il peut pour se défendre. Cette partie est très drôle, elle n'est pas dans le film. J'ai été surpris de voir combien mes propres histoires étaient tristes, mais j'ai aimé voir mes personnages prendre vie, exister, parler. C'est très beau. Je suis scénariste moi aussi, alors je sais ce que c'est : je ne m'attendais pas à ce que ce soit exactement pareil que le roman. Au contraire, ce que je voulais voir, c'est les changements, leur propre lecture de mon histoire. Ensuite, je voulais voir le processus du tournage.
De toute façon, même si ça ne m'avait pas plu, je n'attaquerais pas le film. Je vois tous les écrivains que je connais, qui disent qu'ils n'ont pas été compris, que le film est horrible, qui se plaignent... Mais je n'en ai vu aucun refuser le chèque de la maison de production. Ça me semble immoral, de recevoir l'argent et de se plaindre.
Tu écris des romans, des nouvelles, des chroniques, des livres pour enfants, etc. La diversité est un moteur pour ton travail ?
Oui, peut-être que je ne sais pas vraiment qui je suis... Certains écrivains savent très clairement quelle voix ils recherchent, et ils développent cette voix-là. Moi, j'aime explorer un univers différent pour chaque livre, un genre différent, des émotions différentes, des recours différents. C'est pour cela que je lis aussi. Quand je lis, j'aime que les écrivains me surprennent à chaque nouveau livre. Et quand j'écris, je tâche de me surprendre moi-même et d'être toujours plus ambitieux, ou pour le moins chercher des expériences créatrices différentes. Pudor a bien marché, j'ai donc pensé: « maintenant que ça fonctionne, j'écris un autre roman pareil et tout le monde sera content ». Mais je n'ai pas réussi, je n'ai pas pu, parce que ce dont je voulais parler dans ce roman était déjà dedans. La seule manière d'en écrire un autre a été d'écrire un roman complètement différent, comme Avril rouge.
Parle-moi de ton dernier roman, Memorias de una dama.
C'est aussi très différent. D'ailleurs, une partie a lieu à Paris. C'est l'histoire d'une opportunité. L'histoire d'un écrivain crève-la-faim, un Péruvien qui essaie d'écrire et de publier des livres en Espagne, et d'une millionnaire qui l'embauche comme nègre pour écrire ses mémoires. Longtemps, ils ne savent pas exactement ce que sont ces mémoires : elle veut écrire un livre, mais lui veut écrire un tout autre livre avec son histoire. C'est l'histoire, d'une part, de la relation entre ces deux personnages qui finissent par s'aimer. Et d'autre part, l'histoire pose la question de qui est le propriétaire d'une histoire : celui qui la vit, celui qui la raconte, celui qui paye pour elle? Il y a beaucoup d'éléments différents : comédie, histoire de la mafia, voyage en Amérique Latine au long du XX ème siècle... Je crois que c'est le livre le plus ambitieux que j'aie écrit jusqu'à maintenant. Et aussi le plus amusant, il y a beaucoup d'humour, vraiment.
A travers ce personnage d'écrivain, c'est ta propre histoire que tu racontes ?
Eh bien, le roman joue beaucoup sur des faits réels, de mon histoire personnelle à celle de Mussolini, qui apparaît, celle de Jacqueline Kennedy aussi... J'imagine que c'est un roman où chaque lecteur décide ce qui est réel et ce qui ne l'est pas. Tout le monde me pose cette question, mais je ne réponds jamais, c'est plus drôle si l'on ne sait pas...
Fiche de lecture du roman Abril rojo
Santiago Roncagliolo est né en 1975 à Lima, où il a étudié la linguistique et la littérature (Universidad Católica de Perú). Il a également vécu au Mexique, et réside aujourd'hui en Espagne. Roncagliolo est l'un des écrivains péruviens les plus remarqués et médiatisés ces dernières années. Son roman Avril rouge (Abril rojo, Alfaguara, 2006) a notamment reçu un franc succès, et obtenu le prix Alfaguara 2006; il a été publié en France en 2008 (éditions du Seuil). Roncagliolo est à la fois journaliste, romancier (Pudor, Abril Rojo), nouvelliste (Crecer es un oficio triste), auteur de livres pour enfants, scénariste, etc.
Abril rojo raconte l'histoire de Félix Chacaltana Saldívar, un minutieux fonctionnaire envoyé dans la ville d'Ayacucho pour y exercer la fonction de substitut du procureur. Pendant les festivités de la semaine sainte, il est tenu d'enquêter sur la mort d'un homme dont le corps a été brûlé et sauvagement mutilé. Convaincu que cette exécution est le fait des terroristes du Sentier lumineux, il poursuit l'enquête malgré l'hostilité de la police et des militaires. Les meurtres, toujours plus épouvantables, se succèdent au fil des investigations. Chacaltana croit perdre la raison: ses convictions les plus solides s'ébranlent face aux horreurs dont il est le témoin. Il doit aussi ouvrir les yeux face à la réalité de cette région qui, pendant des années de terrorisme et d'intervention anti-terroriste de l'Etat, n'a connu que la terreur et la mort.
Polar riche en rebondissements, Abril rojo soulève le thème de la violence indescriptible présente dans n'importe quelle guerre, mais aussi du mal qui se trouve en chacun de nous : l'auteur joue sur cette ambigüité. Le substitut Chacaltana et l'assassin en série se rapprochent et se confondent au fur et à mesure de l'enquête. La désillusion est aussi un thème important dans le roman : le protagoniste est un fonctionnaire pour qui le code civil est la seule vérité; devant ces meurtres en séries, il devra ouvrir les yeux, car « l'horreur n'a pas lu le code civil », nous dit Roncagliolo. Abril rojo est un thriller bien ficelé, au suspense efficace, qui utilise de nombreuses références au cinéma, notamment Seven.
Santiago Roncagliolo nous livre donc un thriller angoissant à partir de l'histoire récente du Pérou. L'originalité de sa démarche réside justement dans ce choix: prendre la violence politique comme cadre pour une intrigue fictive de tueur en série, et non comme sujet direct de son roman. Roncagliolo est un auteur qui ne se soucie pas d'être applaudi par la critique, mais d'être lu par le plus grand nombre.
Bibliographie complète
Romans
- El príncipe de los caimanes. Barcelona: El Bronce, 2002. Barcelona: Seix Barral, 2006.
- Pudor. Madrid: Alfaguara, 2004. (Histoires indiscrètes d'une famille sans histoire. Paris: Seuil, 2009. Traduction française de Gabriel Iaculli.)
- Abril rojo. Madrid: Alfaguara, 2006. Ganadora del Premio Alfaguara 2006. (Avril Rouge, Paris: Seuil, 2008. Traduction française de Gabriel Iaculli.)
- Memorias de una dama. Madrid: Alfaguara, 2009.
Nouvelles
- Crecer es un oficio triste. Barcelona: El Cobre, 2003.
Essais, chroniques
- El arte nazi. Lima: Satira Cartonera, 2004.
- Jet Lag. Madrid: Alfaguara, 2007. Chroniques parues dans le blog littéraire El boomeran(g).
- La cuarta espada. La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso. Madrid: Debate, 2007.
Littérature jeunesse
- Rugor, el dragón enamorado. Lima: Alfaguara, 1999.
- La Guerra de Mostark. Lima: Alfaguara, 2000.
- Matias y los imposibles. Madrid: Siruela, 2006.
Théâtre
- Tus amigos nunca te harían daño.
Pour citer cette ressource :
Clémence Oriol, "Dossier sur Santiago Roncagliolo", La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), mai 2009. Consulté le 06/10/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/litterature/litterature-latino-americaine/la-dictature-dans-la-litterature/santiago-roncagliolo