Una visión del terrorismo de Sendero Luminoso: de Mario Vargas Llosa a John Malkovich
Contextualización
Sendero Luminoso es el nombre de un movimiento terrorista que actuó en el Perú entre los años 1980 y 2000. Se recuerda este periodo como los años negros del Perú por la violencia, el número de muertos y el miedo que se sentía.
¿Cuál era el contexto en 1980?
Se estaba regresando a una democracia después de 12 años de dictadura bajo el mando del general Juan Velasco Alvarado. Tal dictadura hizo una revolución a nivel social con reformas populares y nacionalistas – como la reforma agraria – pero en un contexto de privación de libertades. Se denominaba el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas y fue derrotado a partir del paro de los policías en su contra, lo que lo debilitó. En 1975, Velasco sufrió de un aneurisma y terminó en silla de ruedas; el general Francisco Morales Bermúdez tuvo que tomar el mando, y se encontró obligado a convocar a una Asamblea Constituyente en 1979 para restablecer la democracia. Así, después de las elecciones, regresó como presidente, en 1980, Fernando Belaunde Terry, él que había sido derrotado 12 años antes por el mismo Velasco Alvarado.
¿Por qué comenzó el terrorismo?
En esa época, Perú sufría de un choque de ideologías para liderar el país. Además, se podía notar una gran desigualdad social y pocos esfuerzos para desarrollar la educación, particularmente en zonas rurales. La ideología, que luego llamarán Pensamiento Gonzalo, fue creada por Abimael Guzmán Reynoso, originario de Arequipa (segunda ciudad del Perú, ubicada al sur del país), un profesor de filosofía en la Universidad Nacional de Huamanga en Ayacucho (región de sierra). Se basa en la corriente ideológica comunista del maoísmo llevándola a una forma radical y fundamentalista. Esa ideología se expandió en las universidades, donde los jóvenes se reunían para denunciar al gobierno actual y proponer una revolución en su contra.
¿Cuáles son los fundamentos de la ideología?
Se trata de una aplicación del marxismo-leninismo-maoísmo a la realidad peruana. En otros términos, una revolución del proletariado – aquí los campesinos – para destruir “el viejo estado”. Estaban en contra del imperialismo y de la burguesía – representada por los costeños, limeños principalmente, donde se encuentra en mayoría la élite del país –. Notamos aquí la diferencia social y su desigualdad que ya evocamos: por un lado, los limeños de clase social alta o medio alta; por otro lado, los serranos, campesinos, que representan la clase social baja. Se trata así de un movimiento izquierdista extremista que buscó difundir ideas radicales acerca de la fuerza popular.
¿Cuáles son las etapas del movimiento?
El movimiento empezó a desarrollarse, difundiendo su ideología, durante los años de dictadura, periodo durante el cual se toleraban la existencia de movimientos izquierdistas propagandistas. Sin embargo, empezaron sus acciones a partir de 1980 con el regreso del gobierno de Belaunde y duró durante veinte años acabando durante el gobierno de Alberto Fujimori.
Se inició precisamente el 17 de mayo de 1980 durante elecciones cuando los senderistas quemaron las ánforas electorales en Chuschi en la región de Ayacucho y declararon la guerra popular contra el estado. A partir de ese momento, en esa misma región, se realizaron varios atentados contra la propiedad privada y pública, principalmente hacia instituciones representantes del gobierno. Los primeros dos años, el gobierno no tomó en serio aquel movimiento y el Servicio de Inteligencia no supo determinar con exactitud quienes eran. Lograron sin embargo capturar a varios senderistas y les pusieron en el penal de Huamanga. La lucha se radicalizó cuando, en marzo de 1982, realizaron un asalto a ese penal para liberar a sus partidarios. Se empezó entonces una militarización del conflicto – antes la respuesta del gobierno era principalmente policial – y las acciones terroristas se hiciieron más violentas con ataques a puestos militares y policiales además de asesinatos selectivos.
En 1984, se hizo conocer otro movimiento terrorista: el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) con su líder Víctor Polay Campos. Se cambió de gobierno y llegó Alan García Pérez. La lucha siguió aumentando y empezó a propagarse por todo el país. Así todas las regiones conocieron actos terroristas excepto las regiones sur de Moquegua (costa) y Madre de Dios (selva). En Lima, donde el conflicto era fuerte también, aunque menos importante que en la sierra, se hicieron muchos asesinatos selectivos de autoridades del gobierno, además de coches bomba. Abimael Guzmán había dicho en una de sus primeras apariciones públicas: “Ayacucho es la cuna, Lima la catapulta”, resaltando la importancia para ellos de atacar la capital donde se encontraba la élite del país.
Para luchar contra el terrorismo, se declaró más de la mitad del país en Estado de emergencia bajo control militar y se propuso una organización local de defensa a través de los Comités de Autodefensa compuestos de civiles.
En 1992, se logró la captura de Abimael Guzmán que negoció desde la cárcel los Acuerdos de Paz. Sin embargo, una parte del Sendero Luminoso no aceptó esos acuerdos y siguió la lucha hasta la captura de Óscar Ramírez Durand alias Feliciano – último dirigente senderista – en 1999.
¿Cómo fue la intervención militar?
La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) determinó que el 37% de los 69 280 muertos y desaparecidos fueron víctimas de agentes del Estado – militares y policías – o Comités de Autodefensa – civiles -. Por lo cual es importante resaltar el hecho de que la violencia de ese conflicto interno se proporcionó en ambos lados.
Un muy polémico relato de esos hechos fue el asesinato de ocho periodistas en manos de campesinos del pueblo de Uchuraccay en los Andes. Esos campesinos habían sido formados por los militares para luchar en contra de los terroristas y la comisión investigadora presidida por Mario Vargas Llosa determinó que la matanza se debió a que los campesinos habían pensado que las cámaras eran armas y, por lo tanto, que los periodistas eran terroristas. Aquella teoría, luego desaprobada ya que la mayoría de los hombres había hecho el servicio militar y sabía reconocer un arma, proviene del hecho de que los habitantes de ese pueblo están consideradas como personas atrasadas y violentas. La Comisión de la Verdad y Reconciliación apoyó la conclusión de Mario Vargas Llosa diciendo que las Fuerzas Armadas no fueron culpables de la masacre. Investigaciones privadas posteriores, como la de Fernando Fuchs Valdez, culpó a los militares de haber planificado el asesinato. Este hecho no fue aceptado públicamente, por lo cual, hasta ahora, no se sabe la verdad.
Desde su entrada en el conflicto, se denunciaron violencias a los Derechos Humanos por parte del ejército. Al principio de su gobierno, Alan García inició un proceso de reconocimiento de esa violencia proporcionada por las Fuerzas Armadas y creó una Comisión de Paz. Sin embargo, aquella ola de revelaciones públicas no terminó con la violencia. Al contrario con el gobierno de Alberto Fujimori se incrementó con la creación del Grupo Colina, un grupo para-militar responsable de la desaparición de los estudiantes de la Cantuta – culpados de vínculos con el terrorismo –.
Aunque las Fuerzas Armadas y los Comités de Autodefensa lograron expulsar a Sendero Luminoso de sus zonas de influencia, capturar su primer líder, dividir y así reducir el grupo y finalmente terminar con los actos terroristas – no con la ideología – uno se debe preguntar: ¿a qué precio? Por esa razón, y porque Alberto Fujimori difundió durante años una propaganda para cubrir las violaciones a los Derechos Humanos por las Fuerzas Armadas, se creó la Comisión de la Verdad y Reconciliación para denunciar tales hechos y dar a luz la verdad – su informe final fue publicado en 2003 –. Así, se puede leer entre sus informes, el relato del caso de la comunidad de Putis cerca de Ayacucho. Se trata de ejecuciones extrajudiciales en diciembre de 1984 cuando militares hicieron creer a campesinos que les iban a proteger y ayudar. Les hicieron cavar una poza pretendiendo que iba a ser piscigranja para desarrollar su economía pero luego les hicieron parar frente a la poza y los asesinaron y sepultaron en ella. Tales actos no tienen justificación judicial y además de hacerlo porque sospechaban que esos campesinos tenían vínculos con los senderistas, los militares lo hicieron para robarles su ganado y venderlo.
Lituma en los Andes de Mario Vargas Llosa: una representación del escenario principal del terrorismo
La novela de Mario Vargas Llosa, Lituma en los Andes (Premio Planeta en 1993) nos relata la historia del Cabo Lituma, habitante de la costa peruana, que fue mandado a la sierra en el pueblo de Naccos para vigilar esa zona y proteger a los habitantes de los terroristas. Está acompañado por Tomás Carreño, guardia de 23 años, originario de la región. Lituma y Carreño tienen que investigar sobre tres desapariciones que sospechan ser actos terroristas. La novela empieza in media res con la denuncia de la tercera desaparición y sigue la investigación hasta obtener la verdadera explicación de ese asunto, en las últimas páginas, gracias a una confesión de último momento. Se nos relata también la historia de varias víctimas de los terroristas, lo que crea un discurso entrecortado, con párrafos que se siguen sin relatar siempre los mismos hechos. Por fin, nos vamos enterando de la historia de amor del joven Tomás que sirve para desdramatizar la situación permitiendo a Lituma, y al lector, olvidar por un rato el entorno cruel y violento.
El relato de los ataques terroristas permite presentar varios puntos del movimiento. Primero, la forma de acción de Sendero Luminoso, luego, sus víctimas y, por fin, sus reivindicaciones. En resumen, una presentación bastante completa para entender esa parte de la historia del Perú.
Primero, su modo de acción está relatado con amplios detalles como, por ejemplo, cuando llegan a un pueblo. Actúan en varias etapas, la primera consiste en manipular a los habitantes del pueblo para que delaten a sus vecinos y cuenten todos los “delitos” que han cometido, lo que llaman “justicia popular”. Después de haber castigado a los “delincuentes” – matando y torturando – se van, llevándose a los jóvenes para su milicia y dejando en el lugar a un terrorista o dos que tienen el cargo de vigilar a la población y hacer propaganda y que los vecinos tienen que integrar en el pueblo como si fueran de aquí para que nadie sepa que son terroristas.
Además de las víctimas castigadas por sus “delitos”, hay las víctimas inocentes como, por ejemplo, una pareja de franceses que andaba haciendo turismo en los Andes o la Señora d’Harcourt – junto al Ingeniero Cañas y dos técnicos – que había viajado a la zona para desarrollar una reforestación de la sierra y mejorar las condiciones de vida de los serranos. El relato de estas historias permite dar a conocer la injusticia de los asesinatos además de denunciar a los terroristas como personas cerradas y tercas que no escuchan los discursos de las víctimas hasta cuando éstas no tienen nada que ver con el conflicto – el ingeniero Cañas dice de ellos que “parecen de otro planeta” (p. 108) –. Esta denuncia viene en contradicción con el discurso de propaganda en boca de los propios terroristas acerca de sus reivindicaciones, ya que parece que sus actos no son nada más que violencia.
Sin embargo, se nos presenta con detalles también el discurso terrorista que apunta como enemigos a los agentes del imperialismo y del revisionismo que describen así (en un discurso de un terrorista a Pedrito, joven mudo con atraso mental que cría vicuñas, p.53):
Dentro de su estrategia mundial, ése es el rol que nos han impuestos a los peruanos: criar vicuñas. Para que sus científicos las estudien, para que sus turistas les toman fotos. Para ellos, tú vales menos que estos animales.
Y añaden (p.53):
Esto es una guerra. [...] Una guerra para acabar con los « señores »
Al lado de todos estos detalles, el interés principal de esta novela en el tema del terrorismo peruano es la presentación que nos da de la zona geográfica de la cuna de Sendero Luminoso. Esta descripción sugiere que la zona en sí, junto con sus pobladores y sus creencias, lleva a la violencia por su crueldad natural. Presenta la violencia como “instinto latente en el ser humano” – como lo describe Mirtha Méndez Nilsson en su análisis de la novela –.
Es una presentación de la zona desde el punto de vista de un costeño, y por esa razón no hay que olvidar que en Perú había – y sigue habiendo – mucho racismo entre peruanos de las dos zonas geográficas lo que viene principalmente de una incomprensión mutua ya que no comparten la misma idiosincrasia. El terrorismo se desarrolló en los Andes, aprovechando el desfase social para levantar a los serranos en contra de los costeños con un discurso de victimización: los habitantes de los Andes son víctimas del sistema que los deja de lado, un sistema que solamente aprovechan los de la costa. Estos hechos son, en cierto punto, reales ya que en los Andes hay, hasta ahora, zonas muy alejadas donde el gobierno no crea suficientes programas de educación y desarrollo económico, donde los pobladores viven de sus propios recursos sin ninguna ayuda. Sin embargo, Sendero Luminoso empeoró la realidad con un discurso exagerado para crear una sublevación violenta.
Geográficamente, entonces, los Andes representan una zona muy difícil de controlar y donde intervenir – que sea militarmente o para un desarrollo social – es muy complicado. Primero, es poco asequible – son mayormente trochas – y las distancias son muy largas – pasando por alturas increíbles –. Segundo, el clima es muy especial con fríos extremos durante la noche y calores secos durante el día. Tercero, hay pocas ciudades grandes y la gente suele vivir en pueblos alejados el uno del otro ejerciendo diferentes actividades: agricultura, ganadería y minería principalmente. Por lo cual, por ejemplo, la educación para todos se complica ya que no se puede crear una escuela en cada pueblo y a veces los niños tienen que caminar horas para llegar – cuando sus padres les autorizan ir y no les explotan en sus chacras, por ejemplo –. Por esta razón, las personas en la sierra están aisladas y poco educadas.
Además, tienen muchas creencias, de las que se nos habla ampliamente en la novela. Evocan a los pishtacos que son como encarnaciones humanas del diablo que comen hombres, un tipo de persona caníbal; existen también otros duendes y criaturas maléficas que atacan a los mineros y pobladores. Por otro lado, creen en la Pachamama, la Madre Tierra y en los apus que son las divinidades de las cumbres, a quienes se tiene que hacer ofrendas para tener mejores condiciones de vida. Estas creencias toman un lugar importante en la novela ya que, al final, lo que el Cabo pensaba ser actos terroristas, resultaron ser actos místicos: los pobladores sacrificaron a los tres hombres desaparecidos y los comieron : fue para pedir que el proyecto de carretera en el cual trabajaban se hiciera sin problemas.
Así, con este relato, Mario Vargas Llosa retrata a los serranos como hombres crueles con costumbres oscuras, alejados del mundo moderno por sus creencias. La violencia está en cada hombre, según su teoría, y se encuentra exaltada aún más por las supersticiones demasiado presentes en esta zona. En resumen, una presentación del terrorismo que se explica por su zona de desarrollo: un lugar frío y desértico en el cual los terroristas pueden esconderse fácilmente con una población que sigue viviendo en cierto oscurantismo y en un ambiente cruel con gente que es manipulable por el miedo. Un retrato que no se puede considerar muy objetivo, que deja de lado varios puntos del conflicto en la zona como el de la violencia militar – aunque se denuncien algunos robos, saqueos y desapariciones –, y la organización de las juntas campesinas que sí tomaron las armas a defenderse solos lo que prueba que no todos los serranos cayeron en el miedo y la inacción.
The dancer upstairs, película dirigida por John Malkovich: una representación de la implicación de las mujeres en el movimiento terrorista
La película dirigida por John Malkovich, The dancer upstairs (2002) – o Pasos de baile en español – es una adaptación de la novela del mismo título escrita por Nicholas Shakespeare en 1995. Se centra en la figura de Ezequiel (Abel Folk), líder terrorista de un país de Latinoamérica, presentando a sus numerosos seguidores y caracterizándolo así de ícono de la Revolución. El detective Agustín Rejas (Javier Bardem) está dirigiendo la operación para capturarlo. Al lado de toda esa tensión y de todas las preocupaciones que puede sugerir tal investigación, Rejas – infelizmente casado – se enamora de la profesora de baile de su hija, Yolanda (Laura Morante), y así seguimos ambas historias en paralelo. Por un lado, una investigación minuciosa; por otro lado, una historia de amor a escondidas. Resulta finalmente que Yolanda forma parte del movimiento terrorista liderado por Ezequiel – de su nombre activista o Edgardo Rodríguez Rivas, de su nombre civil – y parece también que ella era una de las mujeres del ícono revolucionario. Aunque el espectador lo vaya sospechando muy rápidamente, Rejas no logra aceptar el hecho y sigue tratando de protegerla hasta cuando esté condenada a cadena perpetua.
Se trata de un thriller político cuyo escenario es claramente un país de Latinoamérica sin que se diga nunca el nombre del país. Sin embargo, hay varios indicios que confirman que se trata del Perú y que la historia relatada está ampliamente inspirada de la historia de Sendero Luminoso. Primero, aunque no se hable de Perú o de Lima, se habla de Ayacucho – región peruana – y los personajes beben Inca Kola – gaseosa del Perú – y hablan quechua – dialecto principalmente peruano –. Además, varios personajes se inspiran de personajes históricos de la época: el presidente es chino – Fujimori era japonés – y Ezequiel que, además de actuar como Abimael Guzmán, se le parece físicamente. Como se puede apreciar en una de las últimas escenas cuando lo capturan y lo llevan enjaulado con ropa de la cárcel. En fin, es evidente que esta historia se inspira totalmente de hechos reales, pero no pretende relatar la realidad, por lo cual, las representaciones en esta película no pueden considerarse como datos históricos.
Además de la figura de Guzmán, esta película hace hincapié en sus seguidores, y en particular en las mujeres que lo siguen y que lo adoran. Fue demostrado que Guzmán tenía varias mujeres. No se sabe muy bien si eran todas amantes pero se sabe que cuando lo capturaron estaba acompañado por cuatro mujeres, que vivían con él. En esta película, la figura de Yolanda Zelande es la representación de todas esas mujeres que se hicieron senderistas y que tenían un estrecho vínculo - ¿amoroso? – con el líder. Ella es una linda mujer, inteligente y dulce pero, bajo el nombre de Camarada Isabel, resulta ser una de las senderistas más activas, la que planificó el atentado con coche bomba en un café de Miraflores – distrito de Lima –. El espectador sospecha rápidamente que algo anda mal con ella porque le tiene mucho miedo a la oscuridad y que parece temer que algo suceda siempre. Sin embargo, el detective no se da cuenta, porque se enamoró de ella, y cuando descubren que Ezequiel se esconde en su casa, sigue pensando que ella no sabe nada, que ella desconoce quien vive en el segundo piso, hasta preguntar a Ezequiel si Yolanda está con él, a lo cual responde que todos están con él. Así, al final de la película, cuando capturan a Ezequiel – una captura inspirada en los hechos reales, gracias a una investigación de varias semanas, analizando las basuras para descubrir en qué casa se escondía, con él acompañado de mujeres y diciendo que pueden acabar con él pero no con el pensamiento –, Yolanda se precipita hacia Rejas cuando lo ve, pero luego se desespera, grita, lo pega y le escupe a la cara cuando descubre que capturaron al terrorista porque Rejas es el responsable de la captura de su amante, ídolo, y quien sabe que más. Esta película busca demostrar el estrecho vínculo de varias mujeres con aquel movimiento. Además de Yolanda, aparece otra mujer, en un video descubierto durante la investigación, que actúa con gran violencia: mata a un cura después de hacerle comer las páginas de su biblia.
¿Por qué razón tantas mujeres participaron en ese movimiento violento? Parece, primero, que la figura de Guzmán era carismática y que logró seducir a varias de ellas. Pero no es la única razón : varias de ellas consideraron el movimiento maoísta como una emancipación de la mujer. Los senderistas defendían una politización de las mujeres y esperaban que ellas se rebelaran en contra de esa burguesía patriarcal. Sendero Luminoso se presentaba como un movimiento popular en defensa de las masas vulnerables y abandonadas que son, en el Perú, los campesinos – quechua-hablantes en mayoría – y las mujeres. Una lucha de clase y de género entonces.
Todas aquellas mujeres se reunían y formaron grupos feministas como el Movimiento Femenino Popular. Se pueden ver imágenes de esas mujeres desfilando vestidas de rojo y gritando canciones revolucionarias. En el mismo video, se reúnen luego y podemos notar que son mayormente jóvenes y que hablan un castellano correcto, por lo cual podemos considerar que son mujeres educadas. No parecen ser manipuladas por los hombres, más bien están buscando organizarse entre ellas. Una explica entonces: “hay que estar conscientes del proceso y las razones. Queremos superar el individualismo.” Luego, las demás denuncian los malos actos de sus camaradas – actuar de forma individualista, mandar como capitalista, decir malas palabras, insultar, entre otras –, en una idea de “justicia popular” siempre. Aquellas mujeres se desilusionaron de la sociedad moderna y se encontraron frente a su injusticia. Vienen de una cultura andina tradicional pero la mayoría emigró a las ciudades para educarse donde conocieron la discriminación, el racismo y la desigualdad. Por esa razón se unieron al único movimiento que les tomó en cuenta, siguieron una ideología violenta que les llevó a actuar de forma cruel, injusta también.
También se puede destacar la figura de Edith Lagos, que puede asimilarse al personaje de la película Edith Pussang, que aparece bailando con Ezequiel. Ella fue una militante revolucionaria que fue capturada y liberada por sus camaradas, pero luego fue asesinada por los militares : tenía 19 años. Se convirtió en un símbolo de la lucha, representando a las víctimas del Estado de las cuales los informes oficiales no hablaban. Miles de personas participaron en su funeral, usando aquel acontecimiento para denunciar la injusticia y violencia en contra de la población andina.
En resumen, podemos concluir que las figuras femeninas, muy importantes en el terrorismo peruano, parecen ayudar a sacar la imagen de terror del movimiento, aunque ellas no hayan sido menos violentas que cualquier hombre. Pero, la imagen de una joven de 19 años, linda, educada, que asesinan los militares es fácil de convertir en un martirio porque la gente no cree que pueda haber sido una persona tan cruel. Al igual que el personaje de Yolanda, que Rejas no deja de amar aún después de conocer con exactitud su implicación terrorista y sus actos.
Conclusiones
Estas dos obras – una literaria y otra cinematográfica – de personas internacionalmente reconocidas, aunque bien documentadas, no dejan de ser ficciones, por lo cual no pueden considerarse como soporte de un análisis histórico verídico. Sin embargo, permiten resaltar una visión del terrorismo peruano.
Cada una destaca uno o varios puntos clave de ese movimiento como se pudo demostrar en el análisis. Sin embargo, ambas presentan el conflicto interno con una visión negativa del lado terrorista y bastante positiva del lado militar. En otros términos, no denuncian todas las violencias militares que evocamos brevemente en nuestra contextualización. En la película, John Malkovich usa el personaje de Rejas presentado como buen detective, aunque bastante ingenuo. Ese detective no es militar y busca solamente la justicia. Tiene luego que dejar el caso en manos de las Fuerzas Armadas, y en aquel momento, el director deja entender que las acciones del gobierno no son tan claras – se tratará tal vez de corrupción – sin denunciar claramente ningún abuso judicial. En su novela, Mario Vargas Llosa propone como protagonista principal un cabo – subjefe militar – sin grandes vicios tampoco, empeñado con la justicia y la búsqueda de la verdad. Por fin, en ninguna de las dos obras se denuncian aquellas violencias – que, sin embargo, Mario Vargas Llosa no desconocía porque había sido el investigador del asesinato de los periodistas –.
Por otra parte, las obras de la nueva generación vienen oscurecer este triste cuadro acerca de ese período histórico, denunciando los actos de violencia de la otra banda, o sea, del lado militar. Podemos mencionar la película de Salvador del Solar, Magallanes (escrita a partir de la novela de Alonso Cueto, La pasajera), en la cual denuncia las violaciones de un coronel en una menor de edad. También podemos citar la novela de Renato Cisneros, hijo del Ministro de Guerra del Presidente Belaúnde, La distancia que nos separa (2015), que cuenta la vida de su padre, y la novela de Alonso Cueto, La viajera del tiempo (disponible en junio de 2016) que relata la historia de un militar mandado a Ayacucho en la época de la lucha contra el terrorismo y que describe las atrocidades del ejército.
Por fin, si bien el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación fue publicado en 2003 y pretende presentar una historia oficial real que se opone a la historia oficial fujimorista controlada, toda la verdad no salió a la luz y hasta ahora muchos peruanos siguen esperando una explicación acerca de sus familiares muertos o desaparecidos. Además, el pensamiento Gonzalo – como lo había predicho Abimael Guzmán el día de su captura – no ha desaparecido y sigue desenvolviéndose en un pequeño grupo de personas a través, por ejemplo, del partido político Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (MOVADEF).
Bibliografía/Sitiografía
Contextualización
ADRIÁN, Gabriel, “Mario Vargas Llosa: el encubridor de la masacre de Uchuraccay”, El Diario, 2/02/2013
Video sobre el Movimiento Femenino Popular
Sitio web del museo Lugar de la Memoria en Lima
Lituma en los Andes de Mario Vargas Llosa
VARGAS LLOSA Mario, Lituma en los Andes, Planeta, Barcelona, 2010, 290 p.
MÉNDEZ NILSSON, Mirtha, “Lituma en los Andes, de Mario Vargas Llosa: Reflejo de un período de violencia y corrupción” tesis bajo la dirección de Héctor Areyuna, 2005.
The dancer upstairs de John Malkovich
MALKOVICH, John (dir.), The dancer upstairs, 2002.
GNUTZMANN, Rita, “Cine y novela sobre los años de violencia peruana”, artículo en Letra, Número 3, 2009, pp. 68-82.
Otras obras
CISNEROS, Renato, La distancia que nos separa, Planeta, Lima, 2015, 355 p.
CUETO, Alonso, La viajera del viento, disponible a partir de junio de 2016.
DEL SOLAR, Salvador (dir.), Magallanes, 2015 (película).
Pour citer cette ressource :
Izia Douix, Una visión del terrorismo de Sendero Luminoso: de Mario Vargas Llosa a John Malkovich, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), avril 2016. Consulté le 03/12/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/civilisation/histoire-latino-americaine/perou/una-vision-del-terrorismo-de-sendero-luminoso-de-mario-vargas-llosa-a-john-malkovich