Las fiestas religiosas en España: ¿indicador religioso o mera atracción turística?
Introducción
Las fiestas ritman el calendario español: se empieza por la fiesta de los Reyes Magos, se pasa por Semana Santa, el día de todos los santos y se termina el año con las fiestas navideñas. Sin olvidar todas la fiestas patronales que se celebran durante todo el año. Aunque estas fiestas tengan lugar en la mayoría de los países con raíces cristianas, cobran una importancia singular en España. La fiesta forma parte de la cultura española y se ha convertido en un rasgo sumamente atractivo a nivel internacional. Al festejarse de forma muy fastuosa, las fiestas atraen cada vez más turistas y se han convertido en un elemento cultural e identitario muy importante.
Pese a que la tradición católica esté muy implementada y que la noción de laicidad siga siendo borrosa, los estudios muestran que la fe y la práctica religiosa conocen una fuerte disminución, sobre todo entre los jóvenes.
Cabe interrogarse aquí sobre el carácter religioso de aquellas fiestas ¿La fiesta religiosa es simplemente una oportunidad para festejar? ¿Las tradiciones profanas y los diferentes ritos que las animan y que las hacen famosas producen la desaparición del valor religioso? ¿El valor religioso de las fiestas tiene algo que ver con el turismo masivo?
1. Religión y fe cristiana: una herencia que se va perdiendo
Un país históricamente católico
La religión católica en España forma parte de la cultura que se ha ido construyendo desde la España romana hasta la época contemporánea. La Iglesia fue protagonista de muchos de los acontecimientos históricos españoles más importantes. Al hablar de raíces cristianas no se puede dejar de lado la época de los Reyes Católicos. Fueron ellos quienes implementaron la fe cristiana, y la convirtieron no solo en una práctica religiosa sino en la condición del ser español. Tras la Reconquista en 1492 España dejó de ser el país en el que convivían las tres religiones. Con la expulsión de los judíos en 1492 y la de los moriscos más tarde, la religión católica cobró una dimensión identitaria y formó parte de la esencia misma del español. Y de eso se aseguraba la Inquisición establecida por Isabel la Católica en 1478. La religión católica fue uno de los motores más importantes de la conquista del Nuevo Mundo y de la implementación de las colonias españolas. Durante esa época, la potencia del imperio español estribaba en gran parte en principios cristianos.
España también siempre ha sido y sigue siendo un alto lugar de peregrinaje tanto más cuanto que se hallan importantes monumentos del mundo cristiano como la catedral de Santiago de Compostela, la reliquia de Santo Toribio de Liébana, la catedral de la Virgen del Pilar o el monasterio de Monserrat.
Sin embargo, para explicar la religiosidad y su importancia hoy en día en España también cabe hablar de historia más reciente, y particularmente de la herencia del siglo XX. Tras una Segunda República profundamente anticlerical que impuso la laicidad en su Constitución, la Iglesia y, de manera general, la fe fue un elemento de legitimación del golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Durante los treinta y seis años de dictadura, la Iglesia y el régimen fueron muy vinculados y se conoció un periodo de gran fervor religioso. La religión católica formaba parte de los pilares fundamentales de la ideología franquista hasta tal punto que se calificó al régimen como “estado confesional católico”. La religión formaba parte del cotidiano del español, tanto desde la educación de los niños como en las numerosas conmemoraciones y procesiones hasta en las monedas en las que estaba escrito “Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios”.
Si es tan importante mencionar esta época en la construcción religiosa actual es porque es necesario recordar su carácter sumamente reciente (pasaron cuarenta y siete años desde la muerte de Franco). La educación de entonces fue la que recibieron los ancianos de hoy, y eso tiene un impacto en la religiosidad moderna. Los principios religiosos franquistas representan una herencia aún muy viva y pueden ayudarnos a explicar el lugar de la religiosidad en la cultura española.
La práctica religiosa hoy en día
Según una encuesta realizada entre 2015 y 2017 por el centro de estudios Pew Research Center, España es el tercer país europeo con la disminución del cristianismo más importante. Y eso contrasta con los 72,7% de los españoles que se consideran creyentes según el último barómetro de CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas). ¿Qué lugar tiene la fe en la vida cotidiana de los españoles? Lo que revelan las encuestas es que la práctica religiosa no influye en el día a día de los españoles ya que solo un 12,9% dice ser practicante. Un 55,6% de los católicos entrevistados declara no ir “casi nunca” a misa.
La diferencia entre los que fueron criados con valores católicos (un 92%) y los que se declaran católicos una vez adultos va ensanchándose, hasta representar en 2018 una diferencia de 12 millones de personas y colocar a España en el tercer rango de los países europeos que abandonan la religión.
Si bien, el catolicismo ha participado durante tiempo a la construcción identitaria de España, para tres de cada cinco encuestados españoles la religión no aporta valor al sentimiento nacional al contrario de sus vecinos portugueses e italianos. El pasado también tiene que ver con la evolución de la religiosidad. En el artículo del País “España es el tercer país con un mayor abandono del cristianismo de Europa” José M. Abad Liñán escribe “mientras que los regímenes socialistas perseguían a la fe, el nacionalcatólico la impuso”. Para muchos españoles la Iglesia está teñida de franquismo y está vinculada con una visión conservadora.
Los jóvenes: ¿nueva generación atea?
Esta bajada de la religiosidad transparece con mayor claridad entre los jóvenes. Unos jóvenes que, quizás, se distinguen por no heredar directamente de la dictadura del siglo XX.
Las cifras son relevantes. Según los datos del informe de 2018 de Laicidad en cifras presentado por la Fundación Ferrer i Guàrdia, casi un 49% de los jóvenes entre 18 y 24 años no se identifican con ninguna religión. Unas cifras que contrastan con los 90% de los mayores de 65 años que se declaran católicos.
La última vez que el CIS preguntó a los jóvenes sobre su religión fue en 2014 y un 43% de los jóvenes entre 18 y 29 años se declaraban católicos no practicantes, un 9,3% se declaraba practicante y un 12.2% se declaraba ateo.
Esto podría explicarse por diferentes aspectos. Primero, hay que fijarse en los métodos educativos: los jóvenes ya no reciben tanta enseñanza religiosa en el colegio, la educación es mucho más laica. Y eso pese a que los colegios públicos y privados tengan obligación estatal de proponer cursos no obligatorios de diferentes religiones.
Durante el siglo XXI las mentalidades evolucionaron y se desarrollaron luchas y tomas de conciencia que, quizás, ya no sean muy acorde con los principios inculcados por la Iglesia, como la igualdad de género, el aborto o el matrimonio homosexual. La religión, para la generación de la democracia, ya no rima con modernidad.
2. La importancia de las fiestas religiosas en el calendario anual
Las numerosas fiestas cristianas
Entre las diferentes fiestas españolas, las fiestas religiosas son las que cobran más importancia y que se destacan sobre cualquier otra fiesta por su fastuosidad y todo el ánimo que suscitan. ¿Pero cómo se explica esta paradoja entre la importancia de estas fiestas y la disminución de los valores religiosos?
Las fiestas religiosas en España representan un momento de fervor religioso, en el que se mezclan las procesiones que traducen la devoción y una expresión popular repleta de emoción, intensidad y tradición. Se cuentan en España más de 280 fiestas durante todo el año entre las que se encuentran las más conocidas como los Reyes Magos, Semana Santa, Las Fallas de Valencia, las Hogueras de San Juan, los Sanfermines, San Isidro en Madrid, las fiestas del Pilar…
Para llevar a cabo nuestro estudio nos interesaremos más precisamente a dos celebraciones que tienen lugar en todo el país, las fiestas de Semana Santa y las fiestas patronales.
Semana Santa
Semana Santa es una de las fiestas religiosas españolas más famosas a nivel nacional e internacional en España. Es una festividad muy arraigada en la tradición española y que se celebra en todas partes. Donde se festeja con mayor intensidad es en el Sur de España, en la provincia de Andalucía y particularmente en las ciudades de Granada, Sevilla y Marbella.
Se trata de una festividad religiosa cristiana que conmemora el Triduo Pascual, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Su celebración tiene una proyección internacional en todos los países católicos, además de un gran valor simbólico y artístico. Las fechas de celebración cambian cada año puesto que la fecha de Resurrección se calcula según un fenómeno astrológico. Empieza el primer domingo después de la luna llena tras el equinoccio de primavera, llamado “Domingo de Ramos”. Se festeja entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
Las primeras representaciones remontan al siglo X cuando los monjes escenificaban la lectura de los textos litúrgicos para facilitar su comprensión. Un momento importante de la historia de Semana Santa es en 1521 cuando el Marqués de Tarifa volvió a España desde Tierra Santa y que institucionalizó el Vía Crucis en España, es decir una forma de oración que conmemora el camino de la Cruz que recorrió Cristo desde el Pretorio de Pilatos hasta el Calvario, y desde entonces este acontecimiento se celebra con una procesión.
Muchas de las conmemoraciones conservan un gran respecto de la tradición original. Entre ellas destacan las Pasiones Vivientes, los Penitentes, el Vía Crucis, el Descendimiento, el Prendimiento, y momentos inspirados de la Pasión de Cristo como la última cena.
Semana Santa no es solo un momento festivo, sino que representa un verdadero momento de expresión religiosa, dos aspectos a los que muchos españoles están apegados. Hay una verdadera escenificación que permite un despliegue musical, artístico y cultural.
Lo que más llama la atención al público es toda la vestimenta de las conmemoraciones, especialmente los capirotes que indican una vez más de una tradición profundamente anclada en la cultura religiosa. El capirote, es el atruendo más tradicional de Semana Santa y tiene sus orígenes en la Inquisición, es un símbolo de penitencia. Los colores de los trajes también cobran una dimensión importante en las celebraciones. Por ejemplo el morado evoca las moraduras de Cristo tras la pasión, el rojo es símbolo de sangre, la capa de color azul remite a la Virgen María. Durante el viernes santo se viste de negro como muestra de luto por la muerte de Cristo y el domingo el color es blanco, símbolo de resurrección.
Las fiestas patronales: rasgo típico español
Las fiestas patronales son celebraciones muy especiales que se festejan en toda España pero en cada parte la fiesta es única. Cada pueblo tiene su patrón, su santo protector, y eso rima con celebración. Durante todo el año se suceden las fiestas patronales y representan la mezcla perfecta entre religión y fiesta profana, es decir entre celebración religiosa y otras actividades festivas que se añaden como carrozas, corridas, desfiles, fuegos artificiales, concursos gastronómicos… En muchos casos es la ocasión, hasta en los pueblos más pequeños, de expresar el fervor, la devoción, y el fuerte apego al pueblo.
El origen de las fiestas patronales tiene lugar en los siglos XV-XVI en una época en la que muchos peligros (catástrofes, epidemias) amenazaban el pueblo o la comunidad. Se decidió elegir santos para proteger la ciudad frente al Maligno. Se elegía a protectores especialistas en dominios agrícolas o vinculados con las fuerzas de la naturaleza y de menor categoría para asegurarse de que pudieran contestar a las súplicas que les llegaban. Los santos a los que se dedicaba un santuario se convirtieron en patrones. La Iglesia intentó limitar la importancia de la religiosidad local frente a la religiosidad universal e impuso la restricción de algunas prácticas y una serie de normas para fortalecer su autoridad sobre las conmemoraciones patronales. Así es como, para sobrevivir frente a las nuevas normas, celebraciones originalmente religiosas como las corridas de toro o las veladas se volvieron oficialmente laicas. Con el paso del tiempo, el significado religioso de dichas celebraciones fue perdiéndose, convirtiendo así la fiesta patronal en un momento de reconciliación entre lo religioso y lo laico.
A pesar de estas restricciones la fiesta patronal es en muchos lugares una de las fiestas más esperadas del año, en la que la expresión del patriotismo y de la tradición española es muy importante. Este fervor en las fiestas patronales puede tener una razón histórica no tan antigua. En efecto, su importancia puede ser vinculada con otra fiesta muy importante entre los cristianos pero que ha sido prohibida varias veces: el carnaval. Durante la guerra civil, en 1937, el gobernador general de la Junta Técnica de Estado, primer organismo de Estado del bando nacionalista, prohibió las fiestas carnavalescas para mantener cierta austeridad en momento de lucha. La dictadura mantuvo la interdicción por ser una fiesta de subversión del orden, que no glorificaba al régimen o que no correspondía a una festividad religiosa. Esta prohibición puede explicar la explosión de las celebraciones patronales y subrayar las similitudes entre las dos fiestas.
Lo que marca las fiestas patronales españolas hoy en día son características que se le reconocen al Carnaval tradicional, como por ejemplo, la reunión de todo el pueblo en la plaza. La fiesta patronal es el momento de regreso de todos los hijos del pueblo. Todos los que viven, trabajan o estudian a fuera vuelven al pueblo durante las fiestas. El gasto y el despilfarro son también una característica carnavalesca muy importante, con la aparición reciente de las peñas. Pero también se encuentran los colores, la música de fiesta y la exaltación colectiva. La principal diferencia es el disfraz que no está presente en las fiestas patronales.
La fiesta patronal más conocida, quizás, sea la fiesta de San Fermín en Pamplona. Los sanfermines se festejan desde el 6 de julio hasta el día 14 inaugurándose en la plaza del Ayuntamiento. A pesar de la celebración del patrón de la ciudad, son las fiestas más significativas de esta mezcla entre religión y cultura, puesto que lo más característico es el encierro de toros por la ciudad y las numerosas corridas. Estas fiestas atraen cada vez más turistas en busca de exotismo y de una representación tradicional de la cultura española, y eso, quizás, sea el desencadenante de una pérdida de la religiosidad en las grandes fiestas con valor turístico.
Su valor religioso
Tratar del valor religioso de aquellas fiestas es cosa muy difícil puesto que depende mucho de la importancia que cada uno le confiere. El número de fiestas religiosas en España es tan importante que es ya un marcador importante de religiosidad: en cada fiesta está presente una o varias conmemoraciones religiosas en las que el pueblo está presente.
Lo que sí se puede afirmar es que en algunas fiestas muy famosas el valor religioso ya no es el núcleo de la fiesta, como en los sanfermines, en las fallas de Valencia o en las hogueras de San Juan en Alicante. Puesto que se ha desarrollado alrededor de esos momentos festivos tradiciones y ritos profanos externos a la celebración del patrón pero que permanecen muy importantes en el reconocimiento identitario de la fiesta. Son las fiestas que más turistas atraen y por extensión que más laicas se vuelven.
3. Unas fiestas de interés turístico, económico y cultural
España es reconocida a nivel internacional como uno de los países más fiesteros del mundo lo que genera un elemento muy atractivo para los turistas extranjeros. Hay 40 días festivos declarados de interés turístico internacional y 85 fiestas religiosas declaradas de interés turístico nacional. Las nacionalidades de los turistas son muy diversas y testimonian de las diferentes expansiones de las fiestas a nivel internacional, por ejemplo se encuentran muchos estadounidenses en las ferias andaluzas e ingleses en los sanfermines. Sin embargo, los italianos prefieren las visitas por el Camino de Santiago.
Según un informe de la CEE (Conferencia Episcopal Española), el turismo y las fiestas generan 225 000 empleos de trabajo y más de 22.620 millones de euros cada año, representan un 3,12% del PIB de España. La Universidad de Sevilla estima que las ferias de Abril fueron visitadas por más de 4 millones de personas en 2019 y generaron más de 890 millones de euros.
Además de un interés cultural, las fiestas españolas, mediante el turismo tienen un interés económico porque son un verdadero elemento de dinamización para los pueblos y las ciudades. Los sectores que más aprovechan las fiestas son los de la restauración y de la alimentación. Por ejemplo, en España, las fiestas navideñas se prolongan hasta una semana más que en sus vecinos europeos debido a la celebración de los Reyes Magos el día de la epifanía el 6 de enero.
Esas cifras colosales ponen de realce el interés para la economía española de seguir promoviendo las fiestas religiosas. Sin embargo, quizás, podríamos cuestionarnos sobre la autenticidad de algunas fiestas o tradiciones que atraen y que podrían servir únicamente de atracción turística.
Conclusión
Mediante este estudio hemos podido estudiar algunas de las principales fiestas religiosas en España y mostrar su historia, su importancia en la cultura española y sus particularidades a diferencia de otros países cristianos.
El estudio de las fiestas en España bajo el prisma de la religiosidad y del turismo muestra de manera muy nítida la importancia cultural e identitaria de esas fiestas para los españoles. En efecto, a pesar de la bajada de la práctica religiosa, las fiestas son ante todo un momento de convivencia, reunión y promoción de una cultura y de unas tradiciones de las que los habitantes son muy orgullosos. Cada fiesta tiene su particularidad y permite a cada rincón de España mostrar una tradición, una gastronomía, una manera de festejar propia que revela la riqueza y las diferentes identidades españolas. Mediante las fiestas, los habitantes conmemoran su apego a sus raíces religiosas, a su historia y a su tierra. Las fiestas se promueven y la cultura se exporta generando un Soft Power ((El poder blando, o poder suave, (del inglés soft power), es la habilidad de un Estado para persuadir a otros países evitando el uso de la fuerza o la coerción, valiéndose de medios más sutiles, como su cultura, su modelo social o sus valores políticos. Este término fue creado en la década de los noventa por Joseph Nye, geopolitólogo estadounidense de la Universidad de Harvard, en su libro Bound to lead: The changing nature of American Power, y se ha convertido en un concepto muy utilizado para analizar las relaciones internacionales. Fuente: "¿Qué es el poder blando?" in El Orden Mundial,18/08/2020.)) asociado al festejo y al buen vivir y convirtiendo a España en uno de los mayores destinos turísticos del mundo. Así que se puede afirmar que por muy poco practicante que se haya vuelto España, muy fiel a sus fiestas y sus conmemoraciones permanece.
Nota
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Pour citer cette ressource :
Thelma Vansteene, Las fiestas religiosas en España: ¿indicador religioso o mera atracción turística?, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), mai 2022. Consulté le 08/11/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/civilisation/histoire-espagnole/societe-contemporaine/las-fiestas-religiosas-en-espana-indicador-religioso-o-mera-atraccion-turistica