«Una línea de polvo» de Santiago Rueda
Rueda, Santiago. Una línea de polvo. Colección de ensayos sobre el arte colombiano. Alcaldía Mayor de Bogotá, 2009.
Santiago Rueda empieza su libro con una fotografía de la obra “Esto no es una pipa” de Camilo Restrepo. Obra que sin duda hace referencia a la obra de Magritte “Ceci n’est pas une pipe”. Como la obra de Magritte, la obra de Restrepo se basa en el principio de que la representación de un objeto no es el objeto en sí mismo. Pero la ironía de Restrepo es mucho más política. Se trata de varias esculturas en forma de pipa fabricadas con un centenar de pipas utilizadas para fumar bazuco que el artista recolectó en los expendios clandestinos de la ciudad de Bogotá. El bazuco es una sustancia elaborada con restos de cocaína desechada, gasolina y ácido sulfúrico. El bazuco es consumido por la gente de la calle, por todos aquellos adictos que no tienen plata para comprarse un gramo de cocaína. Las pipas que recolectó tampoco son realmente pipas, o no lo eran en su origen; fueron elaboradas por los drogadictos con lapiceros, marcadores, jeringas o tubos. Esta especie de mise en abyme (pipa hecha de pipas), señala varios aspectos del problema de las drogas en Colombia como la pobreza, la adicción y la producción.
El estudio que hace Rueda del problema se basa en la hipótesis según la cual el término narcotráfico no es apropiado, ya que excluye los beneficios y la responsabilidad de los países consumidores, que obtienen ganancias económicas del lavado de activos, del tráfico de químicos y de la venta de armas a los países productores.
Santiago Rueda hace un recorrido histórico que empieza en los años ochenta, en la época que él llama la luna de miel entre el gobierno y el narcotráfico, una época en la que no se perseguía a los narcotraficantes. En su recorrido histórico, Rueda describe cómo las clases dirigentes, la ausencia de modernidad, la guerra sucia entre el gobierno y los grupos revolucionarios y las políticas prohibicionistas desembocaron en la narcoviolencia, que dejó miles de muertos, cientos de secuestrados, llenó de atentados terroristas las ciudades y amenazó gravemente la libertad de prensa.
En los años ochenta no hubo realmente obras plásticas o visuales que dieran cuenta del conflicto. En lugar de esto había trabajos abstractos con motivos indigenistas o que conmemoraban el descubrimiento de América. Los años noventa, por el contrario, empezaron con un cambio ideológico en los artistas hicieron acercamientos críticos al problema. La obra Anexo 273 es una escultura que el artista Juan Fernando Herrán presentó en la V Bienal de Bogotá en el año 1996. Esta obra muestra unas cajas de color fucsia con estrellas que aluden al dinero presuntamente donado por el cartel de Cali para la campaña presidencial del expresidente Ernesto Samper Pizano.
Al final de los noventa se confirmó el fracaso de la guerrilla de las FARC como proyecto revolucionario para convertirse en lo que Rueda denomina un grupo armado neoliberal, es decir un grupo que entra en el negocio de los cultivos ilícitos, el petróleo, las esmeraldas y el banano usando la violencia como instrumento para asegurar sus finanzas. En el año 1999 es concebido el plan Colombia, que comprendía un total de 7000 dólares, de los cuales 3000 debían ser donados por Estados Unidos. Esta política estadounidense para apoyar la lucha contra el tráfico de drogas en Colombia no era ni desinteresada ni enfocada solamente a disminuir el narcotráfico, pues los 4000 dólares que el gobierno colombiano debía aportar debían ser invertidos en comprar químicos de fumigación y armamento a Estados Unidos.
Precisamente en el año 1999 surge el grupo status quo, el grupo más representativo de la crítica al problema narco por medio de las artes. Este grupo debuta en el género narco con sus muestras de arte conceptual. El surgimiento del grupo coincidió con el Global Coceptualism y la Primera Bienal de Mercosur, muestras internacionales sobre el conceptualismo en América Latina.
En los años 2000, una nueva ola de artistas conceptuales utiliza la sátira para explicar las nuevas preocupaciones que trae la década. En el Salón Nacional de Artistas del año 2001, Fabián Montenegro presenta como obra una empresa de fabricación y distribución de droga al por mayor legalmente constituida. Montenegro presenta su marca registrada con su respectivo material promocional. El artista incluye una carta en la que explica por qué la legalización es el único proceso válido, lógico y rentable para acabar con la narcoviolencia dentro de las reglas de la libertad de mercado. Esta obra constituye una crítica irónica al capitalismo y al liberalismo.
Snow drogas e.u. de Fabián Montenegro
También en el 2001, el artista Wilson Díaz, participa con un ready made en un taller internacional en Curazao. Para este ready made, Díaz se inspira en la obra Mierda de artista de Piero Manzoni, quien vendió 90 latas de conservas con sus excrementos, cuyo peso fue pagado por su equivalente peso en oro. La obra de Manzoni va más allá de la reflexión sobre el arte, se constituye en una crítica irónica al mercado del arte, a cómo el capitalismo reduce el arte a un simple valor económico. Al igual que la serie Esto no es una pipa de Restrepo, Wilson Díaz llevó el concepto más allá de la reflexión metaartística. El de Díaz es un acto político. Wilson Díaz tragó 30 semillas de coca en Colombia, las defecó en Curazao, y las regó para hacer germinar las plantas. Con este ready made, Díaz aludió a la condenación absurda a la planta, a la situación de las mulas e incluso a la esencia del arte conceptual.
Jaime Ávila hizo entre los años 2002 y 2005 una serie titulada La vida es una pasarela. Se trata de una serie de fotografías de habitantes de las calle adictos al bazuco que parodia la estética de las revistas de moda.
Con este mismo espíritu de hacer pastiches de la cultura de masas pero que incluyen un compromiso político, muchos artistas colombianos entre los años noventa y la primera década de 2000 expusieron sus obras en galerías nacionales e internacionales. La parodia a la taxonomía botánica, el uso de la planta y el uso de la droga procesada como material de trabajo son muy frecuentes en estas obras que van siempre acompañadas de sátira política, de humor negro y de crítica social. La interpretación que Santiago Rueda hace de las obras contemporáneas, permite que su libro se constituya en una reflexión sobre los derechos humanos y la cultura colombiana en relación con la producción y el consumo de drogas en el país.
Pour citer cette ressource :
Edna Cordoba, Una línea de polvo de Santiago Rueda, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), mars 2014. Consulté le 04/12/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/civilisation/histoire-latino-americaine/colombie/una-linea-de-polvo-de-santiago-rueda