En qué consiste la narcocultura
Tres periodos de violencia hubo en Colombia: la violencia bipartidista, la violencia revolucionaria y la narco violencia. En los últimos setenta años Colombia ha sufrido: la disputa por el poder entre liberales y conservadores, la guerra contra los grupos guerrilleros que reclamaban el comunismo y la época del surgimiento de las mafias: el narcotráfico y el paramilitarismo. En 2014 se cumplen 68 años de violencia que han afectado profundamente al pueblo. Los gobiernos sucesivos no solo no han logrado proteger a la población de la violencia y la injusticia, sino que algunas veces han propiciado estos atropellos.
En un contexto de violencia e injusticia en el que se vuelve común el menosprecio por lo gubernamental, el pueblo tiende identificarse con íconos transgresores de origen popular, como el boxeador Miguel “Happy” Lora, el cantante de vallenatos Diomedes Díaz y el narcotraficante Pablo Escobar. Es así que los narcotraficantes con sus trajes de hombres del pueblo y su poder imponen su ética y su estética en la sociedad colombiana. Así surge la narcocultura. Si en el siglo XX esta cultura ya estaba más que instaurada en la sociedad, el siglo XXI comenzó con una legitimación de esta ética pendenciera. Las decepciones del siglo XX (como la esperanza frustrada de paz y el odio generalizado contra los grupos guerrilleros) provocan que esta actitud belicosa —que ya estaba en la sociedad— se convierta en el siglo XXI en una consigna promulgada por el propio gobierno.
Ética y estética narco - génesis de la cultura narco
Pablo Escobar
vestido como uno de los hombres
de Pancho Villa
En los años ochenta, época de la génesis del narcotráfico en Colombia, hubo una identificación lingüística y cultural con México, debida sobre todo a las producciones musicales y cinematográficas muy populares en toda Latinoamérica. En particular, la ranchera y el corrido tuvieron un éxito indudable. El corrido era originalmente revolucionario. Sus letras describían las hazañas de la revolución mexicana. Sin embargo, más tarde en Colombia y en México el corrido contará las hazañas de los narcotraficantes. El pueblo se sentirá fascinado por esta música porque ella manifiesta una oposición al gobierno y cuenta la historia de aquellos que han salido de la pobreza.
Gonzalo Rodríguez Gacha, alias el mexicano, era un apasionado de la cultura popular mejicana, y en particular de los corridos. Era el más mortífero y cruel de los dos “pilares” del cartel. Su función era sobre todo coordinar el entrenamiento y reclutamiento de sicarios. Rodríguez Gacha influenció el gusto popular de manera notable. Al igual que Pablo escobar, Rodríguez Gacha era percibido como una suerte de Robin Hood local. El pueblo se identificó con ambos porque representaban el ascenso social, el enriquecimiento rápido e incluso la oposición al gobierno. A ojos de muchos, fueron redentores y ejecutores de la justicia social que el gobierno no era capaz de proveer.
Los narcotraficantes eran gente temeraria y valiente, compartían su descomunal fortuna con los amigos y daban regalos a los pobres. También “daban trabajo” a los jóvenes como sicarios. En sus años de bonanza crearon una economía ficticia que hizo posible que los tratados de libre comercio no afectaran el capital local. Y como había plata, la violencia se podía tolerar. Los corridos cuentan todas estas historias exaltando la conducta jactanciosa del “no me dejo de nadie”, del “nadie puede conmigo”. El vallenato a veces hace lo mismo. Aunque nació a partir de tres ritmos tradicionales (puya merengue y paseo), el vallenato fue financiado por los paramilitares, que también querían contar sus hazañas en el negocio de la droga y la guerra.
En el plano de la estética, sin tener ningún criterio en materia de arte, o de moda, los capos construyeron y decoraron sus residencias con una estética ecléctica que se caracteriza por lo que muchos denominan el mal gusto. Las mujeres a su alrededor se vestían de una manera estrafalaria y se hacían cirugías plásticas, como si fueran estrellas de pop o modelos.
Consumo y cultura mediática (sobre cómo la sociedad se impregna de esta cultura)
Una vez exterminados los carteles, al menos en teoría, el consumo de droga sigue siendo una actitud contestataria frente a la autoridad e incluso frente al sistema capitalista y a los valores de la burguesía. Mientras para la clase meda y alta la droga es una muestra de hedonismo, de moda y de rebeldía, para la clase popular es una salida. Santiago Rueda en su libro Una línea de polvo dice que para la clase popular el consumo compulsivo es probablemente una reacción a la frustración que el pueblo siente al ser convocado por la publicidad y la cultura mediática a la fiesta de lujo y el consumo a la que a la hora de la verdad no le está permitido el acceso. Las clases media y alta acompañan la droga con el rock, la música tecno, la salsa y a veces el vallenato (en versión juvenil y pequeñoburguesa llamada neovallenato). El corrido es la música privilegiada de las clases populares y de todos aquellos que están metidos de alguna u otra manera en la mafia.
La ética y la estética de la mafia se exaltan en las emisoras, las telenovelas, las pancartas publicitarias. La cultura narco puede verse en los lugares más comunes: los bares, los buses de transporte público, los centros comerciales, las fachadas de las viviendas y las vitrinas. Las jovencitas se visten con pieles y plumas en un clima donde no hay necesidad de atuendos invernales. Esto sucede no solo en el espacio urbano sino también en el campo, y en todas las clases sociales. No es raro oír de modelos y presentadoras de farándula que salen con narcotraficantes o que se prostituyen por grandes cantidades de dinero. La ortodoncia, la rinoplastia y la mamoplastia se vuelven cada vez más populares en la clase media. Y en el plano ético, a punta de ver telenovelas, las familias valoran cada vez más la actitud envalentonada y arrogante.
De esta manera la sociedad colombiana se impregna de cultura narco, una cultura que es a la vez mediática y popular porque los límites entre las dos no están muy bien definidos. Aunque estas tendencias estética y ética —cuyos orígenes están en la época del narcotráfico— son promulgadas por la televisión y la radio, hay que reconocer que ellas tienen sus cimientos en la cultura popular.
Siglo XXI cambalache (legitimación gubernamental de la narcocultura
Si durante el siglo XX esta ética narco aún representaba en cierta medida una transgresión contra el sistema excluyente, en el siglo XXI esta actitud ya no tiene nada de transgresora: ahora se trata de una actitud promulgada por el mismísimo gobierno. El proceso es explicado por Óscar Mejía Quintana en su artículo sobre la cultura democrática en Colombia[1]. El fracaso del proceso de paz del año 1999 dio como resultado un odio generalizado contra la guerrilla de las FARC y los partidos tradicionales. Esto sumado a la tradición política ultraconservadora del país (debida a la hegemonía conservadora y a la constitución terrateniente de 1886) terminó con la elección de Álvaro Uribe Vélez como presidente. La población decidida a recuperar la seguridad estuvo dispuesta a sacrificar las garantías constitucionales y la libertad de expresión. Esto incluyó la aceptación del autoritarismo gubernamental y la legitimación del culto al fuerte, al armado y al intolerante. Estos valores no eran novedosos en la cultura colombiana, pero a partir de la elección de Uribe se volvieron legítimos.
No es raro ver estos valores hoy en día en el trato ordinario. Independientemente de la clase social, muchas familias inculcan a sus hijos los ideales de “ser machos, desafiantes, vivos, frenteros, apasionados”[2]. En un contexto de exclusión social, el fomento de estos valores propicia la violencia urbana y podría incluso explicar la prepotencia de la guerrilla, cuyo papel hoy en día no es muy diferente a la del narcotráfico y el paramilitarismo, supuestamente ya exterminados de la sociedad colombiana, pero que en realidad aún siguen existiendo.
Notas
[1] Cultura democrática en Colombia: entre la frustración y la esperanza [artículo en línea] http://www.razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/1678-cultura-democratica-en-colombia-entre-la-frustracion-y-la-esperanza.html (consultado el 22 de febrero de 2014).
[2] Ibídem
Bibliografía y enlaces
Vallenato, paramilitarismo y narcotráfico [artículo en línea]
http://www.aporrea.org/actualidad/a154083.html (Consultado el 21 de febrero de 2014)
Los narcocorridos colombianos
Prefiero una tumba en Colombia. Uriel Henao. http://www.youtube.com/watch?v=xrCteAT8tJo
Son unas ratas. Uriel Henao. http://www.youtube.com/watch?v=1Ku9ps7f8eo
“Los corridos prohibidos”. Capítulo de Los puros criollos [Serie televisiva documental]
http://www.youtube.com/watch?v=WdYKV_-GpWE
Pour citer cette ressource :
Edna Cordoba, En qué consiste la narcocultura, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), mars 2014. Consulté le 21/12/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/civilisation/histoire-latino-americaine/colombie/en-que-consiste-la-narcocultura