Una vida en el siglo XX
Introducción
A principios del siglo XX y ante todos los avances tecnológicos que se habían experimentado en las décadas anteriores, empiezan a florecer por toda Europa nuevos ideales: inspirados por las tesis de Marx o de Proudhon, muchos son los que creen que un mundo diferente es posible. Jean Jaures se considera el padre del socialismo francés, en 1917 la revolución bolchevique marca un momento decisivo en toda la historia mundial. En España se proclama la segunda República en 1931 y en Francia se instaura un gobierno socialista en 1936. Sin embargo, este movimiento se verá reprimido muy rápidamente: 18 de julio del 1936, alzamiento militar en España, 1 de septiembre del 1939, estalla la Segunda Guerra Mundial. Durante este período oscuro del siglo pasado muchos son los que tienen que recorrer los caminos del exilio, y muchos los oprimidos que tienen que quedarse en su país, a pesar de las duras represalias de los gobiernos: anarquistas, republicanos, judíos y tantos otros que tuvieron que vivir al margen.
En este momento en que se intenta recuperar la memoria histórica y evitar que se olvide lo ocurrido, pocos son los que pueden darnos un testimonio vivo de lo que pasaron. Teresa Albareda es una mujer casi centenaria. Una mujer del bando de los rojos, los oprimidos, de los marginados, y aún más siendo mujer. Porque no se trata de una persona cualquiera, Teresa es realmente un ser excepcional, que nos ha querido contar con lucidez y un punto de vista muy crítico su experiencia, los trágicos años de la guerra civil y su exilio permanente. Queremos agradecer ante todo a Teresa y a su hija Amàlia Prat su disponibilidad y toda la atención que nos han acordado, a pesar de sus muchas ocupaciones.
L'interview en espagnol
Presentación
Teresa, el próximo día 1 de mayo cumplirá 97 años, ¡felicidades! 1 de mayo, una fecha un tanto simbólica teniendo en cuenta la orientación que quiso dar a su vida y sus ideales, ¿verdad?
Pues sí, ya se lo he dicho a mis hijas más de una vez, nací en una fecha predestinada, y no podía ser sino una mujer rebelde!
Ahora usted vive en Anglesola, un pueblecito cerca de Tàrrega y de Lleida. En una casa de payés. ¿Fue aquí donde nació?
Nací en 1911 en un pueblo agrícola de al lado de Cervera, Pallarols ; un poco más tarde un tío mío, al volver de la Argentina, se desplazó hasta Anglesola y compró la casa donde vivo ahora, que mi hermana mayor, de veinte años más que yo, me dejó cuando murió.
¿Cómo recuerda los primeros años de su vida?
Mis primeros años, los recuerdo junto a mi madre, y con un padre que cuando volvía del huerto, me llevaba a escondidas un melocotón que yo me comía con deleite ; tan sólo tenía tres años, pero la imagen de la calle empinada y de mi padre bajando del huerto no se me ha borrado de la memoria. Mi padre murió poco después, y toda la familia, mi madre con siete hijos, tuvimos que trasladarnos a Terrassa.
Terrassa era una ciudad industrial en esa época...
Exactamente. Todos mis hermanos encontraron trabajo allí, era una ciudad industrial en plena expansión, pero yo, siendo niña, me quedaba en casa y cuando podía, que no era siempre, me mandaban a una escuela que había en el barrio donde aprendí a leer y a escribir. Mis hermanos se espabilaron, aunque dos hermanas murieron jóvenes, algunos se casaron en Terrassa, otros a Arenys... y yo, al cumplir los once años, ya tuve que ir a la fábrica, a recoser los defectos de los tramados, que se ve que tenía maña. Dejar de ir a la escuela me resultó doloroso, me gustaba mucho, pero en casa necesitaban mi sueldo...
En 1925 era usted muy joven, ¿qué influencia tuvo en sus ideas el primer golpe de estado de Primo de Rivera?
No me acuerdo mucho de aquella etapa. En casa todos estaban pendientes del trabajo, y yo, después de un par de años de colegio, que debo al Sr. Magí, un buen vecino que se ocupó de encontrarme sitio en una escuela de los alrededores y que insistió para que mi madre me dejara ir, entré a la fábrica a recoser los defectos de los tramados.
Los años de la República
¿Y la República? ¿Cómo vivió todo esto? ¿Qué supuso para su familia, sus amigos?
Yo tenía veinte años cuando se proclamó la República. Recuerdo que estábamos al trabajo y empezamos a oír un gran alboroto entre los jefes, y al salir a la calle, todo el mundo tiraba calle abajo, hacia el ayuntamiento, todos estaban excitados y eufóricos. Una amiga mía, que trabajaba conmigo, una de las mejores amigas que he tenido a pesar de que ella no tenía ideas políticas, estaba espantada ante todo aquel bullicio, pero la convencí para que fuéramos hasta allí. Banderas, clamores y discursos, un ambiente festivo y alentado que todavía recuerdo, y en medio de todo esto, la sensación de que habíamos conseguido un gobierno progresista que cambiaría el destino de la clase trabajadora...
¿Y la palabra Andorra, en aquel entonces, qué representaba para usted?
Yo a penas si sabía nada, de esas Valls. Pero había leído que era un país sin ejército y de lengua oficial la catalana, lo que me lo hacía bastante atractivo.
Durante todos esos años tuvo tiempo de conocer a su compañero sentimental y de empezar a fundar una familia.
Cuando era muy jovencita me gustaba ir a las ferias en las que había paradas de libros. La lectura era mi distracción preferida, y a veces no tenía dinero ni para comprarme un solo libro. Recuerdo que íbamos con la Manela a visitar una de ellas, tal vez la Feria del libro, y que vi a uno que costaba más dinero que el que llevaba conmigo. El Pere también estaba allí, nos conocíamos de vista, de algún encuentro en el ateneo o en el Cercle de les Lletres (Círculo de las Letras)... Me quiso comprar el libro fuere como fuere, y así empezó nuestra relación... Durante nuestro noviazgo, nuestra única diversión era ir algún domingo con el centro excursionista de Terrassa hasta las colinas de los alrededores, sobretodo a Sant Llorenç del Munt. Nos casamos en 1933, y nuestro viaje de novios consistió simplemente en coger un barco en el puerto de Barcelona, ida y vuelta hasta Valencia, me parece que en menos de una semana. Pero para mí ya fue algo excepcional...
La guerra civil
18 de julio de 1936. Golpe de estado franquista y principio de la guerra civil. ¿Y entonces, qué?
Pues fue un desastre. Mi marido militaba en la CNT, en el ramo del textil, porque además de ser cafetero como toda su familia, había estudiado en la escuela industrial y se había puesto a trabajar en una fábrica en la que era líder sindical. Yo me quedé embarazada de mi primer hijo justo el año anterior al golpe de estado, Román nació en marzo del 1936. En un primer momento, la euforia de los sindicatos y de la clase trabajadora era increíble, nunca creyeron que perderían la batalla. Pero para mí, todo era muy confuso y embrollado, tenía miedo, mucho miedo después de que los franquistas entraran a Barcelona...
Cuando se acaba la guerra su compañero tiene que exiliarse. ¿Tuvo tiempo de verle antes de que se fuera?
Sí, estábamos juntos, pero yo me tenía que quedar en casa para cuidar de la familia de mi marido y del niño.
L'après-guerre - la posguerra
¿Cómo se las apañó entonces?
Cuando mi marido tuvo que exiliarse a Francia yo vivía con los padres y las hermanas de él en Terrassa, con un hijo de tres años que no volvió a ver a su padre hasta los once. Vivir en casa de él me resultó muy pesado, su familia no compartía para nada sus ideas, eran gente más bien acomodada y reaccionaria y me culpaban a mí por haberle inflado la cabeza con nuestras ideas comunes.
¿Qué consecuencias tuvo la victoria de Franco en su pueblo?
En Terrassa la desbandada fue muy fuerte. Éramos miles en recorrer los caminos del exilio, a pie, en camiones cargados a tope, en coches estropeados... Nos movía el miedo, sabíamos quién se quedaba en el bando rojo y las terribles represalias que esto comportaba.
Usted fue muy valiente, Teresa, porque cruzó la frontera dos veces, una para Francia y otra de vuelta a España con un hijo pequeño, y eso a pesar de la opresión franquista. ¿Cómo fue la huida hacia Francia?
Después de no saber nada de nuestros maridos y al llegarnos la noticia de que estaban presos en un campo francés, no dudamos ni un momento en coger a los niños y pasar la frontera por el Perthus. Yo estaba cansada de aguantar los reproches de la familia de mi marido, de aquí mi decisión. Éramos dos amigas, yo iba con Román que tenía tres años en mis espaldas y ella con una niña de la misma edad ; tuvimos que vender la habitación de matrimonio para poder contar con un poco de dinero y llegar hasta Francia. Después de pasar el Perthus con un miedo terrible de que no nos vieran los guardias y con los niños enfermos de sarampión, nos ingresaron al campo de mujeres de Argelers donde, desgraciadamente, la niña de mi amiga, la Carmen, murió. Román aguantó fuerte, pero también estaba muy débil por culpa de la fiebre, que a penas si podíamos controlarla en una playa húmeda y fría y con sólo un plato de lentejas para comer.
¿De qué manera les acogió la gente de allá? ¿Qué esperaban de aquel nuevo país?
La verdad es que siempre pensamos que aquella derrota no duraría, que en Francia la gente entendería nuestro compromiso con la libertad. Pero no fue así. El gobierno francés se vio sobrepasado por tanta gente, y el trato... pues hubo de todo. Siempre recordaré, al bajar del tren a Argelers, unas mujeres con biberones y leche caliente para nuestros hijos. Otros, que estaban más enojados, nos gritaban: ¡Españoles, idos a robar el pan a Franco y no os comáis el nuestro! Había de todo. En el campo, nos trataban duramente, pero también había quien te consolaba de tu terrible destino... Un gendarme nos dijo que las mujeres que quisieran hacer faenas podrían ganarse algún dinero. Yo lo hice. Unas chicas jóvenes me guardaban al niño, y en casa del gendarme, la madame me enseñó una casa que se acababan de comprar. Le dije que era muy bonita, que se parecía a la que yo tenía en Terrassa. Ella, sorprendida y enojada, me contestó: ¿Tiene una casa como ésta? ¿Y así, por qué la ha querido hacer, la revolución? Por cosas distintas a los bienes materiales, señora, le contesté. Me miró toda contrariada y me dio un trapo para que lo pasara por los muebles. Me enfadé tanto que al día siguiente no quise volver, alegando que mi hijo me necesitaba, por miedo de enojar al gendarme.
¿Porqué decidió regresar a España?
Nos vimos con nuestros maridos, pero muy poco. Al final, decidimos regresar a casa porque ellos se habían alistado en campos de trabajo que más tarde les conducirían hasta la Ligne Maginot, cerca de la frontera alemana. Con mi desconsolada amiga que había perdido a su marido y a su hija, emprendimos el camino de vuelta a casa, pero en la frontera nos detuvieron y nos llevaron a la cárcel para mujeres de Figueres, donde cada día nos obligaban a cantar el Cara al sol con el brazo alzado. Yo tuve que avisar a la familia de Terrassa para que vinieran a buscar a Román. Aquel tiempo en la cárcel fue penoso...
¿Y la vuelta a Terrassa, después? ¿La gente de su casa debía de ayudarla?
La vuelta fue desastrosa. A parte del jaleo que hubo entre mis suegros y cuñadas por haberles obligado a venir a buscar a Román en la cárcel de Figueres, la animosidad para conmigo por no haber hecho regresar a mi marido fue considerable. Entre ellos, o entre la gente de la tienda, comentaban: No ha tenido suerte, el Peret, con una mujer como la suya que no le ha sabido convencer de volver a su casa, a su sitio. Y yo tenía que aguantarme, porque no sabía adónde ir ni de qué manera rebatir su poca sensibilidad. Mi marido nunca volvió a su casa ni, a pesar de ser el hijo mayor y heredero, nunca recibió ninguna compensación de parte de su madre ni de sus hermanas. Lo perdió todo por culpa de sus ideas, y nunca se quejó, entendía que la falta de cultura de su familia les hacía ver las cosas de manera diferente.
Ésta debe de ser una de las razones por las que se quiso emancipar un poco de su familia política... ¿Cómo se lo montó?
Decidí coger un piso pequeño para vivir sola con mi hijo y volver a la fábrica ; pero el niño, que estaba acostumbrado a una vida más plácida, me reprochaba constantemente haberlo separado de la familia de su padre. Pasamos unos años con bastante penuria. Tan sólo tenía tiempo para ir a la fábrica y atender al niño. Mi gran amiga, la Manela, me ayudó en todo, así como mi hermana mayor, la María, que desde Anglesola me enviaba paquetes con comida. La Manela nunca se separó de mí, ni de mi hijo, y rezaba para que todo volviese a la normalidad y que me reencontrara con mi compañero, aunque yo me burlara de la religión. Nos respetamos respectivamente y nunca se rompió la amistad que nos unía. Pero aquellos años fueron tan oscuros, y siempre esperando noticias de los maridos desaparecidos...
¿Continuó invistiéndose en acciones revolucionarias en aquella época?
La verdad es que tenia que trabajar, ¡y mucho!, para poder vivir. Pero no dejaba de ir a los centros culturales, que en aquel momento estaban bien desiertos y diferentes de lo que habían sido los ateneos populares de la República. Pero todavía se encontraba algún que otro libro, o alguna conferencia, tan diferentes, también, de las de la Federica Montseny o de la Clara Campoamor, que había escuchado con deleite...
¿En aquel entonces no tenía ningún tipo de relación con Andorra?
No, a penas si había oído hablar de aquel país, aunque el hecho de que no tuviera ejército se me había quedado grabado en la memoria.
Mientras tanto su compañero se había quedado en Francia, que ya estaba en plena segunda guerra mundial. ¿Qué fue lo que pasó?
Después del campo de Argelès, mi compañero fue detenido en 1939 en un campo de trabajo al que enviaban a los presos para reforzar la Ligne Maginot y evitar la avanzada de los alemanes. De allí fue a parar en el campo de Mauthausen, en Austria. A partir de 1939 ya no supe nada más de él, hasta mayo de 45, cuando los aliados americanos abrieron los campos. Yo continué mandando paquetes a Mauthausen, a pesar de la mala cara de su familia que me decía que era inútil, que el Peret debía de estar muerto, y yo les contestaba que si no era él, otro habría a quien le harían provecho... Tenía el ánimo desecho como tantas y tantas mujeres, pensaba que quizás sí, todo se había acabado, y las perspectivas franquistas nos dejaban tan poca esperanza...
Pero se salió de esto, el Pere... En aquella época no había teléfonos ni todas estas tecnologías modernas que nos permiten comunicar, y a pesar de todo se volvieron a encontrar. ¿Cómo?
Fue un milagro que se salvara. Para mí fue impactante, sólo pensaba en cómo estaría, y cómo nos podríamos volver a encontrar, y él ver que su hijo había crecido tanto... Mi marido no fue liberado hasta 1945, cuando las tropas aliadas entraron en el campo y liberaron a los pocos presos que quedaban allí, porque muchos habían muerto durante aquellos seis trágicos años. No tuve noticias suyas hasta el final de la guerra, cuando me dijo que estaba libre y que la Cruz Roja internacional le había trasladado a un hospital de París. La primera postal desde aquella ciudad de la luz me hizo recuperar la esperanza. Después de recorrer Francia durante un par de años, en casa de amigos anarquistas, el Juan y la Rita del Var y el Juan y la Ascención de Toulouse, se sintió con fuerzas, más recuperado gracias al buen trato de estos buenos amigos, de ir hasta Andorra, donde me dijo que me esperaría.
Andorra
¿Fue así como decidió marchar hacia Andorra?
Como ya te he dicho antes, él estuvo poco más de un año en Francia, a casa de unos amigos que lo curaban de sus heridas. Después, recibí una carta desde Andorra, del Bar Central de la Plaça d'Escaldes, en la que me decía que había encontrado trabajo de camarero y que quería que me fuera a encontrarme con él. Me costó mucho tomar la decisión de marchar, y más aun teniendo un hijo de diez años que ya había organizado su vida escolar en Terrassa.
Entonces no era nada fácil cruzar la frontera, sobretodo cuando se estaba fichado por el gobierno militar. ¿Cómo se las apañó?
Pues cogí el autobús, sin papeles, hasta un pueblo cerca de la frontera andorrana que se llama Arcavell. Allí subí por una cuesta que llevaba al pueblo y una buena mujer me dijo que si me subía hasta el pico, vería abajo del todo el primer pueblo andorrano, Sant Julià. Los pies no me tocaban al suelo de la alegría, pero cuando llegué a lo más alto, estaba todo cubierto por la niebla y los caminos se borraban. Decidí hacerme una yacija con hojas secas y pasar la noche debajo de unas encinas. Al día siguiente, al amanecer, oí un tintineo de esquilas y de entre la niebla aparecieron unos pastores con su rebaño. Què és allò, una dona? (Qué es esto, una mujer?), dijo uno. Se acercaron a mí y yo les pregunté por dónde tenía que tirar para llegar a Andorra. Ellos me señalaron un punto y un pueblo diminuto, Sant Julià. Bajé aquella cuesta sin que los pies me tocaran al suelo y, cuando llegué al pueblo, cogí un autobús que me llevó hasta Escaldes.
¿Y su compañero? Cuando me vio tan desaliñada y después de tanto tiempo, se emocionó... ¿Cómo fueron aquellos primeros años?
No me acuerdo mucho, sólo sé que lo encontré tan cambiado... Estaba muy delgado, demacrado, pero conservaba las ganas de vivir y de volver a empezar. Era un hombre mentalmente muy fuerte. Pero muy poco nos duró la vuelta a la felicidad. Nació nuestra hija Aurora, que lleva este nombre por el símbolo de una nueva aurora para nosotros, los vencidos, y un año más tarde volví a quedarme embarazada de un hijo que yo no deseaba porque era demasiado pesado tener que luchar para tres hijos. Pero un buen médico republicano exiliado en Andorra no quiso practicarme el aborto por principios morales, y me dio buenos consejos para tirar adelante con la familia. Mi compañero murió cuando las niñas tenían once y doce años, de las secuelas del campo de concentración, dejándome con dos niñas pequeñas y un chico ya adulto que no se quería quedar en Andorra. Román se marchó a Alemania, y yo me quedé sola allí.
¿De qué vivía con su marido?
Después de hacer de camarero en el Bar Central, junto con otro republicano, cogieron los dos el Casino d'Escaldes y lo llevaron juntos. Fue un éxito, era un lugar donde se encontraban tanto los jóvenes como la gente mayor, y mi marido intentó hacérselo suyo pidiendo ayuda en Terrassa. Tan sólo necesitaba treinta mil pesetas que su propia madre le negó. No pudo cumplir su sueño. Mi hijo Román, que tenía diez años entonces, ingresó la escuela francesa y el maestro dijo que era un alumno ejemplar. Le hubiera gustado continuar, era un buen estudiante, pero su padre cada día estaba peor y se vio obligado a ir a ayudarle en el café.
¿Cómo se vivía en Andorra en aquella época?
La verdad es que nos encontrábamos bien allí. No había ninguna diferencia social entre la gente, a pesar de la buena posición de unos y la posición relativamente precaria de los otros. En el barrio, los vecinos eran conscientes de lo que habíamos pasado, y aunque no habláramos mucho de aquello para no alzar sospechas se veía que te tenían cierta consideración. Mis hijas se criaron en un ambiente bastante distendido. Desgraciadamente, al cabo de pocos años, en 1959, mi marido moría de una insuficiencia renal a consecuencia de las secuelas del campo...
Este país siempre quiso tener una posición neutral durante las dos guerras. No obstante esto no es del todo cierto, ¿verdad?
La verdad es que de los asuntos políticos y de los pactos entre los países fronterizos no se sabía gran cosa a no ser que estuvieras en el mundo de la política. Tan pronto se veían gendarmes como guardias civiles, pero no sabías lo que los llevaba allí... Y habían chivatazos, en el café de mi marido se oía decir de todo.
Durante la segunda guerra mundial hubo visitas por parte de los nazis... Andorra también fue un lugar de refugio para muchos exiliados, fueran republicanos o fascistas, rojos o grises... ¿Cómo se convivía?
Se tenía que ir con cuidado al hablar de ciertas cosas. Mi marido era muy hablador, no le importaba mostrarse tal como era, no medía cuánto sus palabras eran peligrosas. Pero la verdad es que, cuando murió, gente de los dos bandos fueron al entierro, incluso policías. Claro que más de uno también le tenía envidia o recelos. Una vez, en uno de los carnavales con más regocijo, unos propietarios de enfrente del café, molestos por la concurrencia que se amontonaba para entrar en la sala de baile, se infiltraron hasta los lavabos y los atascaron. Aquests refugiats de merda sabran el que és bo (Estos refugiados de mierda sabrán lo que es bueno), dijeron a lo que parece. Eran unos andorranos de derechas, católicos y apostólicos, que nunca comulgaron con los exiliados, sino que más bien les ponían trabas.
¿Qué tipo de comunicaciones había entre España y Francia?
El contrabando era cosa comuna, estaba integrado en los usos y costumbres de aquel país. La resistencia era poca, todo el mundo estaba ocupado a vivir como podía. Aunque sí hubo más de una historia turbia, tal como lo explican los libros de historia, como el paso de judíos por la montaña, robos, ejecuciones, etc.
¿De qué manera tira adelante una mujer sola con tres hijos en un mundo como aquel?
No fue fácil. Además, mi hijo, al morir su padre, no se quiso quedar en Andorra. No le gustaban ni el país ni el trabajo, y se quiso ir a Alemania. Desde allí, siempre me envió dinero para que no me tuviera que poner a trabajar. Me sentí realmente sola, de no ser por la Manela que subía periódicamente y por la ayuda de una de las hermanas de mi marido, la Cristina, que cuidaba a las niñas como si fueran hijas suyas. Incluso quiso que hicieran la primera comunión, a pesar de nuestra negativa... Se las llevó a Terrassa y volvieron la mar de contentas, con agujeros en las orejas y unos pendientes de oro. A mí me enfureció que no respetaran nuestros criterios y ¡¡ le pregunté por qué no les había puesto un anillo en la nariz, también !!
Usted se quedó bastante tiempo en Andorra: ¿nos podría explicar un poco de qué manera se fue desarrollando aquel pequeño país, cómo se vivía?
Yo me encontré muy aislada. A la gente sólo le interesaba el comercio, el negocio, y nosotros todavía creíamos que otro mundo era posible. Me sorprendió que no hubiera más cultura en un país que no estaba bajo la bota fascista. La única cultura que me llegaba seguía siendo por parte de los refugiados de Francia, con publicaciones de todo tipo sobre el franquismo, las ideas y la cultura. Era como un pequeño oasis, recibir periódicamente noticias de los exiliados.
1975, muerte de Franco. ¿Cómo vivió el acontecimiento?
Recuerdo que las niñas fueron a celebrarlo con champán junto a otros amigos y amigas, y que yo me quise quedar sola porque estaba completamente desecha. La muerte de aquel dictador fascista había llegado demasiado tarde...
Y después, los años de la transición, la reclamación del Estatuto (y en paralelo todo el movimiento de liberación de la mujer - que usted hubiera podido ser un modelo ejemplar de ella), ¿qué pensaba de todo esto?
Lo he ido siguiendo, pero con cierta amertume. Claro, me alegraba de aquellos avances, pero a mí ya se me había acabado la esperanza.
Y ahora ha vuelto a Anglesola. ¿Cuándo fue y por qué?
Esto se tiene que explicar un poco. Mi buena hermana María, en su lecho de muerte, llamó a un notario para testar en favor mío, aunque todavía vivían tres hermanas y sobrinos. Esta casa representaba mucho para mí, aquí murieron mi madre, mi hermana, y hubiera dado lo que fuera para poderla arreglar y venir a vivir en ella. Pero tenía a las niñas, que no querían oír ni hablar de eso, se habían integrado completamente en Andorra. Entonces tuve una idea: I si utilitzés els diners que, després de mil treballs, vaig rebre com a indemnització dels camps? (Y si utilizárais el dinero que, a duras penas, he recibido como indemnización de los campos?). No había tocado nada, esperaba que las niñas fueran mayores y lo utilizaran, y mi hijo Román tampoco quería saber nada de ello. No era gran cosa, pero me sirvió para arreglar la casa de Anglesola, bajaba a menudo, contrataba a un paleta, y la casa fue creciendo... Fue toda una satisfacción poderla arreglar, ¡e incluso le dediqué un poema!
Estos últimos años han sido muy movidos en España y en Catalunya, ¿qué piensa de la situación actual? Últimamente se están haciendo muchas cosas, sobretodo en Cataluña, para recuperar la memoria histórica... ¿Cómo ve el futuro?
No puedo evitar pensar que todo sigue igual. Tanto en España como en Cataluña. Creo que se ha perdido el sentido de la solidaridad social, que sólo importa el dinero, las guerras para el petróleo, el destrozar porque sí... No tengo una visión muy optimista del mundo en general. Cuando cada día miro las noticias, me doy cuenta de que el mundo no ha avanzado. Tecnológicamente quizás sí, pero espiritualmente, ni chispa. Y una de las cosas que más me desolan es que al morir el dictador y al iniciarse la democracia no se reconocieron en absoluto los derechos de los luchadores del bando republicano. A las viudas de los luchadores no les ha llegado ninguna compensación, ni pensión, ni reconocimiento de parte de los demócratas, por la lucha que se llevó a cabo a un precio tan alto. Se calló completamente, como si todavía estuviéramos en tiempos franquistas, por miedo de no volver a abrir las heridas, dicen los que lo justifican ; los políticos y el gobierno se fueron instalando cómodamente, sin recordar ni mencionar, ni en los medios de comunicación ni en los libros de textos, los conceptos y el programa de lo que había sido, primero la República, después su derrota por culpa de un alzamiento militar y, por fin, el exilio de tantos miles de combatientes. Es un vacío de diversas décadas que nunca más se podrá llenar.
¿Lo volvería a hacer todo esto?
No te lo sabría decir... L'amertume que me ha quedado no compensa el esfuerzo, sobretodo después de la muerte de mi marido. Siempre le digo a mi nieta que actúe con honestidad y nobleza, pero que no se complique con ideas que la pueden conducir al desastre, tal y como nos pasó a nosotros.
Febrero de 2008
Faire-part de mariage de Teresa et Pere
Reproduction des trois pages du faire-part de mariage de Teresa Albareda et Pere Prat.
Carta de Pere, marido de Teresa, al salir de los campos
Reproduction des trois pages du faire-part de mariage de Teresa Albareda et Pere Prat.
Montsalier 26-7-45
Amadísimos Teresa e hijo,
Con que placer y satisfacción pude leer tu carta del 29 del pasado enviada a nuestros primos José y Rita, así como pude ver vuestra fotografía, en la misma se denota perfectamente vuestro decaído estado físico y vuestra tristeza moral por la incógnita situación mía. Pues bien, Teresa de mi vida, hijo de mi alma, voy a deciros toda la verdad referente a mi estado de salud así como también mi actual situación, no creo que sea necesario detallarte con toda precisión y exactitud, lo muchísimo que he llegado a sufrir, físicamente, moralmente y espiritualmente, en aquellos malditos campos de concentración de muerte lenta administrados por gentes sin corazón y sin sentimientos humanos. Pero en cambio creo que tienes que saber con exactitud cómo me encuentro ahora, verdad amor mío?
Con ésta, es la que hace cinco cartas que os he enviado, dos a mis padres y tres a ti, y dos telegramas, comunicándoos mi liberación, así como mi estancia de quince días en Paris, ocho en Toulouse y tres en Avignon, hasta que el día 27 de pasado pude abrazar a nuestros primos. Qué impresión, que alegría, tú y sólo tú podrás comprender lo que significaban aquellos abrazos tan nobles y afectuosos, con los seres que han sido en todo momento los que han tenido contacto permanente con mi nenita, facilitándome toda ayuda moral y material y administrándole valentía y coraje para sobrepasar tus grandiosos sufrimientos morales y materiales, ya que estabas completamente sola, y abandonada casi por completo de toda la familia así como también de amigos y amigas en general.
Pues tal como te decía amor mío, el pasado 27 llegué a Montsalier a casa de nuestros primos, ellos más que nadie quedaron sorprendidos al verme tan bueno, tan fuerte, y aun tan joven, después de todo lo pasado y del tiempo transcurrido ; veían que era todo lo contrario, que mi moral es excelente y el porvenir lo veo bastante luminoso, por lo menos en lo que se refiere en nuestra próxima segunda unión ; creo que después de todo lo vivido y de la gran experiencia recibida sabremos ser dignos el uno del otro, y vivir por fin aquella vida tan soñada y querida, uno junto al otro y con nuestro hijito al lado, y libres de toda tutela extraña que pueda impedir ni por un solo momento nuestras acciones y nuestras libertades.
En este momento aun nos encontramos juntos los cuatro amigos que llegamos, no obstante creo que pronto los tres partirán a otro lugar, probablemente a trabajar en un trabajo que sea apropiado para ellos, ya que de un mes a esta parte han mejorado considerablemente su estado de salud ; yo creo que por el momento me quedaré aquí, ya que todos los días me dicen que esperan que yo no me marche y que no tengo necesidad de trabajar para vivir junto a ellos.
Aquí en este pueblecito no hay distracción alguna, pero yo por el momento no encuentro a faltar nada de eso, solamente os encuentro a faltar a vosotros, eso sí queridos de mi alma, eso sí, con vosotros aquí habría logrado por completo mi felicidad, pero un poco más de paciencia que todo vendrá, así como vino mi liberación, verdad, queridísimos de mi alma? Hijo mío, espero que me escribas bien largamente explicándome muchísimas cosas que tu tienes escondidas y no me las has explicado nunca. Lo harás? Darás recuerdos a las familias Palmira, Pilar y todos aquellos que sean merecedores y para vosotros los más cariñosos abrazos y besos de éste que os quiere de corazón.
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L'interview en catalan
Presentació
Teresa, el proper dia 1 de maig fareu 97 anys, felicitats! 1 de maig, una data una mica simbòlica vist el tomb que vau donar a la vostra vida i la direcció en que vau enfocar les vostres idees, oi?
Doncs sí, ja els ho dic a les filles més d'un cop, vaig nàixer en una data predestinada, no podia ser altra cosa que una dona rebel!
Ara viviu a Anglesola, un poblet prop de Tàrrega i de Lleida. En una casa de pagès. Es aquí on vau nàixer?
Vaig néixer l'any 1911 a un poblet agrícola del costat de Cervera, Pallarols; no fou fins més tard que un meu oncle que va tornar de l'Argentina es desplacés fins a Anglesola i hi comprés la casa on avui visc, que la meva germana gran, de 20 anys més que jo, em va deixar al morir.
Com recordeu els vostres primers anys?
Els meus primers anys, els recordo al costat de la meva mare, i amb un pare que tornava de l'hort i em portava amagat un préssec que em menjava amb delit; només tenia 3 anys, però la imatge del carrer costerut i el pare baixant de l'hort no se m'ha esborrat. El pare va morir pot després, i tota la família, la mare i 7 fills, vam haver de traslladar-nos a Terrassa.
Terrassa era una ciutat industrial aleshores...
Exactament. Tots els meus germans hi trobaren feina, era una ciutat industrial en ple creixement, però jo, sent una nena, em quedava a casa i quan podia, que no era sempre, em feien anar a una escola del barri on vaig aprendre a llegir i a escriure. Els germans es van espavilar, tot i que dues germanes van morir joves, alguns es van casar a Terrassa, a Arenys... i jo, en complir els 11 anys, ja vaig haver d'anar a la fàbrica, a cosir errades, perquè sembla que hi tenia traça. Deixar l'escola em va resultar dolorós, m'agradava molt, però a casa necessitaven el meu sou...
El 1925 éreu molt jove, com va influenciar les vostres idees el primer cop d'estat, de Primo de Rivera?
No recordo gaire aquella etapa. A casa tothom estava molt pendent de la feina, i jo, després d'un parell d'anys d'estudi, que dec al Sr. Magí, un bon veí que es va ocupar de trobar-me lloc en una escola dels voltants i va insistir prop de ma mare perquè m'hi deixes anar, vaig entrar a cosir errades a la fàbrica.
Els anys de la República
I la República? Com ho vau viure tot això? Què va suposar per la vostra família, els vostres amics?
Jo tenia 20 anys quan es va proclamar la República. Recordo que érem a la feina i vam sentir un gran esvalot del costat dels amos, i quan vam sortir al carrer, tothom tirava carrer avall, cap a l'ajuntament, esvalotats i eufòrics. Una amiga meva que treballava amb jo, una de les millors amigues que he tingut tot i que no tenia idees polítiques, estava espantada en veure tot aquell aldarull, però la vaig convèncer d'arribar-nos fins allà. Banderes, clams i discursos, un ambient festiu i engrescat que encara recordo i, enmig de tot, la sensació que havíem aconseguit un govern progressista que canviaria el destí de la classe treballadora...
I el nom d'Andorra, aleshores, què representava per vosaltres?
Jo a penes si en sabia res, d'aquestes Valls. Però havia llegit que era un país sense exèrcit i de llengua oficial la catalana, i això ja me'l feia atractiu.
Durant tots aquests anys vau temps tenir temps per conèixer el vostre company i començar a fundar una família.
De molt joveneta m'agradava anar a les fires on hi havia parades de llibres. La lectura era la meva distracció preferida, i de vegades no tenia diners ni per comprar-me un llibre. Recordo que anàvem amb la Manela a visitar-ne una, potser per la Fira del llibre, no ho recordo bé, i que vaig veure un llibre que valia més que els diners que portava. El Pere també hi era, ens coneixíem de vista, d'alguna trobada a l'ateneu o al Cercle de les Lletres... Em va voler comprar el llibre tant sí com no, i així va començar la nostra relació... En el nostre festeig, com a única diversió anàvem algun diumenge amb el centre excursionista de Terrassa fins als pujols del voltant, sobretot Sant Llorenç del Munt. Ens vam casar el 1933, [tal com mostra la invitació,] i per tot viatge vam agafar un vaixell al port de Barcelona, anar fins a València i tornar, crec que en menys d'una setmana. Però per a mi ja va ser excepcional...
La guerra civil
18 de juliol del 1936. Cop d'estat franquista i principi de la guerra civil. I llavors, què?
Doncs va ser desastrós. El meu home militava a la CNT, al ram del tèxtil, perquè a més de ser cafeter com els de casa seva, havia fet estudis a l'escola industrial i s'havia posat a treballar en una fàbrica on era líder sindical. Jo vaig quedar embarassada del meu primer fill just l'any abans que es produís el cop d'estat, el Roman va néixer al març del 36. En un primer moment, l'eufòria dels sindicats i de la classe treballadora era increïble, mai no van creure que perdrien la batalla. Però per a mi, tot era confusió i desori, i por, molta por després que els franquistes entressin a Barcelona...
Quan s'acaba la guerra el vostre company està obligat a exiliar-se. Va tenir temps de veure'l abans que marxés?
Sí, estàvem junts, però jo m'havia de quedar a casa per cuidar de la família del meu home i del nen petit.
L'après-guerre - la postguerra
Com us ho vau fer aleshores?
Quan va haver-se d'exiliar a França, jo vivia amb els pares i les germanes d'ell a Terrassa, amb un fill de 3 anys que no va reveure el seu pare fins als 11. La vida a casa d'ell em va resultar molt feixuga, la seva família no compartia gens les seves idees, eren gent més aviat benestant i reaccionaris i m'inculpaven d'haver-li inflat el cap amb les nostres idees comunes.
Com es va repercutir la victòria de Franco al vostre poble?
A Terrassa la desbandada va ser molt forta. Érem milers a recórrer els camins de l'exili, a peu, en camions sobrecarregats, en cotxes atrotinats... La por ens movia, sabíem de qui es quedava en el bàndol roig i les terribles represàlies que això comportava.
Vos vau ser molt valenta, Teresa, ja que vau creuar la frontera dos vegades, l'una cap a França i l'altra de tornada a Espanya amb un fill petit, i això malgrat l'opressió franquista. Com va anar la fugida cap a França?
En no saber res dels nostres homes i arribar-nos la notícia que estaven presoners en un camp francès, no vam dubtar gens d'agafar els nens i passar la frontera pel Perthus. Jo estava cansada d'aguantar els retrets de la família del meu home, d'aquí la meva decisió. Érem dues amigues, jo amb el Roman, que tenia 3 anys a l'esquena i ella amb una nena de la mateixa edat ; ens vam haver de vendre l'habitació de matrimoni per poder comptar amb uns diners i arribar fins a França. Un cop passat el Perthus amb una por terrible que no ens veiessin els guardes i amb els nens malalts de xarampió, ens van ingressar al camp de dones d'Argelers on, malauradament, la nena de la meva companya, la Carme, va morir. El Roman va aguantar fort, però també estava molt dèbil per aquesta febrada que a penes si podíem controlar en una platja humida i freda i un plat de llenties per tot àpat.
De quina manera us van acollir allà? Què n'esperàveu d'aquell nou país?
La veritat és que sempre vam pensar que aquella desfeta no duraria, que a França la gent entendria el nostre compromís amb la llibertat. Però no va ser així. El govern francès es va trobar sobrepassat per tanta gent, i el tracte... doncs hi va haver de tot. Sempre recordaré, al baixar del tren en l'estació d'Argelers, unes dones amb biberons i llet calenta per als nostres petits. D'altres, més enutjats, en cridaven: Espanyols, aneu-vos a fotre el pa de Franco i no el nostre! Hi havia de tot. Al camp, el tracte era dur, però també hi havia qui et consolava del teu malaurat destí... Un gendarme ens va dir que les dones que volguessin anar a fer feines podrien guanyar-se uns diners. Jo ho vaig fer. Unes joves em guardaven el nen, i a casa del gendarme, la madame em va ensenyar una habitació que s'acabaven de comprar. Li vaig dir que era molt bonica, que s'assemblava a la que jo tenia a Terrassa. Ella, sorpresa i enutjada, em va contestar: Teniu una cambra com aquesta? I així, per què l'heu volgut fer, la revolució? Per coses diferents als béns materials, senyora, li vaig contestar. Em va mirar tota contrariada i em va donar un drap per passar pels mobles. Em vaig emprenyar tant que l'endemà no hi vaig tornar, al·legant que el meu fill em necessitava, per por de no enutjar el gendarme.
Perquè vau decidir tornar a Espanya?
Ens vam veure amb els nostres homes, però molt poc. Finalment, vam decidir tornar-nos-en cap a casa perquè els nostres homes s'havien enrolat en camps de treball que més tard els conduirien fins a la Línia Maginot, prop de la frontera alemanya. Amb la meva desconsolada amiga que havia perdut home i filla, vam agafar el camí del retorn, però a la frontera ens van detenir i portar a la presó de dones de Figueres, on cada dia ens feien cantar el cara al sol amb el braç alçat. Jo vaig haver d'avisar la família de Terrassa perquè vinguessin a recollir el Roman. Aquella estada a la presó va ser penosa...
I el retorn a Terrassa, després? La gent de casa us devia ajudar un cop aquí?
La tornada va ser desastrosa. A part del rebombori a casa dels meus sogres i cunyades per anar a buscar el Roman a la presó de Figueres, l'animadversió cap a mi per no haver fet tornar el meu home va ser considerable. Entre elles, o entre la gent de la botiga, comentaven: No ha tingut sort, el Peret, amb una dona com la seva que no l'ha convençut de tornar a casa seva, al seu lloc. I jo m'havia d'aguantar, perquè no sabia on anar ni com rebatre la seva poca sensibilitat. El meu home mai més no va tornar a casa seva ni, sent l'hereu com era, va rebre cap compensació per part de la seva mare ni germanes. Ho va perdre tot per les seves idees, i mai no es va queixar, entenia que la falta de cultura de la seva família els fes veure les coses diferentment.
Aquesta déu ser una de les raons per les que vau voler emancipar-vos una mica de la vostra família política... Com us ho vau fer?
Vaig decidir agafar un pis petit per viure sola amb el meu fill i tornar a la fàbrica; però el nen, acostumat a una vida més plàcida, em retreia constantment aquesta separació amb la família del seu pare. Vam passar uns anys amb força penúria. Tan sols tenia temps d'anar a la fàbrica i atendre el nen petit. La meva gran amiga Manela em va ajudar en tot, així com la meva germana gran, la Maria, que des d'Anglesola em feia arribar paquets de menjar. La Manela no es va separar de mi, del meu fill, i resava perquè tot tornés a la normalitat i retrobés el meu company, a pesar de la meva burla cap a la religió. Ens vam respectar l'una a l'altra i mai no vam trencar l'amistat que ens unia. Però els anys aquells va ser ben foscos, i sempre esperant notícies dels homes desapareguts...
Com vau viure aquells primers anys després de la tornada? Vau continuar investint-vos en accions revolucionàries (i clandestines, a l'època)?
La veritat és que havia de treballar de valent per poder viure. Però no deixava d'anar als centres culturals, en aquell moment ben deserts i diferents del que havien estat els ateneus popular en temps de la República. Però hi trobaves encara algun llibre, alguna conferència, tant diferent, també, de les de la Frederica Montseny o de la Clara Campoamor que havia escoltat amb delit...
Aleshores no teníeu cap mena de relació amb Andorra?
No, a penes si n'havia sentit a parlar, d'aquest país, tot i que el fet de no tenir exèrcit m'havia quedat gravat a la memòria.
Mentrestant el vostre company s'havia quedat a França, que ja estava en plena segona guerra mundial. Què va passar llavors?
Després del camp d'Argelers, el meu company va ser detingut el 1939 en un camp de treball on enviaven els presoners per tal de reforçar la Línia Maginot per evitar l'avançada dels alemanys. D'allà va anar a parar, amb el primer tren de transport de detinguts, al camp d'extermini de Mauthausen, a Àustria. A partir del 39 ja no en vaig saber res més, fins al maig del 45, moment de l'alliberació dels camps per part dels aliats americans. Vaig continuar enviant paquets a Mauthausen, malgrat la mala cara de la seva família que em deien que era inútil, que el Peret devia ser mort, i jo els contestava que si no era ell, algú altre se n'aprofitaria... Tenia el moral desfet com tantes i tantes dones, pensava que potser sí que tot s'havia acabat, i les perspectives franquistes ens deixaven tan poca esperança...
Però se'n va sortir, el Pere... En aquella època no hi havia ni telèfons ni totes aquestes tecnologies modernes que ens permeten comunicar, i malgrat tot us vau retrobar. Com va anar?
Va ser un miracle que se'n sortís. Per a mi va ser impactant, només pensava en com estaria, i com ens podríem tornar a trobar, i ell veure que el seu fill havia crescut tant... El meu home no va ser alliberat fins al 1945, quan les tropes aliades entraren al camp i alliberaren els presoners que hi quedaven, perquè molts havien mort durant aquests 6 tràgics anys. No vaig tenir notícies d'ell fins al final de la guerra, en què em deia que era lliure i la Creu Roja internacional l'havia traslladat fins a un hospital de París. La primera postal des d'aquesta ciutat de la llum em va fer tornar l'esperança. Després de recórrer un parell d'anys França a casa d'uns d'amics anarquistes, els Joan i Rita del Var i els Joan i Ascensión de Tolosa, es va veure en cor, més recuperat pels bons tractes d'aquests bons amics, d'anar fins a Andorra, on em va dir que m'esperaria.
Andorra
Així va ser com vau decidir marxar cap a Andorra?
Com t'he dit abans, ell va estar-se un any i poc més per França, a casa d'amics que el cuidaven de les seves ferides. Després, vaig rebre una carta d'Andorra, del bar Central de la Plaça d'Escaldes, on em deia que havia trobat feina de cambrer i que volia que anés a retrobar-me amb ell. Em va costar molt decidir-me a marxar, i més tenint un fill de 10 anys que ja havia organitzat la seva vida d'escolar a Terrassa.
A l'època no era gens fàcil passar la frontera, sobretot quan s'estava fitxat pel govern militar. Com ho vau fer?
Doncs vaig agafar l'autobús, sense papers, fins prop de la frontera andorrana, en un poble que es diu Arcavell . Allà vaig pujar una costa que donava al poble i una bona dona em va dir que si m'enfilava fins al pic, veuria a baix de tot el primer poble andorrà, Sant Julià. Els peus no em tocaven a terra, però quan vaig arribar a dalt, la boira ho cobria tot i els camins s'esborraven. Vaig decidir de fer-me un jaç amb fulles seques i passar la nit davall d'unes alzines. L'endemà, al clarejar, vaig sentir un dringar d'esquelles i entre la boira vaig veure aparèixer uns pastors i un ramat. Què és allò, una dona? va dir l'un. Se'm van apropar i els vaig demanar per on havia de tirar per arribar a Andorra. Em van assenyalar un punt i un poble diminut, Sant Julià. Vaig baixar aquella costa sense que els peus em toquessin a terra, i en arribar al poble, vaig agafar un autobús que em conduí fins a Escaldes.
I el vostre company?
Quan em va veure tan malfargada i després de tan temps, es va emocionar...
Com van anar aquells primers anys?
No ho recordo massa, només sé que el vaig trobar tan canviat... Estava molt prim, demacrat, però conservava les ganes de viure i de tornar a començar. Era un home mentalment molt fort. Però ben poc va durar la felicitat retrobada. Va néixer la nostra filla Aurora, que porta aquest nom com a símbol d'una nova aurora per a nosaltres, els vençuts, i un any després torno a quedar-me embarassada d'un fill que jo no volia perquè era massa carregós haver de lluitar per tres fills. Però un bon metge republicà exiliat a Andorra no va voler practicar-me l'avortament per principis morals, i em va donar bons consells per tirar endavant la família. El meu company va morir quan les nenes tenien 11 i 12 anys, de les seqüeles del camp de concentració, deixant-me amb dues nenes petites i un noi ja adult que no volia quedar-s'hi. El Roman a marxar a treballar a Alemanya, i jo em vaig quedar sola a Andorra.
De què vivíeu amb el vostre home?
Després de fer de cambrer al Bar Central, junt amb un altre refugiat, van agafar el Casino d'Escaldes, per portar-lo junts. Va ser un èxit, era el lloc d'encontre de joves i grans, i el meu home va mirar de fer-se'l seu demanant ajuda a Terrassa. Tan sols necessitava trenta mil pessetes, que la seva pròpia mare li va negar. No va poder acomplir el seu somni. El meu fill Roman, llavors de 10 anys, va entrar a l'escola francesa on el mestre va dir que era un alumne exemplar. Li hauria agradat continuar, era un bon estudiant, però el seu pare cada dia estava pitjor i es va veure obligat d'ajudar-lo al cafè.
Com es vivia a Andorra a l'època?
La veritat és que ens hi trobàvem bé. No hi havia cap diferència social entre la gent, tot i la bona posició dels uns i la posició relativament precària dels altres. Al barri, el veïnat era conscient del que havíem passat, i tot i no parlar-ne gaire per no alçar sospites, es veia que et tenien en una certa consideració. Les meves filles es van criar en un ambient força distès. Malauradament, al cap de pocs anys, l'any 1959, el meu home moria d'una insuficiència renal a conseqüència de les seqüeles del camp...
Aquest país sempre es va voler neutre durant les dues guerres. Tanmateix això no és del tot cert, oi?
La veritat és que dels assumptes polítics i dels pactes entre els països fronterers no se'n sabia gran cosa si és que no eres en el món de la política. Tan aviat es veien gendarmes com guàrdies civils, però no sabies què els movia... I havien chivatazos, al cafè del meu home se sentia dir de tot.
Durant la segona guerra hi havien hagut visites de part dels nazis... Andorra també va ser un lloc de refugi per molts exiliats, tant republicans com feixistes, rojos i grisos... Com es convivia?
S'havia d'anar en compte a parlar d'algunes coses. El meu home era molt xerraire, no li importava mostrar-se tal com era, no mesurava el risc de les seves paraules. Però la veritat és que quan va morir, gent de tots dos bàndols eren a l'enterrament, fins i tot policies. És clar que també havia alçat enveges i recels per part de més d'un. Una vegada, en un carnaval dels més lluïts, uns propietaris del davant del cafè, molestos per la concurrència que s'apilava per entrar a la sala de ball, van infiltrar-se fins als lavabos i els van embossar. Aquests refugiats de merda sabran el que és bo, algú va sentir que deien. Eren uns andorrans de dretes, catòlics i apostòlics, que mai no van combregar amb els exiliats, sinó que més aviat els posaven traves.
Quines eren les comunicacions amb Espanya i França?
El contraban era cosa comuna, estava integrat ens els usos i costums d'aquest país. La resistència era poca, tothom estava ocupat a viure com podia. Tot i que sí que hi va haver més d'una història tèrbola, tal com expliquen alguns llibres d'història, com ara el pas de jueus per la muntanya, robatoris, execucions, etc...
Com tira endavant una dona sola amb tres fills en un món com aquell?
No va ser fàcil. A més, el meu fill, al morir el seu pare, no es va voler quedar a Andorra. No li agradava ni el país ni la feina, i va voler marxar a Alemanya. Des d'allà, sempre em va enviar diners per tal que no m'hagués de posar a treballar. I al cap d'uns anys, les dues nenes també s'hi van haver de posar. Em vaig sentir realment sola, de no ser per la Manela que pujava periòdicament, i per l'ajuda d'una de les germanes del meu home, la Cristina, que cuidava les nenes com si fossin filles seves. Fins i tot els va voler fer fer la primera comunió, a pesar de la negativa nostra... Se les va endur a Terrassa i van tornar la mar de contentes, amb les orelles foradades i unes arracades d'or. A mi em va enfurismar que no respectessin els nostres criteris i li vaig preguntar per què no els hi havia posat un anella al nas, també!!
A Andorra us hi vau estar bastant temps: ens podríeu explicar una mica com es va anar desenvolupant aquest petit país, com s'hi vivia?
Jo m'hi vaig trobar molt aïllada. La gent només es movia per al comerç, el negoci, i nosaltres encara creiem que un altre món era possible. Em va sorprendre que no hi hagués més cultura en un país que no estava sota la bóta feixista. L'única cultura que m'arribava encara era per la banda dels refugiats de França, amb publicacions de tota mena sobre el franquisme, les idees i la cultura. Era com un petit oasi, rebre periòdicament notícies dels exiliats.
1975, mort de Franco. Com vau viure l'esdeveniment?
Recordo que les nenes van anar a celebrar-ho amb xampany amb amics i amigues, i que jo em vaig voler quedar sola perquè em sentia absolutament desfeta. La mort d'aquell dictador feixista va arribar massa tard...
I després, els anys de la transició, la reclamació de l'Estatut (i en paral·lel tot el moviment d'alliberació de la dona - que n'haguéssiu pogut ser un bon exemple), què en pensàveu?
Ho he anat seguint, però amb una certa amertume. És clar que m'alegraven els avenços, però a mi ja se m'havien acabat les esperances.
I ara heu tornat a Anglesola. Quan va ser i per què?
Això s'ha d'explicar una mica. La meva bona germana Maria, al seu llit de mort, va cridar un notari perquè testés al meu favor, tot i que encara vivien tres germanes més i uns nebots. Aquesta casa representava molt per a mi, hi va morir la meva mare, la meva germana, i hauria donat el que fos per poder-la adobar i anar-hi a viure. Però tenia les nenes, que no en volien sentir a parlar, s'havien integrat de ple a Andorra. Llavors vaig tenir una idea: I si utilitzés els diners que, després de mil treballs, vaig rebre com a indemnització dels camps? No nhavia tocat ni un, esperava que les nenes fossin grans i els utilitzessin, i el meu fill Roman tampoc no en volia saber res. No era gran cosa, però em va servir per arreglar la casa d'Anglesola, hi baixava sovint, contractava un paleta, i la casa va anar creixent... Va ser una satisfacció poder-la arreglar, fins i tot li vaig dedicar un poema!
Els últims anys han set molt moguts a Espanya, quina visió en té de la seva situació actual? I de Catalunya? Com veieu el futur?
No puc evitar de pensar que tot segueix igual. Tant a Espanya com a Catalunya. Crec que s'ha perdut el sentit de la solidaritat social, que només importen els diners, les guerres per al petroli, la destrossa perquè sí.... No tinc una visió massa optimista del món en general. Quan cada dia miro les notícies, m'adono que el món no ha avançat. Tecnològicament potser sí, però espiritualment, gens. I un dels fets més desoladors d'entre tots, és que al morir el dictador i iniciar-se la democràcia no es van reconèixer en absolut els drets dels lluitadors del bàndol republicà. A les vídues d'aquests lluitadors no els va arribar cap compensació, ni pensió, ni reconeixement per part dels demòcrates, de la lluita que es va dur a terme a un preu tan alt. Es va silenciar totalment, com si encara estiguéssim en ple franquisme, per por de no reobrir les ferides, diuen els que ho justifiquen; els polítics i governs demòcrates es van anar-se instal·lant còmodament, sense recordar ni mencionar, ni en els mitjans ni als llibres d'escola, els conceptes i el programa d'allò que havia estat, primer la República, després la seva derrota per part d'un alçament militar i, finalment, l'exili de tants milers de combatents. És un buit de diverses dècades que mai més no es podrà omplir.
Ho tornaríeu a fer tot això?
No t'ho sabria dir... L'amertume que me n'ha quedat no compensa l'esforç, sobretot després de la mort del meu home. Sempre li dic a la meva néta que actuï amb honestedat i noblesa, però que no s'enroli amb idees que la poden conduir al desastre, tal com ens va passar a nosaltres.
Febrer 2008
Pour citer cette ressource :
Marta Martinez Valls, Teresa Albareda, Una vida en el siglo XX, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), mai 2009. Consulté le 26/12/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/civilisation/histoire-espagnole/guerre-civile-et-dictature/una-vida-en-el-siglo-xx