Entre el mito y la realidad en la obra de García Márquez
Luego de la muerte de Gabriel García Márquez el pasado 17 de abril, han aparecido en los periódicos y revistas todo tipo de crónicas y reportajes en homenaje al escritor colombiano. Según el tipo de publicación, se han hecho elogios a su obra, a su vida, a su compromiso político, a su influencia en la literatura y la cultura latinoamericanas y a la relación indisociable entre la realidad latinoamericana y su estilo particular: el realismo mágico. Gabriel García Márquez se erigió en Colombia, su país natal, y México, su patria de adopción, como un hombre ejemplar, de tal manera que aun aquellos que nunca leyeron sus libros están tristes por su muerte. Sus historias se dieron a conocer a través de las canciones, las telenovelas, el cine y las numerosas referencias a su obra que las culturas colombiana y mexicana incorporaron y reprodujeron. De modo que sus obras no solo se han inspirado en la realidad de estos países, sino que además la han transformado. Pero su influencia no se limita a estos dos países ni tampoco a Latinoamérica, su obra ha traspasado la frontera no solo de la cultura latinoamericana sino la de lengua: ha influenciado escritores y cineastas de todo el mundo y en todas las lenguas. Sus títulos y citas célebres aparecen en los periódicos y en la televisión internacionales. Dado que era una figura pública, incluso una celebridad, sus declaraciones públicas, sus preferencias políticas, sus viajes, su exilio en México y sus amistades fueron conocidos en el mundo entero, en especial su amistad con Fidel Castro y su cercanía con otros mandatarios como François Mitterrand. Asimismo se lo puede ver en fotos con otros escritores como Pablo Neruda o Milan Kundera. En 1982 recibió el premio nobel vestido con una guayabera blanca.
En cuanto a su obra, su importancia como novelista y cuentista es indudable, el premio nobel la respalda; por el contrario su trabajo como periodista, cronista, cineasta y dramaturgo es menos conocido. El presente homenaje comprende un ensayo sobre El mito y la realidad en la obra de García Márquez y cinco reseñas de obras no tan conocidas y relativamente tempranas de García Márquez. Las obras reseñadas no pertenecen a su obra ficcional. Por medio de las reseñas de estos cinco títulos, seleccionados a partir de mi gusto personal, pretendo dar a conocer la vida y las opiniones de Gabriel García a través de su obra, a saber, abordar las distintas facetas de su compromiso político, sus labores periodísticas, sus análisis de Latinoamérica y el Caribe y su escritura fuera del realismo mágico, en particular su incursión como dramaturgo. En suma su importancia como figura pública e intelectual que ha inspirado a muchos y ha suscitado la crítica de otros, pero que sin duda influenció la cultura latinoamericana y la literatura hispana de manera profunda. Las siguientes obras serán abordadas: Viaje por los países socialistas, una crónica sobre los países de la cortina de hierro; La soledad de América, su discurso al recibir el premio nobel; El olor de la guayaba, obra escrita a cuatro manos en el que se plasman los diálogos de García Márquez con el escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza; La aventura de Miguel Littin, clandestino en Chile, crónica novelada basada en hechos de la vida real que suceden al cineasta Miguel Littin, un exiliado que regresa a su país para filmarlo durante la dictadura. Por último Diatriba de amor contra un hombre sentado, su única pieza de teatro, un drama burgués, universal, urbano y contemporáneo. Estas obras están organizadas cronológicamente para que permitan dar cuenta no solo de la evolución del pensamiento del autor sino de los diferentes contextos históricos, políticos y sociales que lo influenciaron en aquella época.
El mito y la realidad en la obra de García Márquez
Es bien conocido que el universo ficcional de García Márquez ̶ el de gran parte de su obra ̶ recrea mundos míticos que parecen suceder fuera del tiempo histórico y que nos devuelven al tiempo de los orígenes. Algunos de sus personajes son seres sobrenaturales o, por lo menos, son seres que exceden la mera humanidad. Sin embargo la literatura de García Márquez está muy arraigada en la realidad, particularmente en historia del siglo XX de Colombia y de Latinoamérica, con sus guerras civiles, sus masacres y sus dictaduras. En esta misma lógica de la recreación mítica de la realidad está la figura del dictador, personaje que se reitera en su obra. Los dictadores de García Márquez se comportan como los héroes de las epopeyas griegas: movidos por la voluntad de poder, que más bien parece un designio divino, están dispuestos a todo por conducir los pueblos y los hombres por el camino que ellos creen correcto. Dirigen los pueblos como si un llamado mesiánico, de la divina providencia o de una fuerza misteriosa los impulsara a salvar la humanidad. Esta ebriedad de poder mesiánica no es exclusiva de los dictadores imaginarios creados por García Márquez, sino que según Alain Vuillemin en su artículo “Dictateur” es la característica principal de numerosas dictaduras del siglo veinte en el mundo entero, tanto reaccionarias como revolucionarias. A propósito de su obra, García Márquez cree que esta relación entre lo mítico y la realidad es natural en Latinoamérica, cuyo paisaje superrealista inspiró a los cronistas de indias las descripciones más descabelladas de la naturaleza. Su obra cumbre, Cien años de soledad, está construida como un relato mítico fundacional de Macondo, un pueblo imaginario condenado de antemano a la desaparición y el olvido, cuya Historia, cíclica y llena de excesos, se parece a la de Latinoamérica.
La literatura moderna y el mito se conciben como dos cosas completamente contrarias. El mito es sagrado, anónimo y colectivo. El mito habla de una experiencia que se vive socialmente. La literatura moderna, por el contrario, habla de una situación particular y está más que nunca ligada a un autor individual. No es tenida por una verdad y por lo tanto no puede ser sagrada. Sin embargo en la obra de Gabriel García Márquez el mito y la modernidad conviven. La obra de García Márquez es profundamente moderna y aunque formalmente esté llena de símbolos sobrenaturales y metafísicos, sus relatos no son fundacionales, no son representativos de la institución de una nación ni de un pueblo. Al contrario, es la destrucción la que prevalece. Su obra más representativa a este respecto es Cien años de soledad, en la que los críticos vieron una metáfora de la Historia. Cien años de soledad, la obra cumbre de García Márquez, se trata de la Historia de un pueblo desde su génesis hasta su apocalipsis que tiene en común con el mito la presencia de acontecimientos y de hombres extraordinarios: la ascensión a los cielos entre sábanas de una muchacha desmesuradamente hermosa (Remedios la bella), las mariposas amarillas que persiguen a un obrero (Mauricio babilonia) las predicciones de los misteriosos pergaminos de un gitano (Melquiades) sobre el destino de Macondo y de la familia Buendía. Su organización es cíclica pues los acontecimientos y los nombres de los personajes se repiten. Pero todos estos sucesos, aún los más extraordinarios, se basan en recuerdos del escritor y de su familia y sobre todo en sucesos de la historia de Colombia: en particular la masacre de las bananeras de la United Fruit Company y la guerra bipartidista.
En su libro El olor de la guayaba, escrito a cuatro manos junto con el escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, Gabriel García señala que esta manera de recrear la realidad con símbolos sobrenaturales, que se ha denominado el realismo mágico, está muy ligada a América Latina. De hecho ya los cronistas de indias hablaron de América como un lugar fabuloso lleno de criaturas extraordinarias. Y García Márquez dijo que en el Caribe efectivamente se ven y se oyen historias asombrosas: como niños sacando con redes de pescar cadáveres de animales africanos (un circo ahogado), un hombre con cola de puerco, una madre que para esconder la huida de su hija de la casa dice que se fue a los cielos, o la presencia de un papa en el Caribe. Todos estos sucesos que él recreo en sus relatos cortos están basados en hechos que él mismo constató, historias que le contaron y supersticiones típicas de los pueblos del Caribe. Porque los pueblos del Caribe son por lo general supersticiosos, circunstancia que García Márquez atribuye a la influencia africana. Para él, los boleros son la prueba de que En América Latina y en particular en el Caribe la realidad se percibe o se cuenta de manera exagerada. Entre lo sublime y lo cursi, los boleros llevan la realidad hasta el límite de lo imaginario, por eso no tiene nada de raro que García haya imaginado que un hilo de sangre de un personaje recién asesinado recorre un pueblo entero hasta llegar a la casa de la madre para advertirla de la muerte de su hijo. Y este tipo de acontecimientos son los que caracterizan a Macondo, inspirado en Aracataca, su pueblo natal ̶ pequeño pueblo que albergaba los campamentos de la United Fruit Company, al que se llegaba en viejos trenes utilizados para transportar el banano ̶ y Barranquilla ̶ ciudad calurosa y desolada, de la que puede decirse que es la capital económica e intelectual de la costa colombiana.
Otro de los fenómenos de la vida real recreados por García Márquez es la dictadura. El escritor estuvo fascinado por los dictadores, los estudió cuidadosamente para crear sus personajes. Esta fascinación obedece a que siempre detestó el poder y a que lo relacionó con la fama, que le llegó de repente y que, por lo menos, le resultaba incómoda. En El olor de la guayaba describe al poder como la realización más alta y compleja del ser humano. En el poder se conjugan toda la grandeza y la miseria humanas. Tanto el poder como la fama conllevan la soledad. Y la soledad de la fama es igual a la del poder puesto que la estrategia para conservar el poder como la de mantener la fama terminan por parecerse. El otoño del patriarca y La mala hora son sus novelas más representativas en cuanto a la figura del dictador. El propio García describe a El otoño del patriarca como un poema sobre la soledad del poder. En este libro el dictador tiene un comportamiento mítico-poético en el sentido que lo describe Max Bilen (“Comportement mythico-poétique”), que se aparta de lo banal, lo lícito, lo normal, para buscar trascender su condición humana. El dictador lo hace a través del poder. En El otoño del patriarca el dictador dura en el poder cien años, pero además vive fuera del tiempo: un día se levanta y encuentra a todos los ciudadanos vestidos como la sota de bastos, abre la ventana que da al mar y ve las tres carabelas de Cristóbal Colón cerca al acorazado dejado por los marines norteamericanos. Dos hechos históricos y uno fantástico combinados.
En sus obras no ficcionales, la realidad Latinoamericana también es una de sus preocupaciones principales En su discurso La soledad de américa latina, pronunciado en Suecia con la ocasión de la recepción del premio nobel en 1982, desarrolla la idea de que las adaptaciones latinoamericanas de los sistemas de gobierno provenientes de Europa están destinadas a fracasar pues no tienen en cuenta las particularidades de los pueblos a las que son aplicados. Y esta idea la adaptación fallida de un sistema político García Márquez la comprobó no solo en Latinoamérica, sino en Europa del este, en donde la dictadura del proletariado, pese a su carácter subversivo de los inicios, terminó por ser una dictadura. Su viaje por los países socialistas le confirmó que los sistemas políticos trasplantados no prenden en tierra ajena, aun cuando estos tengan la tendencia política correcta, pues García Márquez desde muy pequeño creyó en el socialismo. Él cuenta que en el liceo de Zipaquirá “no sabía dónde quedaba el norte ni donde el sur, pero tenía ya dos convicciones profundas: que las buenas novelas deben ser una transposición poética de la realidad y que el destino inmediato de la humanidad es el socialismo”. En sus crónicas publicadas bajo el nombre de Viaje por los países socialistas no puede ocultar un poco de decepción y de sentimientos encontrados. Sus conclusiones fueron que los pueblos de Europa del este no se levantaron contra el sistema sino contra la represión y que aunque algunas de estas democracias populares eran ajenas a los espectaculares progresos del consumo, resolvían sus problemas elementales a puerta cerrada y muy lentamente. Aunque paradójicamente invirtieron una cantidad increíble de recursos en avances de la tecnología espacial para competir con el capitalismo.
Bibliografía
- Apuleyo, Plinio et Gabriel García Márquez. El olor de la guayaba. Barcelona, Mondadori, 1994.
- Bilen, Max. “Comportement mythico-poétique”. En: Dictionnaire des mythes littéraires. Éditions du Rocher, 2000.
- Brunel, Pierre. “Preface”. En : Dictionnaire des mythes littéraires. Éditions du Rocher, 2000.
- Vuillemin, Alain. “Dictateur”. En: Dictionnaire des mythes littéraires. Éditions du Rocher, 2000.
Pour citer cette ressource :
Edna Córdoba, "Entre el mito y la realidad en la obra de García Márquez", La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), mai 2014. Consulté le 10/10/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/litterature/litterature-latino-americaine/hommage-a-gabriel-garcia-marquez/entre-el-mito-y-la-realidad-en-la-obra-de-garcia-marquez