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Golpe de Estado chileno: historia y cine

Par Anne-Marie Molin : Etudiante - Université Lumière Lyon 2
Publié par Christine Bini le 14/05/2011

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La historia que Chile conoció entre los años 50 y los años 90 es tan apasionante como conmovedora. El cambio de perspectiva social que el país y América Latina en general conocieron a principios de los 60, así como las nuevas preocupaciones de los artistas, motivados por la revolución cubana, dieron un nuevo aliento a todas las artes en general y al cine chileno en particular. La situación política, económica y social chilena de los años 70 no dejaba de alimentar la calidad y los temas del cine nacional que se expresaba sobre todo a través del género documental.

Pese a la llegada de la dictadura y a la extinción de prácticamente toda forma de expresión, el cine chileno sobrevivió, como muchos compatriotas, en el exilio. Gracias al talento y a la audacia de los cineastas chilenos se creó una nueva corriente cinematográfica: el cine chileno del exilio en torno al socialismo, al golpe de Estado y a la lucha de clases.

Hasta hoy uno puede darse cuenta que el tema del Golpe no para de perseguir las obras cinematográficas de los cineastas del país.

Andrés Wood es buen ejemplo de ello: ofreció en 2004 una ficción, Machuca, que trata del tema del Golpe con un nuevo enfoque y una nueva sensibilidad.

Chile: reseña histórica desde los años 50 hasta el golpe de Estado de 1973

A principios de los años 50, Chile se encontraba en una gran inestabilidad económica y social que había empezado a desarrollarse en los años 30, fecha en que se sintieron los primeros síntomas de la gran crisis económica mundial de la década, en Chile. El pueblo chileno estaba harto y desilusionado de los políticos, la corrupción y de la incapacidad del gobierno para resolver los urgentes problemas económicos y sociales del país.

Fue en 1952 cuando el socialista Salvador Allende se presentó por primera vez a las elecciones presidenciales, frente al candidato independiente ya conocido por los chilenos, el general Ibañez, que parecía ser la solución a los problemas de la política tradicional y que obtuvo la victoria con casi 47% de los votos. Ibañez representaba el caudillo que barrería los vicios y deshonestidades atribuidas a las clases políticas porque, en 1927 durante su primera presidencia había emprendido un vasto plan de obras públicas y se había opuesto a la mayor parte de los políticos quienes conspiraban contra él. Pese al gran triunfo de 1952, Ibañez y su gobierno encontraron grandes dificultades económicas y las medidas que propusieron no contentaron al pueblo.

La decepción que produjo el gobierno de Ibañez dio la victoria en las elecciones presidenciales de 1958, al candidato independista de derecha, Jorge Alessandri, a pesar de haber obtenido sólo el 31,6% de los sufragios frente al 28,9% de Salvador Allende que encabezaba el Frente de Acción Popular (El FRAP, constituido en 1956), alianza de partidos de izquierda, y al 20,7% de Eduardo Frei Montalva, candidato del partido Democratacristiano. Pero en Chile en este momento, y desde 1946, si ninguno de los partidos obtenía la mayoría absoluta, era el Congreso quien elegía al vencedor. Jorge Alessandri, apodado el Paleta, "hombre bueno" en el lenguaje popular, representaba la sobriedad y la anti demagogia, cualidades que el pueblo necesitaba ver encarnadas en su mandatario. Adoptó casi de inmediato medidas para racionalizar la administración pública, equilibrar el presupuesto de la nación y frenar la inflación. De hecho, los resultados fueron bastante relevantes hasta 1961. El Presidente emprendió varias reformas agrarias (más o menos bien aceptadas por los campesinos) y creó las Asociaciones de Ahorro y Préstamo para adquirir viviendas. Hay que subrayar que esas innovaciones estuvieron en gran parte iniciadas por el presidente John. F. Kennedy quien quería ayudar a Latinoamérica a salir de su subdesarrollo evitando los errores cometidos en Cuba.

A pesar de esos resultados en apariencia positivos, la agitación social se agudizó, debido a las repercusiones de la Guerra Fría y de la inflación siempre creciente (45,3% en 1963). Por otra parte, el crecimiento de la influencia del socialismo de Allende empezaba poco a poco a provocar miedo en los partidos de derecha. Por eso, en las elecciones de 1964, Eduardo Frei, el candidato democratacristiano, aparece como el único capaz de oponerse al FRAP.

La lucha entre Allende, Frei y J. Durán, candidato del Frente Democrático (alianza de los partidos Radical, Liberal y Conservador), es muy estrecha.

Frei recibe entonces, en las elecciones de 1964 todo el apoyo de la derecha, así como el de los Estados-Unidos, y obtiene el 56% de los votos, mientras que Allende recibe un 40%. Eduardo Frei sigue una política reformista moderada en la que se destacan la modernización del aparato estatal, la reforma de la educación y una reforma agraria. Sin  embargo, el gobierno de Frei no llega a controlar la inflación. Las violencias se generalizan en las ciudades más importantes, las huelgas se propagan, y las tomas de terrenos y tierras por los campesinos y los sin casa inician la polarización radical de la sociedad. En 1967, la Demócrata Cristiana (DC) empieza a declinar por las críticas cada vez más fuertes de la izquierda así como de la derecha. En 1969, la crisis se amplifica y deja paso a la casi segura victoria de Allende en las próximas elecciones. Este mismo año, el ala más izquierdista de la DC se separa de ésta y crea el MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitaria) y más tarde otro grupo de la DC, también orientado a la izquierda, decide separarse formando la Izquierda Cristiana. Estos dos movimientos junto con los socialistas, los comunistas, y los radicales de izquierda, forman una nueva alianza llamada Unidad Popular (UP) con el fin de llevar a Salvador Allende a la presidencia en las elecciones del 4 de septiembre de 1970.

El apoyo que recibe Jorge Alessandri (principal candidato de la derecha en esas elecciones) no es suficiente para competir con Allende que obtiene el 36,3% de los votos (Alessandri obtiene el 34,9% y el candidato Demócrata Cristiano, Radomiro Tomic sólo el 27,9%). Sin embargo, como ya se ha dicho anteriormente, cuando no hay mayoría absoluta es el Congreso quien debe elegir cuál de los candidatos asumirá el cargo de presidente. Ahora bien, la costumbre era que el Congreso eligiera al candidato que había obtenido más votos, pero de hecho, como lo subraya Joan Garcés en 1970. La pugna política por la presidencia de Chile (Ed. Universitarias, 1970, p. 30), tenía la posibilidad de elegir a cualquiera de los dos candidatos que obtuviera el mayor porcentaje de los votos. A fin de obtener el acuerdo del Congreso, Allende tiene entonces que firmar un Estatuto de Garantías, asegurando conservar las libertades de enseñanza, prensa, asociación y reunión, y la indemnización legal de todos los bienes expropiados. Después de un mes y medio de reflexiones (y conspiraciones fomentadas por la derecha y la CIA) Salvador Allende es proclamado Presidente de la República de Chile el 24 de octubre de 1970, a pesar de los acontecimientos nocivos para la imagen de la izquierda: el asesinato del general René Schneider, Comandante en Jefe de las F.F.A.A., constitucionalista y fiel a la tradición y que se había comprometido a respetar la decisión parlamentaria. El hecho había sido en un primer momento imputado a los partidarios de izquierda, pero en realidad fue reconocido como un atentado ultraderechista. En consecuencia, la zanja que ya existía entre los movimientos de izquierda y los de derecha, y las diferentes clases sociales, fue aumentándose, a partir de ese momento, sin límites.

En su primer discurso, Allende reseñó el programa que quería seguir durante su mandato, es decir la construcción del socialismo de manera progresiva, gracias a una lucha consciente y organizada en partidos y sindicatos libres, y sobre todo la lucha por la igualdad:

« Para superar progresivamente la división entre chilenos que explotan y chilenos que son explotados [...] Para que cada uno participe de la riqueza de común acuerdo con su trabajo y de modo suficiente para sus necesidades [...] Para reducir las enormes diferencias de remuneraciones por las mismas actividades laborales. »

Chile: Historia y Cine (1970-1973)

Según Fernando Moreno (La memoria de la dictadura, Agrégation espagnol, 2006, Ellipses):

« Es ampliamente conocida la constancia con la cual el elemento histórico participa en la constitución de los discursos literarios latinoamericanos ».

Esta afirmación podría perfectamente abarcar también el campo cinematográfico que a través de los documentales (género predilecto en los primeros tiempos del Séptimo Arte) puede ser considerado como el testigo perfectamente "objetivo" del tiempo que transcurre, funcionando como el salvaguarda de la memoria histórica, la copia legalizada de los acontecimientos mayores, de los discursos políticos públicos, de las violencias callejeras que pueden tener lugar cuando un país se encuentra en plena dicotomía social....

Por ello, en esta parte, la reseña histórica se acompañará entonces de los hechos cinematográficos más relevantes de aquella época, cuya evolución fue tan rápida como pesada y que los cineastas pudieron capturar gracias a los alientos que recibieron de parte del Estado y del gobierno. – Sin embargo, y contrariamente a lo que se podría imaginar, la producción cinematográfica de ese período no estuvo a la altura de los cambios políticos, sociales y económicos que conoció el país, pero es preciso subrayar que la mayor parte de las películas rodadas durante esos tres años que va a durar el nuevo gobierno, no llegaron a ser mostradas al público.

El 3 de noviembre de 1970, Allende empieza a asumir sus funciones. Sus primeras medidas consisten en continuar la reforma agraria iniciada por Eduardo Frei e instaurar un proceso de estatización de las empresas (sobre todo las de extracción del cobre), lo que será el punto más importante para desarrollar la economía nacional. Por otra parte, el aumento del salario obrero sin el aumento de los precios provoca un acrecentamiento del PNB de un 8% con menor inflación. En ese momento, la Unidad Popular llega a su apogeo con las elecciones municipales obteniendo el 49,3% de los votos. Desafortunadamente,  esta victoria impulsa algunos sectores extremistas de izquierda, no integrados formalmente a la Unidad Popular, a propugnar la lucha armada para imponer de una vez el socialismo. Aunque ese acontecimiento sea justamente todo lo contrario del proyecto político de Allende, la derecha no tarda en acusar al nuevo gobierno y a sus partidarios, imputándoles la nueva amenaza.

Cinematográficamente, es Helvio Soto quien estrena, con su película Voto más fusil (1971), el primer año de gobierno popular. La película había empezado a rodarse en el momento mismo en que el país conocía sus primeros cambios profundos, muy poco antes de las elecciones, y muestra los meses de tensión que vivió Chile entre el día de las elecciones y la votación del Congreso. Según la opinión del propio realizador, el film debe ser considerado como un documento que trata de las distintas posiciones de la izquierda chilena. Entre otras películas de contenido político, cabe destacar Santa María de Iquique (1970), documental de Claudio Sapiaín, que trata de los acontecimientos de la huelga salitrera en el norte, a comienzos del siglo XX, que terminó con la matanza de la Escuela Santa María de Iquique.

En realidad, uno de los realizadores más prolífico de este período fue el cineasta Raúl Ruiz, con el rodaje de una docena de películas de todo tipo como Colonia penal, La expropiación, Realismo socialista, que si bien eran leales en los asuntos tratados con lo que vivía Chile en aquel momento, sólo fueron proyectadas en círculos restringidos. Realizó también varios documentales entre los cuales se destaca uno de los raros filmes chilenos que trata del tema Mapuche: Ahora te vamos a llamar hermanito.

A partir del segundo año de gobierno de la UP, las reformas de Allende empiezan a verse amenazadas por la creciente violencia que se instala en el país: los terratenientes que se vieron desposeídos de sus tierras por la reforma agraria defienden a muerte sus terrenos, el foso entre las clases es cada vez más amplio, los enfrentamientos entre la oposición y los partidarios de Allende se hacen más frecuentes.

A nivel económico, los puntos positivos del primer año desaparecen poco a poco, y empiezan a surgir los primeros síntomas de desabastecimiento y la inflación creciente empieza de nuevo a ser inquietante.

Por otra parte, con la nacionalización de la industria del cobre, el gobierno chileno se atrajo la enemistad de las transnacionales y sobre todo de los Estados-Unidos que, con la ayuda de la CIA, planearon desestabilizar el régimen allendista.No obstante, en lo que a cine se refiere, el año 1971 conoció algunos eventos notables: Chile Films -  industria de cine nacional creada en 1942 para competir con las poderosas producciones extranjeras y que nunca logró generar rentabilidad suficiente, desaparecida a finales de la década de 1940 - recupera su condición de organismo estatal cuya presidencia es asumida por el cineasta Miguel Littín, quien se ocupa principalmente de la organización de la difusión de las películas en los sectores populares. Redacta también el famoso "Manifiesto de los Cineastas de la Unidad Popular" al que adhirieron la mayoría de los realizadores del momento. En ese documento promulgaba el rechazo de la dominación del cine extranjero, del cine comercial, del Starsystem, proponía al pueblo como actor principal y único crítico válido del cine revolucionario que le era enteramente dedicado.

Ese mismo año, Littín filma un documental muy famoso, titulado Compañero Presidente, que muestra un largo diálogo entre Salvador Allende y Régis Debray sobre las posiciones de las diferentes "izquierdas" en lo referente al cambio social.

Por su parte, Patricio Guzmán ofrece al público un importante documental titulado El primer año que resume los principales acontecimientos del primer año de gobierno de Allende.

Lo que caracteriza el año 1972 es sobre todo el crecimiento del descontento de una parte de la izquierda, cada vez más revolucionaria, y de la derecha que no soporta las reformas allendistas. En cuanto a la economía, el país entra en recesión y el crecimiento económico se paraliza.

El documental fue, como se ha dicho anteriormente, evidentemente el género más prolífico del tiempo de la Unidad Popular. De hecho, fue una experiencia política histórica que tanto los aficionados como los profesionales del cine no podían dejar de filmar. El mejor ejemplo de cineasta documentalista que se destaca ese año es nuevamente Patricio Guzmán, quien recoge en La respuesta de Octubre las imágenes de las numerosas manifestaciones populares, así como las de la huelga de los camioneros que paralizaron todo el país, provocando desabastecimiento y alimentando las iras del pueblo chileno. Ese documental no llegó a ser proyectado al público ya que debía estrenarse la semana del golpe de Estado.

Después de un año de presidir Chile Films, Miguel Littín, a causa de su nueva concepción del cine popular y revolucionario, renuncia a su cargo y continúa el rodaje de su película Tierra Prometida que trata con el mayor realismo sobre la vida cotidiana de los obreros. A fines de marzo del año siguiente, sin mayores explicaciones, Eduardo Paredes, Director de la Policía de Investigaciones, es nombrado presidente de la entidad.

En ese momento, la situación económica de la producción cinematográfica chilena es la misma que la de su país: mediocre. Así como las otras reformas sociales, las que se refieren a los recursos del cine son sistemáticamente bloqueadas por la mayoría parlamentaria de la oposición

El 11 de septiembre de 1973 la Marina Chilena inicia muy temprano, en el puerto de Valparaíso, el golpe de Estado, seguido poco después en Santiago con el bombardeo del Palacio de la Moneda y de la residencia particular del Presidente, después de un reiterado ultimátum lanzado a Allende para que se rinda.

La noticia de la muerte del Presidente - por suicidio según parece - empieza a difundirse y al final de la tarde, los líderes del Golpe - generales Augusto Pinochet y Gutavo Leigh, almirantes José Toribio Merino y César Mendoza - se reúnen en la Escuela Militar, declarándose miembros de la Junta Militar que gobernará el país y proclaman el estado de sitio. Es el fin del gobierno socialista y de sus proyectos. Cinematográficamente, es imprescindible destacar el documental La batalla de Chile de Patricio Guzmán cuyo rodaje empezó antes del golpe de Estado, en febrero de 1973, y se prosiguió hasta el día del Golpe. Guzmán grabó por la calle miles de horas de vida, manifestaciones, opiniones, alegrías y descontentos, gracias a la competencia y devoción del camarógrafo Jorge Müller y a la ayuda del documentalista francés Chris Marker, quien había enviado por correo un cajón de película virgen, para que pudiera continuar la grabación de las imágenes en aquel momento en que Chile estaba totalmente paralizada y no recibía ningún abastecimiento. Todos los acontecimientos más importantes para la reconstrucción histórica de las etapas de la caída del socialismo y de la toma del poder por los militares se encontraban allí. Con mucha suerte y con el concurso de la esposa de Guzmán, de un pariente y de la embajada de Suecia, las preciadas bandas pudieron ser salvadas y luego sacadas del país, lo que era lejos de ser evidente vistos los controles draconianos y el autodafé que sufrió la mayor parte del material cinematográfico. En una entrevista realizada por Mauricio Yáñez para la revista "Antropología universal", en marzo 2000, refiriéndose al baúl que contenía las cintas, Patricio Guzmán nos cuenta:

Me lo llevé a Madrid y nos reunimos muchas veces con Marker en París. Él no tenía plata, pero sí contactos. Llamamos por teléfono a los italianos, a los suecos, a distintas partes, para buscar un estudio, una productora o alguien que nos apadrinara. No lo encontramos. En eso apareció el director de relaciones internacionales del ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica)  cubano, Saúl Giellini, un gran personaje que nos invitó a trabajar en Cuba. Viajé con todo el material a La Habana, junto con mi esposa, mis dos hijas y el equipo reconstruido. Fuimos por seis meses y me quedé seis años trabajando, porque era una montaña.

Por otra parte, Jorge Morales, comentarista y crítico de cine, nos cuenta en el artículo La clase obrera va al paraíso, La batalla de Chile, revista "Mabuse" (diciembre 2002) que el mismo Patricio Guzmán decía que:

Cuando comenzó a editar La batalla de Chile, pasaron varios meses con el montajista Pedro Chaskel visionando el material antes de que se atrevieran a escoger una forma de abordar el montaje de la película. Según Guzmán, eliminar cualquier fragmento de celuloide era como brotar "un trozo de historia". Esta frase podría resultar pomposa si uno no supiera que al margen de los ataques de ego del realizador, La batalla de Chile es efectivamente eso.

Se entiende en seguida la importancia y el valor histórico que comportan las imágenes de Guzmán, Jorge Morales va hasta decir que « Este documental es uno de los pocos trabajos audiovisuales hechos en Chile con la suficiente estatura para codearse sin problemas con el más erudito texto histórico » con lo cual hay que ser prudente ya que, Morales lo dice él-mismo a continuación, « Esta es una película política, dirigida por un cineasta izquierdista, con un prisma comprometido y, por lo tanto, subjetiva y discutible ». El equipo que la rodó tenía, en efecto, un punto de vista muy orientado, a pesar de la objetividad que supone el género.Patricio Guzmán termina de montar con Pedro Chaskel su gran obra dando a luz a una trilogía que se agrupó luego bajo el famoso título: La batalla de Chile, cuya primera parte, La insurrección de la burguesía, expone los esfuerzos de la derecha para desacreditar al gobierno. La segunda parte, El golpe de Estado, revela los enfrentamientos derecha-izquierda, la crisis y, sobre todo, el Golpe. La tercera, El Poder Popular, es una parte al margen de las otras, que presenta la organización en forma de resistencia de los partidarios de Allende, para luchar contra las estratagemas de la derecha para derrocar al gobierno.

Las dos primeras partes de esta trilogía se estrenaron en el Festival de Cannes en 1975 y 1976 (respectivamente) y la tercera en el Festival de Berlín en 1979. El film obtuvo seis grandes premios en Bélgica, España, Cuba, Francia y numerosas distinciones de la crítica. Su difusión y su recepción recibieron un éxito a nivel mundial que no suele ser frecuente en el campo del documental.

Chile: el cine del exilio

Evidentemente, después del golpe de Estado y de la instauración del gobierno militar en Chile por Augusto Pinochet, todas las artes sufrieron una fuerte censura. Las instituciones y empresas que tenían a cargo apoyar y ayudar el desarrollo de la producción cinematográfica desaparecen muy rápidamente: Chile Films, que ya casi no existía debido a la bancarrota, fue saqueada y víctima de un gran incendio provocado por los militares en el que se perdieron miles de metros de celuloide y casi todas las cintas que formaban parte de la historia del cine chileno. Los departamentos universitarios de cine no tardaron en sufrir las mismas presiones y cerraron sus puertas poco después.

La mayoría de los cineastas de los años anteriores al golpe de Estado eran simpatizantes de la Unidad Popular, por ello, a pesar de que muchos fueron encarcelados, después de septiembre de 1973, no fue extraño ver a un número importante de realizadores, actores, técnicos y montajistas, emprender un éxodo hacia otros países, en toda Europa, América Latina y Norteamérica, para continuar sus vidas y desarrollar su arte, más que nunca comprometido, en los países de acogida. Se creó entonces un nuevo movimiento que se denominó "Cine chileno del exilio".

Este nuevo movimiento cinematográfico chileno ha sido uno de los más prolíficos que se ha conocido en el campo del cine del exilio en el mundo. En efecto, entre 1973 y 1983 se rodaron 178 filmes, de diferentes géneros, lo que finalmente es más que la producción que hubo en Chile en las décadas anteriores.

En el campo de la ficción, la película Llueve sobre Santiago de Helvio Soto, rodada en Francia, con actores franceses (Jean-Louis Trintignant et Annie Girardot) y música de Astor Piazzola, es quizás la más relevante del período. Fue proyectada en Europa, Asia y Norteamérica, pero evidentemente prohibida en Chile por el régimen militar. Sin embargo, esta película encontró un éxito mitigado según los países en los que fue proyectada. Ella retrata el día del golpe militar, y los días que siguieron: la tortura, los secuestros y las desapariciones. La muerte de Allende es presentada de una manera bastante ficticia lo que puede haber incomodado a los más puristas. De hecho, transformaron el suicidio de Allende en asesinato para idealizar el final del presidente y dar un ejemplo sin manchas a las generaciones venideras. Pese a las críticas, esta película, calificada de "película de propaganda" por el propio Soto, conoció un éxito de taquilla en más de cincuenta países.

(La película está disponible en youtube dividida en once partes: El primer vínculo : (La qualité est vraiment mauvaise...) Il existe en revanche un autre lien qui est peut-être exploitable : Un extracto de la película en el momento del bombardeo del palacio de la Moneda

Dentro de los cineastas del exilio se destaca también el ya conocido Miguel Littín quien presenta por primera vez su film La tierra Prometida en 1973, (enteramente rodada antes del Golpe) en el festival de Moscú, representando oficialmente a Chile. La película trata de la lucha de los campesinos por la libertad y la igualdad y encontró un éxito muy merecido en muchos países, lo que le ha ayudado para el futuro de su arte y de su vida en México, lugar de su exilio. Fue por lo demás allí donde filmó, en 1975, su gran obra: Actas de Marusia inspirada de la novela homónima del escritor chileno Patricio Manns. El film abarca una vez más el tema social del mundo obrero y fue considerado como una parte de la explicación del fracaso de la Unidad Popular. Recibió un gran éxito de taquilla y muchos premios. Con una media docena de películas en el exilio, Littín pasa de lo chileno a lo latinoamericano en general y adapta obras de Alejo Carpentier, como El recurso del Método (1978), y de Gabriel García Marquéz: La viuda de Montiel (1979). Este último, por su parte, le dedicó una novela titulada: Las aventuras de Miguel Littín clandestino en Chile. Gabriel García Marquéz se inspiró del relato que Littín le hizo en Madrid en 1985, al regresar de su viaje a Chile donde había ingresado de forma clandestina, después de doce años de exilio, para filmar su país aún bajo el jugo de la dictadura. Al oír todas las peripecias por las que pasó su amigo cineasta, Gabriel Marquéz se dio cuenta en seguida que existía, tras la trama de la película que había rodado, otra historia, entre bastidores, igual de apasionante. Marquéz decidió transcribir esta última guardando los hechos, las aventuras, los miedos y los éxitos narrados por Littín pero prestándole su voz literaria, su voz poética. (El libro está disponible en versión pdf)   Las imágenes que recoge Littín durante su viaje le servirán para realizar en 1986 el documental Acta general de Chile, obra muy apreciada por la amplitud de hechos que abarca (tiene una duración de cuatro horas para la televisión, pero existe una versión cinematográfica de dos horas). Desde las poblaciones hasta el Palacio de La Moneda, del norte al sur, Littín recorrió todo su país, disfrazado de rico uruguayo, con tres equipos cinematográficos de distintas nacionalidades a fin de recoger nuevas imágenes de Chile: un Chile herido y vaciado por doce años de dictadura. La obra fue sin embargo considerada como bastante subjetiva. La película está disponible en internet

Como ya se vio anteriormente, Patricio Guzmán con su obra La batalla de Chile es seguramente el cineasta más reconocido e importante del cine chileno del exilio. Pero la labor de Guzmán no se detiene ahí. Después de haber abandonado su país en noviembre de 1973 para refugiarse en Cuba, luego en España y Francia - donde continúa desarrollando su arte aún hoy -, a lo largo de todos esos años ofreció al público películas que fueron premiadas internacionalmente, como En nombre de Dios (1986-1987) o La Cruz del Sur (1989-1992). Se destaca entre ellas un documental mucho más reciente: La memoria obstinada (1997), en el que regresa a los escenarios importantes del tiempo del Golpe y encuentra de nuevo algunas de las personas que aparecieron en La batalla de Chile; este film fue calificado por su propio realizador como "mirada reflexiva de los 70 con los ojos del 90". En 2000 y 2004 aparecen respectivamente dos otros títulos El caso Pinochet y Salvador Allende que permiten observar que hasta hoy, el tema de Chile y lo que sufrió no ha dejado de preocupar el famoso cineasta. En 2010, Guzmán recorre otra vez los caminos de Chile para presentar una nueva obra, Nostalgia de la luz, que ha sido seleccionada y será proyectada en el Festival de Cannes este año 2011. (Ver una pequeña entrevista a Patricio Guzmán)

Existe al lado de esas obras maestras otro documental que llegó a ser bastante apreciado y conocido: Dulce Patria (1985) rodado por Juan Andrés Racz, quien, aunque no dispone de la misma experiencia y fama de los directores citados anteriormente, goza de la ventaja de haber permanecido mucho más tiempo en el país en el momento de recoger las imágenes. Enfocó entonces temas mucho más amplios y una variedad de situaciones muy ricas, desde las luchas políticas, pasando por la vida cotidiana, hasta los testimonios de los opositores, así como de los partidarios de Pinochet. Con ese amplio panel de acontecimientos y entrevistas, Racz demostró mucha audacia y ofreció imágenes que no se habían visto nunca. Si bien el exilio fue propicio a la realización de obras de gran talento, la producción que se hizo fuera de las fronteras chilenas no ha sido nunca recopilada del todo, ya que la mayor parte de las cintas se perdieron a lo largo de los años o fueron proyectadas en círculos restringidos y no llegaron a ser conocidas del gran público.

Cabe señalar también que permanece en Chile una importante censura televisiva del patrimonio cinematográfico que se creó en el extranjero. Así, muchas de las obras importantes creadas fuera del país como por ejemplo La Batalla de Chile o Llueve sobre Santiago, no han sido nunca programadas en la televisión nacional.

Pero quizás las razones de esta censura haya que buscarlas más bien en una voluntad de pacificación que de prohibición...

Machuca

Andrés Wood, su vida, su obra

Andrés Wood nació en 1965 en Santiago de Chile. Empieza su escolaridad en el Saint's George's College: colegio privado, católico y bilingüe, dirigido por el Padre Gerardo Whelan, un sacerdote norteamericano con ideas progresistas. Éste emprende en su colegio una experiencia, integrando en las clases a niños de las poblaciones marginales instaladas a orillas del río Mapocho. En este contexto, Andrés Wood tuvo sus primeras experiencias políticas, experimentando en pequeña escala, las dificultades y oposiciones que nacen de la reunión de dos universos opuestos, tal como lo vivía su país en aquella época. Tiene ocho años cuando el golpe de Estado estalla y que los militares toman las riendas de su colegio, expulsando de la escuela a los alumnos de las chabolas. Wood crece todos estos años en una familia bastante rica y comienza estudios de economía en la Universidad Católica de Chile en 1984. Su consciencia política y su gusto por el cine empiezan cuando ve clandestinamente la famosa Batalla de Chile de Patricio Guzmán y participa varias veces en las manifestaciones pacíficas contra Pinochet.

Luego deja su carrera de economista en 1988 (al final de la dictadura) a favor de su nueva afición: la fotografía. Dos años después del final del gobierno militar emprende un viaje a Nueva-York para seguir estudios de fotografía en la escuela de cine de su nueva ciudad. Ahí aprende todas las técnicas para rodar una película y, prefiriendo esa nueva actividad, deja la fotografía para lanzar su carrera de cineasta.

Wood no tiene problemas económicos así que, experimentando cada vez más sus anhelos de hacer un cine popular y aprovechando el retorno a la democracia en su país, decide fundar su propia casa de producción: "La Wood-Producción". La empresa ofrece servicios de producción para películas, comerciales, documentales, programas de televisión, videos de música y fotografía fija. La meta de la casa es dar una oportunidad a los jóvenes artistas desconocidos.

Sus primeros pasos cinematográficos, los hace realizando y produciendo dos cortometrajes, Idilio en 1992 y Reunión de familia en 1994 con la cual gana el premio de la Mejor Película en el Festival de Santiago en 1994 y el de Mejor Realizador en el Festival de Viña del Mar en 1995.

Con esos primeros pasos exitosos en el cine, Andrés Wood se da cuenta de que puede tener un futuro prometedor en su nueva carrera y rueda en 1997, la película Historias de fútbol que tuvo un éxito internacional y fue premiada en festivales cinematográficos de varios países.

Wood empieza a ser considerado como el verdadero defensor del cine popular y sus películas tratadas con simplicidad, abarcan siempre temas de la vida cotidiana, y le valdrán la apelación de cineasta costumbrista.

En 1999, dirige la creación de un documental titulado Nuestro siglo que narra la vida de los chilenos durante el siglo XX, los cambios políticos y sociales que trastornaron el país.

En 2000 sale su segundo largometraje La fiebre del loco, cuyo contexto se sitúa en un pequeño pueblo de pescadores, donde muestra la exaltación que nace en torno a la pesca del molusco llamado "loco".

Su más famosa película, Machuca, se estrena en 2004 en Europa (en España y Francia) antes de su estreno en Chile. Con esa nueva película, Wood quería utilizar su propia experiencia de niño para enfocar de manera ficcional el tema del golpe de Estado que ha sido en mayor parte tratado a lo largo de los años a través del género documental. La película tuvo una acogida entusiasta en La "Quinzaine des réalisateurs" del Festival de Cannes, luego en Chile y ha sido premiada internacionalmente.

La película Machuca

Sinopsis

1973, Allende encabeza la nación, las tensiones políticas entre las clases altas y las clases bajas se hacen más numerosas, frecuentes y violentas. En ese contexto se sitúa el personaje de Gonzalo Infante, un niño de 11 años, quien pertenece a la clase media alta y que frecuenta el colegio católico privado bilingüe Saint Patrick's.

 

 

El director de este colegio, el Father Mc Enroe, un sacerdote con ideas progresistas, inicia al principio del año escolar un plan social para permitir a los niños desfavorecidos de los suburbios vecinos, integrar las clases con los demás niños, beneficiando así de una educación gratis. Gonzalo demuestra enseguida mucho interés por esta nueva experiencia y parece impaciente por conocer a los nuevos alumnos, ya que no tiene verdaderamente amigos en su clase, aparte de una relación extraña con un grupo de chicos que no dejan de molestarlo y abusar de sus cualidades de buen alumno y de su carácter tranquilo. Gonzalo se acercará pues poco a poco, a uno de los nuevos, Pedro Machuca, quién será colocado justo detrás de el en la sala de clase, en el sitio que ocupaba el cabecilla del grupo de los molestosos.

Tras un primer acercamiento tímido, el comienzo de una verdadera amistad nace el día en que Gonzalo, olvidando su pasividad habitual, toma físicamente partido para defender al dicho Machuca, atrapado violentamente por el grupo de los chicos odiosos. Con esta amistad, ambos niños no sólo van a aprender a conocer y apreciar sus mundos tan alejados el uno del otro, sino que también van a aprender la confianza en sí mismo y descubrir el amor con Silvana, una jovencita muy comprometida en el movimiento de izquierda, vecina de Machuca.

Esa gran relación evolucionará en medio de un clima social perturbado, con conflictos sociales tanto a nivel familiar como escolar y por supuesto nacional. Sin embargo, el adoctrinamiento de cada uno por su clase social y el paroxismo de los enfrentamientos sociales, concluidos por el Golpe, van a quebrar ese trozo de esperanza que había nacido de esa relación tan particular e inesperada.

Análisis

A través de su película, ampliamente inspirada de lo que vivió durante su infancia, Andrés Wood no sólo rinde homenaje al Padre Whelan, director de la escuela que frecuentó en su infancia, sino que también reproduce a pequeña escala la sociedad y los problemas sociales de los años 70. A pesar de que se trate de jóvenes, uno se percata fácilmente de que el adoctrinamiento que los padres les transmitieron es ya muy fuerte. El abismo social que se ha formado ya en las mentes de las nuevas generaciones es mucho más profundo de lo que se podría imaginar.

Para los jóvenes de las clases altas que deben tolerar los alumnos becarios y pobres en su propia escuela las cosas parecen claras: el que no tiene dinero no puede ni quejarse ni poner las reglas. La mentalidad adoptada por los alumnos becarios tampoco es siempre ejemplar y Wood no quiso dejar este aspecto de lado: los alumnos pobres solo saben contestar con violencia a las provocaciones de los alumnos ricos.
Con esta obra, Wood decidió reproducir fielmente el experimento del director de su escuela, pero aislando y reuniendo esta vez un "elemento" de cada clase, para demostrar que el proyecto sí podía tener futuro, que con mentes abiertas y buenas voluntades, las aspiraciones de Allende y de muchos de sus partidarios no eran vanas...

Es preciso subrayar que para lograr la autenticidad del momento histórico, un mayor realismo y para provocar las emociones deseadas en los espectadores, una contextualización perfecta de la acción era imprescindible. Andrés Wood y su equipo realizaron una reconstrucción extremadamente fiel del Santiago de la época de los años 70. Paseando por la ciudad, sus detalles de arquitectura y sus manifestaciones callejeras perpetuas, acompañados por personajes tan característicos, casi caricaturescos, la película nos hace viajar en plena víspera del golpe de Estado chileno. Wood integra una multitud de detalles, situaciones, que nos muestran el contexto político y las dificultades del país, sin por lo tanto caer en la propaganda política. Cada elemento ha sido estudiado para no borrar la historia y presentar el contexto lo más objetivamente posible. Como lo subraya un artículo del diario "El Mercurio", los que rodaron la película se fijaron en el menor detalle para que todo fuera lo más realista posible: «Será un deporte para los ociosos encontrar fallas en la reconstrucción del año 1973 en el Santiago de hoy. La producción llegó incluso a borrar digitalmente cosas como el teleférico del cerro San Cristóbal y las fechas de vencimiento en unas latas de leche condensada.»

Otros detalles históricos como las manifestaciones callejeras, organizadas y muy típicas según los bandos, los eslóganes vociferados por los manifestantes, el mercado negro, las colas para el racionamiento, los "acaparamientos" (cuando la derecha escondía los productos en grandes almacenes para fomentar desabastecimiento), "los cacerolazos" (manifestación típica de las mujeres de derecha que consistía en pegar con una cuchara sobre una olla para significar que por culpa de las reformas sociales del Presidente sus cacerolas estaban vacías), son elementos que no faltan tampoco en la reconstrucción política de la película.

Con el distanciamiento que los años han puesto entre los chilenos y la dictadura y con el enfoque particular que eligió Andrés Wood, el público estaba quizás más preparado para afrontar una vez más una realidad que lo debía trastornar aún bastante. El hecho de que sea un niño, rico además, quien enfoca toda la acción, desde el principio hasta el desenlace, impregna toda la historia de una nostalgia y una ternura que otorgan ligereza a la narración e inspiran indulgencia. El despertar social, los problemas familiares, el descubrimiento de la amistad, del amor, combinado con cierta inocencia política, son elementos que prohiben su asimilación a un panfleto socio-político.

Andrés Wood demostró que era posible sacar nuevamente a la luz el tema del Golpe, y emocionar a un público muy heteróclito, expresando al igual que Louis Malle en Au revoir les enfants (1987), la pérdida de inocencia de niños víctimas de los enfrentamientos de los mayores.

 

Pour citer cette ressource :

Anne-Marie Molin, Golpe de Estado chileno: historia y cine, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), mai 2011. Consulté le 23/11/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/civilisation/histoire-latino-americaine/chili/golpe-de-estado-chileno-historia-y-cine