Entrevista a Margarita Saona
Persistencia de la memoria...
- En tus cuentos llama la atención la importancia de la memoria (y del tiempo), la exploración del funcionamiento de la memoria, como tema de tus cuentos, o quizá más bien como un leitmotiv en tu obra.
Sí, creo que la memoria y el tiempo son dos obsesiones que se manifiestan con frecuencia en mis cuentos y en otros aspectos de mi vida. "La persistencia de la memoria o Tu nombre en los labios" fue uno de los primeros cuentos que escribí. Salió de la manera en la que casi cualquier cosa, un nombre, una canción, un sabor, puede de pronto despertar una catarata de recuerdos. Pero cuando terminé de escribirlo, sentí la necesidad de explorar otros aspectos de los recuerdos: la forma en que a veces, tras aferrarnos a un recuerdo durante mucho tiempo, este puede adquirir una existencia casi fantasmal y también la manera en la que podemos atribuirles a ciertos objetos un poder metonímico de evocación. Y de ahí salió la contrapartida a ese primer cuento sobre la memoria en la forma de "Tus viejas fotos mienten".
Aunque en mis cuentos la memoria es una cosa íntima, aquello que creemos nos constituye de alguna manera a partir de experiencias estrictamente personales, sin darme cuenta, mi trabajo académico me ha llevado a explorar otros lados de la memoria, la memoria colectiva, la memoria social, especialmente en un contexto como el peruano, en el que una sociedad se ve forzada a confrontar un pasado traumático. Las preguntas de cómo recordamos, por qué recordamos y si es posible comunicar los recuerdos aparecen en el contexto social con una fuerza distinta.
- La memoria puede manifestarse de forma muy extraña, y a veces completamente surrealista: me imagino que es un buen punto de partida para escribir un cuento...
Sí, creo que gran parte de mi escritura viene cuando soy capaz de abrirle la puerta a la libre asociación.
- Se puede relacionar también la memoria y el tiempo con la escritura; el acto de escribir puede ser una forma de comerse las horas, enfrentar el fluir del tiempo, un amor perdido, el acercamiento de la muerte...
No me había dado cuenta hasta qué punto el tiempo y la muerte eran constantes en mis cuentos hasta que pude ver Comehoras como un libro, como un objeto tangible, con la brillante portada que diseñaron los chicos de Mesa Redonda, y sí, son constantes el tiempo, los relojes... Creo que de ahí también la presencia recurrente de fotografías en algunos cuentos: el deseo de retener el instante, aunque se sepa que es un deseo vano.
- Incluso, en algunos cuentos tuyos (como el "Díptico de la memoria"), la memoria aparece como un parásito, los recuerdos son materializados y se convierten en una especie de bicho que invade físicamente al personaje.
Pero no es un bicho malo...tal vez es más como una mascota que a veces nos da cariño y a veces nos asfixia con sus demandas.
- Planteas también el tema de la memoria en el exilio: "se dio cuenta repentinamente que la nostalgia era mucho más dura, mucho más intensa, mucho más mortal, cuando hablaba con un acento extranjero." ("Díptico de la memoria")
Hay mucha melancolía en mis cuentos, muchas separaciones... y estar separada de mi país es un tema complicado. Pero me da reparos hablar de exilio cuando se trata de un exilio deliberado y no como el de aquellos que realmente han tenido que dejar la tierra propia de manera forzada o que, literalmente, no pueden volver.
Las preguntas de cómo recordamos, por qué recordamos y si es posible comunicar los recuerdos aparecen en el contexto social con una fuerza distinta
- Sobre la memoria colectiva de tu país, el "pasado traumático" de Perú, se han publicado varias novelas y cuentos en los últimos años. ¿Qué sientes, qué opinas de esta necesidad de recordar y contar lo ocurrido para seguir adelante?
Creo que es extremadamente difícil, pero que al mismo tiempo hay una enorme necesidad de hacerlo. Me parece que los intentos de explorar este pasado traumático del Perú se hace mucho más difícil en la narrativa, que tiende a ser declarativa. Muchos escritores sienten la necesidad de hablar de los efectos de la violencia de Sendero y de las fuerzas del gobierno (y además parece que también hay una necesidad de leer al respecto, y por lo tanto un mercado) pero las historias a veces terminan dejándonos con la sensación de que lo que se nos narra es limitado, insuficiente. Creo que para mí los mejores relatos sobre la violencia se escribieron mientras las cosas pasaban, cuando todavía era difícil nombrarlas, pero en cambio, se las sentían en la venas: "Adiós, Ayacucho" de Julio Ortega, ciertas cosas de Colchado Lucio. A veces siento que artes menos denotativas: la poesía, el teatro, la pintura, son capaces de expresar nuestras pérdidas de maneras que se acercan más al dolor del trauma.
- En tu ensayo "Stories of guilt and melancholia", explicas que recién al dejar tu país, te volviste una escritora, y te encontraste a ti misma de alguna manera...
Sí y tiene que ver un poco con lo que decía sobre la necesidad de la literatura peruana de lidiar con el trauma social. No soy capaz de escribir de eso y por lo tanto no era capaz de escribir nada más (por ahí me permití un puñado de poemitas...pero siempre con la sensación de que había que decir otras cosas y yo no sabía qué y tampoco sabía cómo).
- Al leer tu libro, hay un tema que llama la atención, que es el miedo: las fobias, las angustias... Los tres relatos que forman "Miedos" ponen de relieve lo absurdo que puede resultar el miedo.
Creo que es absurdo, pero que también puede ser muy real. Es un arma de doble filo. Yo crecí en una época en que el terror reinaba en el Perú y mi segunda hija nació pocos meses después de que los ataques terroristas a los Estados Unidos generalizaran una situación de paranoia en este país. Creo que en mi vida cotidiana he optado por no dejar que el temor me impida funcionar, pero sin dejar de ser consciente de que existen peligros reales. Lo absurdo en el cuento, creo, resulta de mostrar que la existencia real de peligros no depende de la atención que les pongamos.
Un cuento tiene que habitarme para que yo pueda escribirlo
- Hablaste del poder de evocación que pueden cobrar algunos objetos, fotos, relojes, el dije que es una "nueva flor de Coleridge"... ¿Dirías que el simbolismo de los objetos es importante en tu escritura?
Mucho. Creo que mis cuentos suelen permitirse un fetichismo que trato de tener bajo control en mi vida cotidiana.
- En tus cuentos parece que lo extraño está precisamente en los detalles de lo cotidiano, una cosa minúscula puede afectar a un ser humano de manera profunda y rotunda.
Cuando estamos abiertos a la experiencia somos capaces de percibir detalles que pueden afectarnos para bien y para mal. Como con los fetiches, escribir acerca de esas cosas que nos marcan es una manera de no dejar que me marquen en exceso en la vida cotidiana. Pero debo dejar que me marquen un poco, para poder escribir al respecto...
- Con el ejemplo de la flor de Coleridge, me pregunto si la intertextualidad es un recurso que utilizas a menudo.
Me es inevitable. Cito constantemente. A veces lo hago de manera conciente, cuando por ahí cito algún verso de Luis Hernández, alguna canción de Gustavo Cerati o de Manolo García, pero hay otras cosas que probablemente se cuelan sin que yo me entere. A veces con comillas y a veces sin ellas, confiando en que mis lectores y lectoras captarán los guiños. O no. Pero con la seguridad de que aun si no los reconocen, pasarán a formar parte de una especie de bagaje literario universal en el que poco importa quién escribió qué. Poemas, cuentos, canciones, películas, tópicos, todo lo que percibo es parte de mí y pasa a ser parte de lo que escribo. Antes que escritora, soy una lectora profesional. Leer es lo que hago e inevitablemente pedazos de mis lecturas me sirven como trampolín hacia la propia creación. Hay referencias que tal vez serán aburridamente obvias para quienes las reconocen, pero creo que la literatura, la cultura, es como un enorme diálogo ya empezado en el que cualquiera puede intervenir.
- En "Morir del cuento", evocas el miedo, la dificultad del autor para empezar a escribir una historia, aunque ella esté casi brotando de la mente del escritor. Como si el cuento tuviera una existencia propia, independientemente de su autor.
Envidio a los escritores y escritoras que se definen así profesionalmente, que se sientan a escribir como quien va a la oficina, que planifican y programan y trabajan duro hasta producir el texto que quieren. Quisiera decir que no creo en la inspiración, sino en la dedicación. Pero la pura verdad es que en mi propia escritura un cuento tiene que habitarme para que yo pueda escribirlo. No quiero decir con esto que no trabaje en mis cuentos: lo hago y no estoy contenta hasta sentir que cada frase dice lo que quiero que diga y cada palabra suena como debe sonar. Pero casi nunca vienen mis cuentos de una decisión consciente: ah, voy a escribir un cuento sobre este tema. Casi siempre es lo opuesto: el tema me atrapa, me obsesiona, se manifiesta en una palabra o en una frase que de pronto es como si llamara a otras. Por eso escribo poco y de manera irregular. Hay temporadas en que todo resuena, todo se convierte en palabras. Y hay otras que no. Y hay algunas en las que la historia que me persigue me resulta demasiado difícil para ponerla en palabras.
- La ironía está presente en mayor o menor grado en todos tus escritos. ¿Para ti, la sorna es un ingrediente imprescindible del cuento?
No lo creo. No del cuento en general y no sé si ni siquiera de todos mis cuentos. Creo que es un elemento importante, porque a veces las revelaciones surgen de la contradicción implícita en la ironía. Tampoco sé si se trata siempre de sorna, de un tono burlón o más bien de una ironía triste.
No creo que podamos establecer un territorio llamado "literatura femenina"
- Al leer tu cuento "Una imagen de dos cuerpos", surge también el tema de la identidad, y particularmente la identidad femenina, relacionada con la maternidad.
Creo que el fenómeno de la maternidad es complicado y fascinante. El hecho de que podamos tener a otro ser humano dentro, que salga de nuestro propio cuerpo, pero que luego sea un ser totalmente independiente, me hace pensar en las maneras en las que a veces estamos extremadamente cerca de otros, para luego estar una vez más indefectiblemente solos.
- Investigas mucho sobre la literatura femenina, autoras como Carmen Boullosa, Cristina Peri Rossi, etc. : ¿Existen problemáticas específicas que plantea la literatura de mujeres latinoamericanas?
Me cuesta hacer generalizaciones. Creo que casi podríamos escoger cualquier problemática al azar -la maternidad, digamos, pero también podría ser un tema no necesariamente de género, las limitaciones del lenguaje, el exilio, el autoritarismo- y ver cómo se presenta en un grupo de autoras...o autores. No quiero decir que nuestro género no influya en la escritura, pero sí que lo hace de acuerdo a circunstancias específicas que afectan a cada escritora de manera distinta.
- Y tú, como escritora, ¿cómo te defines, te posicionas dentro de esa literatura llamada "femenina"?
Me han dicho que escribo como mujer, pero no sé necesariamente qué es lo que eso quiere decir. Incluso en algún momento experimenté con algunos cuentos en los que trato de evitar pronombres de género...pero igual ciertos lectores me dicen que mis cuentos son "muy femeninos". Como te decía al responder a la pregunta previa, creo que mi experiencia de ser mujer me define en parte, como me definen el ser peruana, el haber salido del Perú durante los años 90, el ser profesora de literatura, entre otras cosas. No creo que podamos establecer un territorio llamado "literatura femenina" en el que quepan escritoras tan diversas como Elena Garro, Rocío Silva Santisteban, Diamela Eltit...Si en cada una la experiencia de ser mujer es una marca indeleble, lo es de manera diversa e individual.
Pour citer cette ressource :
Clémence Oriol, Entrevista a Margarita Saona, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), juin 2009. Consulté le 24/11/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/litterature/entretiens-et-textes-inedits/entretiens/entrevista-a-margarita-saona