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El anarcofeminismo argentino entre 1890 y 1930: ideas claves y resonancia con las luchas feministas actuales

Par Anouk Vinci : Master 2 - ENS de Lyon
Publié par Elodie Pietriga le 07/04/2021

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Tras la noticia de la legalización del aborto en Argentina, parece pertinente cuestionar el alcance histórico del movimiento feminista argentino, caracterizado por su fuerza reivindicativa. Este estudio tendrá dos objetivos. Primero, presentar la construcción y el desarrollo del movimiento anarcofeminista argentino en los siglos XIX y XX, aún relativamente poco estudiado. Luego, iniciar un cuestionamiento sobre las raíces históricas de los feminismos argentinos contemporáneos.

Introducción

Tras años de lucha, los movimientos feministas argentinos obtuvieron la aprobación de la legalización del aborto en su país. En efecto, el 30 de diciembre, tras más de doce horas de duración, el proyecto enviado por el Poder Ejecutivo y aprobado por la Cámara de Diputados el 11 de diciembre fue sancionado en el Senado por 38 votos a favor, 29 en contra y una abstención. El resultado fue casi un calco del que, en sentido contrario, se registró un poco más de dos años antes, cuando el ex-presidente Mauricio Macri permitió que el Congreso debatiera por primera vez un proyecto de legalización del aborto. En aquel momento, el texto había sido rechazado por 38 votos en contra y 31 a favor. La normativa, descrita como un hecho histórico, entró en vigor el 14 de enero tras recibir la aprobación del presidente Alberto Fernández.

        

Feminista argentina el 30 de diciembre, tras la anuncia de la legalización del aborto, frente al Congreso.
Fuente: @campabortolegal (Instagram) / https://www.instagram.com/p/CJcJbi_g24A/

Cuando, el 30 de diciembre, se anunció la legalización del aborto, las numerosas feministas reunidas frente al Congreso estallaron de alegría. Lloraron, cantaron, se abrazaron. Este anuncio es el resultado de la lucha incansable de un movimiento que ha crecido de forma constante en los últimos años en Argentina y que, de cierta manera, ha abierto el camino a un despertar general en la región latinoamericana. En los últimos años, la fuerza y el poder de los movimientos feministas argentinos se han puesto de manifiesto a través de manifestaciones, talleres, debates y encuentros en todo el país.

Ante el crecimiento y la importancia de tales grupos de lucha, parece fundamental preguntarse: ¿Cuáles son las raíces de los movimientos feministas argentinos? ¿En qué medida el desarrollo y la construcción de esos movimientos a lo largo de la historia argentina nos pueden ayudar a entender sus características y sus especificidades hoy en día?

Al leer y aprender cada vez más sobre los movimientos de mujeres a través de la historia argentina, se pone de relieve la resonancia histórica que han tenido movimientos a veces poco conocidos, como el de las mujeres anarquistas de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. En efecto, al estudiar las reivindicaciones de las anarcofeministas argentinas en aquella época, se destaca de manera clara el eco que hacen a otras luchas feministas de la historia del país.

Apoyándonos en el análisis comparado de las revistas La Voz de la Mujer (1896-1897) y Nuestra Tribuna (1922-1925), a lo largo de nuestro trabajo de investigación, nos interesamos en la construcción del feminismo anarquista en la sociedad argentina, insistiendo en las resonancias que tiene este movimiento en las luchas feministas contemporáneas del mismo país. En el siguiente artículo, presentaremos de manera concisa dicho trabajo y el interés que puede tener al tratar de entender el movimiento feminista argentino, movimiento que marcó la actualidad mundial y regional latinoamericana a fines del año 2020.

1- El movimiento anarcofeminista argentino (1896-1925)

A finales del siglo XIX, cuando pocos movimientos políticos de hombres se interesaban en los derechos de las mujeres, la defensa de la emancipación de la mujer ya formaba parte de los escritos anarquistas en Argentina.

En efecto, los libertarios pensaban que si no aparecía una "nueva conciencia" en las mujeres, acabarían obstaculizando la movilización de los maridos y hermanos. Por eso, siempre defendieron su emancipación y su derecho a sacudir el "yugo patriarcal", representado tanto por el padre y el marido como por el patrón y el cura. Al representar respectivamente el capitalismo y la Iglesia,  estos dos últimos eran considerados como enemigos del movimiento anarquista. Los anarquistas, muy a menudo de las clases trabajadoras, defendían "la supresión del Estado y la eliminación de todo poder que constriña la libertad individual"((Definición del Diccionario de la Real Academia Española.)).

Además, tomando en cuenta el hecho de que el anarquismo defendía a todas las víctimas de opresiones en la sociedad, el movimiento no podía ignorar a las mujeres trabajadoras, un grupo social que tenía la particularidad de ser víctima de manera doble o triple: las mujeres trabajadoras son oprimidas en la sociedad, por ser mujeres y por ser trabajadoras, pero también pueden ser  oprimidas en el hogar por los hermanos, los padres y los maridos.

En el artículo "Queremos emanciparos: anarquismo y mujer en Buenos Aires de fines del XIX", Laura Fernández Cordero afirma que varios "indicios" en la prensa anarquista de la época demuestran que el objetivo de la emancipación de las mujeres era central en el "incipiente anarquismo local" ((Fernández Cordero Laura, "Queremos emanciparos : anarquismo y mujer en Buenos Aires de fines del XIX", Izquierdas, nᵒ 6, 2010, p. 4.)). También propone un breve análisis de la serie de folletos Propaganda Anarquista entre las Mujeres, concebida para "fomentar la participación de las compañeras" ((Ibíd.)) por un grupo de anarquistas porteños entre los cuales había, por primera vez, mujeres. El primer folleto de la serie, publicado en 1895, se titula "A las hijas del pueblo" y consiste, por una parte, en una exposición dramática de la opresión vivida por las mujeres y, por otra parte, en una convocatoria a la lucha.

Esta publicación marcó tanto la historia del anarquismo como la historia del feminismo ya que representó una protesta extraordinaria para reglamentar las relaciones entre hombres y mujeres. Poco a poco y a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, las convocatorias a mujeres se consolidaron como género habitual en el gran diálogo anarquista. En los años 1920, estas convocatorias ya aparecían en casi todos los principales periódicos del movimiento libertario argentino: La Protesta, La Antorcha, Ideas,… Si bien esta movilización a favor de las mujeres era sobre todo una estrategia de consolidación del movimiento por parte de los anarquistas argentinos, queda en el origen de una posible toma de palabra por las mujeres, particularmente a través de las dos revistas que nos interesarán en el resto de este estudio.

Para entender mejor la aparición y el desarrollo de la cuestión de la mujer y de las cuestiones de género entre los anarquistas, es preciso subrayar que, al mismo tiempo, en aquella época, esos debates también tomaban cada vez más espacio en la sociedad argentina considerada en su totalidad. En efecto, entre los años 1870 y 1930, grupos de mujeres también se lanzan a conquistar derechos que aún no les son reconocidos en el campo civil, jurídico, laboral y educativo. A finales del siglo XIX, la mujer va insertándose, poco a poco, en el campo sindical y en las luchas sociales. Un clima de reivindicaciones es generado por las mujeres en los principales centros urbanos e industriales. Al inicio del siglo XX, aparecen varios grupos de ideas feministas. Más allá de las corrientes anarquistas, se pueden diferenciar las mujeres reformistas de las mujeres más tradicionales. Las primeras reivindican derechos y quieren reformas sociales, educativas y políticas - la mayor parte de esas mujeres son socialistas y/o se definen como "librepensadoras" - mientras que las segundas son mujeres menos involucradas en la petición de derechos y se caracterizan sobre todo por su deseo de testimoniar sus contribuciones a la vida de la Nación - son más conservadoras y su gran mayoría tiene una clara identidad religiosa católica.

En los años 1910, se celebran una multitud de congresos que son considerados como eventos claves de la historia de la mujer argentina: El Primer Congreso Patriótico de Mujeres realiza diagnósticos sobre las cuestiones de género desde una perspectiva de catolicismo social y reclama la acción del gobierno para intervenir en los envilecidos salarios de las obreras; el Congreso de las Mujeres Universitarias reúne diferentes grupos del mundo universitario y el Congreso de Americanistas denuncia el retraso que produce la religión y defiende la escuela pública, redactando el primer programa feminista ((Barrancos Dora, Mujeres en la sociedad argentina: una historia de cinco siglos, 2. ed, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2010.)). Existen entonces, ya al inicio del siglo XX, una multitud de movimientos feministas con ideas y reivindicaciones diferentes.

Por eso, cuando las mujeres anarquistas empiezan, poco a poco, a finales del siglo XIX, a defender sus derechos, como víctimas de varias opresiones en la sociedad argentina, tienen que encontrar su espacio de expresión no sólo entre los grupos anarquistas sino también entre los movimientos de mujeres crecientes en la Argentina de la época.

En aquel contexto, en 1896, apareció la revista La Voz de la Mujer: fue el primer periódico dirigido, editado y escrito sólo por mujeres. Se publicaron nueve números entre 1896 y 1897. Este periódico marcó tanto el feminismo argentino como el movimiento libertario del país puesto que era el resultado de una iniciativa inédita en Argentina que formulaba y denunciaba de manera directa las opresiones sufridas por las mujeres trabajadoras en la sociedad. Por un lado, como anarquistas, las mujeres de La Voz de la Mujer se oponían al patrón, a la burguesía, a la Iglesia, al Estado y al sistema capitalista en su conjunto. Por otro lado, criticaban a los hombres sin olvidar a los propios anarquistas que, muy a menudo, aunque afirmaban que la emancipación de la mujer era esencial para la emancipación social, podían ser ellos mismos opresores dentro del hogar.

El estudio de tal revista es posible gracias a su edición bajo forma de libro por la Universidad Nacional de Quilmes en 2002 ((La Voz de la Mujer : periódico comunista-anárquico, 1896-1897, 2ᵉ ed., Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, col. "Ideología Argentina", 2002.)), la cual se puede consultar en la Biblioteca de la Mujer Alfonsina Storni, en Buenos Aires. Esta biblioteca fue inaugurada el 8 de mayo de 1987 y se dedica principalmente a reunir títulos y material completo y fragmentario sobre la mujer que se halla disperso en periódicos y en otras unidades de información y centros de lectura. La biblioteca alberga las cuestiones referidas al desempeño de la mujer, a la producción de la obra de las mujeres, constituyendo a su vez la sede de un espacio propio para el encuentro, la participación y el intercambio de ideas.

La segunda revista que marcó la historia anarcofeminista argentina es Nuestra Tribuna. Todos los números de la revista pueden ser examinados en el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en Buenos Aires. También fueron editados en el libro Nuestra tribuna: Hojita del sentir anárquico feminino, 1922-1925 en 2005 por la Universidad Nacional del Sur ((Nuestra tribuna: Hojita del sentir anárquico feminino, 1922-1925, Editorial de la Universidad Nacional del Sur, 2005.)).

La revista Nuestra Tribuna se mantuvo durante tres años en el país, entre 1922 y 1925, y logró publicar treinta y nueve números. Puesto que apareció en los años 1920, esta revista se desarrolló en un contexto muy diferente del de La Voz de la Mujer. En efecto, en los años 1920, las feministas argentinas consiguieron una organización, una constancia y una amplitud de membresía que nunca habían conocido antes. En 1919, Julieta Lanteri, una de las luchadoras más famosas de la causa femenina, militante en las filas del librepensamiento desde el inicio del siglo XX, se presentó como diputada y en 1920, fue creado el Partido Feminista Nacional. Cambios y evoluciones importantes en este campo marcaron aquella época. Por ejemplo, fue reformado por primera vez el ordenamiento civil que consagraba la inferioridad de la mujer en el Código Civil. En 1924, la presentación de la iniciativa "Derechos civiles de la mujer soltera, divorciada o viuda" por los socialistas y su aceptación por los Senadores fue considerada como un paso notable por muchas feministas. En 1926, tras la sanción de la Ley 11.357 sobre la “Capacidad Civil de la Mujer”, las mujeres argentinas alcanzaron la igualdad legal con los varones. Sin embargo, esa igualdad seguía siendo muy lejos de ser respetada en los hechos y no incluía la patria potestad compartida ni el derecho al voto.

En este contexto de reformas y consideración relativa de las demandas de las mujeres argentinas, la toma de palabra de las anarquistas trabajadoras a través de la revista Nuestra Tribuna resulta particularmente interesante: ¿Cómo se posicionaron? ¿Cuáles fueron sus preocupaciones y sus reivindicaciones?

Al comparar esas dos revistas, se puede estudiar no sólo el desarrollo del movimiento anarcofeminista sino también los desarrollos diferenciados del movimiento anarquista y del movimiento feminista argentinos.

Primero, cabe insistir en el hecho de que tanto La Voz de la Mujer como Nuestra Tribuna constituyeron una novedad en el ámbito del movimiento libertario argentino entre 1890 y 1930. En el momento de publicar La Voz de la Mujer, por primera vez, las mujeres tomaron la palabra, independientes de los hombres. Las redactoras de ambas revistas se posicionaron como ejemplos a seguir: la mujer, como el hombre anarquista, tiene que salir del oscurantismo y defender el ideario libertario. Con ellas, aparece la imagen de la mujer luchadora entre los anarquistas argentinos.

El papel que desempeñaron fue esencial. Por una parte, defendieron con fuerza el ideario anarquista, criticando a los enemigos principales de la corriente: la burguesía, el capitalismo, la Iglesia y el Estado. En 1922, en el artículo "Capital, Estado y Religión" del tercer número de Nuestra Tribuna, la anarquista Terencia Fernández afirma que el capital, en la sociedad actual, "desempeña un rol que trae muchos perjuicios para la humanidad". Según su opinión, los capitalistas "atentan directamente contra [la] libertad" y "disfrutan del sudor de [su] trabajo" ((Artículo "Capital, Estado y Religión", Nuestra Tribuna, n°3, 15 de Agosto de 1922.)).

Por otra parte, las libertarias de esas dos revistas denuncian a los traidores dentro del movimiento libertario, los "falsos anarquistas", defensores de la emancipación social para todos los individuos en teoría pero incapaces de apoyar la emancipación de las mujeres dirigida por ellas mismas. Las posiciones de tales anarquistas evidencian la incoherencia de algunos entre sus discursos y sus prácticas: el anarquismo siempre defendió la revolución social y quería liberarse de todo tipo de dominio pero, al mismo tiempo, seguía siendo anclado en una moral patriarcal y tradicional, característica de la Argentina de aquella época.

Las revistas La Voz de la Mujer y Nuestra Tribuna ponen de relieve elementos claves para entender el anarquismo argentino de la época. Sus artículos constituyen una ilustración clara de los puntos esenciales de la lucha por el ideario libertario pero también muestran las imperfecciones del movimiento; principalmente, se nota la falta de coherencia, de lógica de algunos y una falta de unidad. De hecho, en los años 1920, la revista Nuestra Tribuna fue acusada de provocar divisiones en el movimiento por ser una revista escrita exclusivamente por mujeres, en un momento durante el cual el anarquismo ya tenía que enfrentarse con muchas querellas internas. Pero las mujeres de la revista nunca quisieron dividir el movimiento sino más bien reforzarlo, llamando a sus lectores, hombres como mujeres, a luchar por el alcance de la Revolución Social. Parece entonces evidente la importancia del movimiento de mujeres dentro del anarquismo argentino.

Además, las revistas La Voz de la Mujer y de Nuestra Tribuna participaron de manera activa en el desarrollo del feminismo argentino entre los años 1890 y los años 1920. Según las redactoras de los dos periódicos, la emancipación femenina era una condición sine qua non para alcanzar el ideario anarquista. En sus escritos, las anarquistas de La Voz de la Mujer y de Nuestra Tribuna denunciaron la opresión de los hombres, tanto en el hogar como en la sociedad. Una vez más, los anarquistas también son denunciados como fuerzas opresoras; algunos defienden la libertad y la abolición de toda forma de dominio pero no aplican sus propias recomendaciones al llegar a casa con su mujer y sus hijos. Las redactoras de las revistas critican a los hombres como "reyes" en el hogar, violentos y tiránicos.

Fuera de su casa, en la sociedad, las mujeres también son víctimas de los varones, sobre todo de los que encarnan una forma de poder institucional: los eclesiásticos, los jueces, los hombres de Estado,…Las mujeres son manipuladas, menospreciadas, brutalizadas, violadas y rechazadas si no respetan un esquema moral preciso en la sociedad. Como mujeres trabajadoras, las anarquistas explican que son doblemente oprimidas: son víctimas como mujeres y como pertenecientes a las clases más populares de un sistema injusto. Aún entre las mujeres de las clases populares, se pueden establecer diferencias: por ejemplo, las prostitutas son aún más oprimidas que las obreras.

Al tomar en cuenta esas diferencias de dominio, dependientes de la posición social de cada mujer en la sociedad, las anarcofeministas se oponen radicalmente a las feministas burguesas que son privilegiadas y que, al defender reformas que no suponen la abolición del sistema capitalista del cual disfrutan (como el voto femenino), son enemigas de las feministas de La Voz de la Mujer y de Nuestra Tribuna. Mientras las feministas "burguesas" luchan por los derechos civiles de las mujeres, las anarquistas defienden cambios culturales y sociales, independientes de la acción directa del Estado: una evolución de la visión de la mujer, el control de la maternidad y el amor o unión libre.

Resulta muy difícil tener una idea clara del peso que tuvieron las anarquistas feministas dentro del movimiento feminista argentino entendido en su conjunto. Nuestra investigación no nos permitió contestar de manera precisa a esa interrogación. Sin embargo, se puede suponer que al luchar por la emancipación de la mujer de manera distinta, las anarquistas se impusieron como un grupo de ideas particular dentro del feminismo argentino, le dieron otra dimensión al movimiento y, de cierta manera, le dieron más fuerza permitiéndole aparecer como movimiento heterogéneo, en debate constante.

2- Resonancia histórica - Paralelismos entre este movimiento y los feminismos actuales

Como ya lo mencionamos, nuestra investigación nos permitió destacar los paralelismos que existen entre los feminismos ilustrados en La Voz de la Mujer y en Nuestra Tribuna y feminismos más recientes de la historia argentina. Nos interesamos sobre todo en los movimientos de los años 60 y en los movimientos actuales que llaman la atención por su visibilidad y la fuerza de sus reivindicaciones.

En la década de los 1960, parte de las ideas que tuvieron éxito y de las prácticas que se desarrollaron en la sociedad argentina, como parte de una transformación de la cultura del país en su conjunto, ya habían sido mencionadas, consideradas y, a veces, defendidas por las anarquistas de La Voz de la Mujer y de Nuestra Tribuna. Como lo afirmaba Laura Fernández Cordero ((Fernández Cordero Laura, Amor y anarquismo : experiencias pioneras que pensaron y ejercieron la libertad sexual, Buenos Aires, Argentina, Siglo Veintiuno Editores, col. "Hacer historia", 2017.)) parece evidente la existencia de una continuidad entre los dos movimientos tras el estudio preciso de la "revolución" vivida por la Argentina de los años 1960. Las burguesas feministas ya no se interesaban principalmente en la lucha por sus derechos civiles sino que también defendían otro modelo familiar, de pareja y sexual: en eso, se acercaban a las anarquistas de principios de siglo que, al considerar las instituciones como opresiones, siempre habían dado más importancia a los cambios sociales y culturales. Sin embargo, las similitudes entre las propuestas de los distintos movimientos tienen límites que se explican, ante todo, por su desarrollo en épocas muy diferentes, cada una de ellas siendo caracterizada por una moral y mentalidades propias.

En cuanto a la continuidad de las luchas entre el movimiento anarcofeminista en el momento de su construcción y el movimiento feminista actual en Argentina, las similitudes son otras.

Hoy en día, el feminismo argentino es mundialmente conocido como el movimiento feminista que se expresa y lucha con mayor fuerza en Latinoamérica. Los ejes principales de la militancia feminista en Argentina son actualmente la lucha contra la violencia de género, la defensa de la separación de la Iglesia y del Estado y, hasta hace unas semanas, el aborto legal y gratuito en todo el país. En eso, la realidad actual argentina parece bastante alejada de la de las anarquistas de finales del siglo XIX y de los años 1920 (aunque la violencia de género ya formaba parte de lo que criticaban las mujeres libertarias de aquellas épocas según las revistas estudiadas). Sin embargo, ciertos desafíos a los cuales se enfrentan los movimientos feministas del siglo XXI en Argentina tienen una resonancia con lo que leímos en los artículos de La Voz de la Mujer y de Nuestra Tribuna.

Las libertarias no sólo defendían su emancipación como mujeres sino, más precisamente, como mujeres pertenecientes a las clases más pobres de la población argentina. Formando parte, por la gran mayoría, de las clases trabajadoras, populares, las mujeres anarquistas no sólo tenían que luchar en contra de las opresiones del hombre sino que también sufrían del dominio del capitalismo. Las mujeres trabajadoras eran doblemente víctimas puesto que se agregaba a su género, factor de discriminación y de opresión, su identidad de clase y sus condiciones de vida difíciles. En sociología, varios estudios fueron realizados sobre los efectos de la "acumulación" de diferentes fuentes de dominación. Se tiene que mencionar la teoría de la interseccionalidad, desarrollada por Kimberle Crenshaw a finales de los años 1980, que marcó tanto la sociología como las teorías feministas en el mundo. El concepto en sí no era nuevo pero no había sido formalmente reconocido hasta la formulación teórica de Crenshaw. Esa teoría examina como varias categorías sociales y culturales como el género, la etnia o la clase social se cruzan hasta crear una multitud de dominaciones diferentes con "niveles" y violencias diversas ((Crenshaw Kimberle, "Demarginalizing the intersection of race and sex : A black feminist critique of antidiscrimination doctrine, feminist theory and antiracist politics", 1989, p.  139.)) Crenshaw trató ante todo de las discriminaciones vinculadas con ambos la raza y el género. Sin embargo, sociólogas como la británica Beverley Skeggs ((Skeggs Beverley, Formations of class & gender : Becoming respectable, Sage, 1997.)) estudiaron de manera precisa las opresiones hacia las mujeres de clases populares y las formaciones de discriminaciones vinculadas con ambos clase y género. Beverley Skeggs publicó su libro Formations of class & gender : Becoming respectable en 1997. Como lo demuestran las fechas de publicación de los escritos que citamos, esas ideas se desarrollaron en sociología en la segunda parte del siglo XX y, a finales del siglo XIX o en los años 1920, cuando las anarquistas de La Voz de la Mujer y de Nuestra Tribuna expresaron ideas similares en sus escritos, todavía no habían sido formuladas de manera teórica. En ese sentido, se puede considerar que las libertarias de las revistas estudiadas constituyeron las raíces de los feminismos "interseccionales". Esos movimientos feministas siguieron desarrollándose hasta hoy día en Argentina y minorías de mujeres, víctimas de una acumulación de opresiones y de discriminaciones empezaron a tomar la palabra.      

A modo de ejemplo, se puede hablar de la defensa de las trabajadoras sexuales en el movimiento feminista argentino contemporáneo. Las anarquistas de La Voz de la Mujer dedicaron varios de sus artículos a la defensa de las prostitutas de finales del siglo XIX que no sólo tenían que enfrentarse a la violencia de los hombres sino que también eran rechazadas y menospreciadas por la sociedad argentina.

Una de las publicaciones claves de La Voz de la Mujer, entre los escritos que se dedican a la defensa de las prostitutas argentinas, es un poema, escrito por la anarquista José M.R Martínez.

Este poema, titulado "Educación, Amor y Miseria" consiste en un diálogo entre un hombre y una mujer ((La Voz de la Mujer, n°2, 31 de enero de 1896, "Educación, Amor y Miseria", p. 2.)). El diálogo empieza con el hombre criticando a la mujer por ser "cruel" con "su niño inocente". Entonces, desde el inicio, el varón aparece como una figura moralizadora, que toma la libertad de cuestionar la manera en que la mujer decide criar a su hijo y comportarse con él mientras que la mujer sólo es presentada como una madre tratando de hacer lo mejor para su hijo. Esta oposición entre la figura representada por el hombre y la mujer tiene un significado importante. La escritora quiere mostrar que, en situaciones cotidianas en la sociedad, el hombre suele posicionarse como el que sabe lo que se "puede" o lo que se "debe" hacer aunque no conoce nada de la condición de mujer o del papel de madre. Aunque este hombre no puede entender nada de la situación o de la vida de esta mujer, con la cual sólo se encuentra en la calle, su toma de palabra se caracteriza por un tono acusador: multiplica las preguntas ("¿Le disteis la vida al niño?"; "¿Fruto no es de aquel cariño?"; "¿Pues entonces por qué lo ha sido?") y formula obligaciones ("No lo debéis maltratar"). El varón, a lo largo del diálogo, actúa como si la señora debiera justificarse: explicar con quién tuvo a su hijo, en qué contexto y demostrar que es una buena madre. Al final del diálogo, nos enteramos de que, en realidad, la mujer se prostituyó "por un pedazo de pan" y quedó embarazada. El poema no sólo denuncia la opresión ejercida por los hombres sobre las mujeres (al imponerse como figuras moralizadoras y al juzgarlas como madres) sino que también demuestra que la prostitución es causa y consecuencia de condiciones de vida difíciles en las clases trabajadoras. En efecto, las mujeres que se encuentran en situación de miseria, se prostituyen para poder sobrevivir y comer. Además pueden tener hijos no deseados lo que desemboca en más miseria, en la imposibilidad de ofrecerles una buena educación y en castigos para niños "mal educados". Con este ejemplo, Josefa M.R Martínez muestra como las mujeres trabajadoras, rechazadas o ignoradas por la sociedad entera y sus instituciones, se encierran, junto con su familia, en círculos viciosos: les resulta entonces casi imposible salir de la miseria.

Este poema es una perfecta ilustración de la defensa de las prostitutas por las anarquistas de La Voz de la Mujer: son criticadas tanto por los hombres en general como por el sistema capitalista en vigor que permite que se desarrolle la opresión moral y simbólica de las mujeres más vulnerables en la sociedad argentina.

Hoy en día, varios movimientos de feministas argentinas siguen defendiendo esas mismas ideas y luchan para que las trabajadoras sexuales sean más protegidas y menos discriminadas por ejercer un trabajo que necesitan para sobrevivir. En 1995, fue creada la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) ((Schnitman Ariela, Sindicalismo y trabajo sexual en Argentina : el caso de ANMAR desde 2008 hasta fines de 2015, Master’s Thesis, Buenos Aires : FLACSO. Sede Académica Argentina, 2016.)) es el sindicato de trabajadores sexuales de Argentina, afiliado a la Central de los Trabajadores Argentinos (CTA). La AMMAR defiende los derechos humanos y laborales de las trabajadoras sexuales pero también promueve la propuesta de ley para regular el trabajo sexual autónomo en Argentina y lucha para que desaparezcan los códigos que criminalizan el trabajo sexual en Argentina. Puesto que su lucha no se inscribe en una voluntad de alcanzar la emancipación social para todos y todas como era el caso de las anarquistas de La Voz de la Mujer, sus propuestas se apoyan en la reforma de una organización societal pre-existente. Sin embargo, tanto esa asociación como las libertarias de finales del siglo XIX, reconocen a las prostitutas como víctimas de una sociedad moralizadora y opresiva e insisten en la importancia de ofrecerles un apoyo psicológico y económico consecuente.

De manera más general, las anarquistas de las revistas La Voz de la Mujer y Nuestra Tribuna empezaron un trabajo de distinción entre las mujeres argentinas esencial para solucionar las discriminaciones sufridas por cada una de ellas. En efecto, las mujeres no pueden ser consideradas como un conjunto de personas oprimidas de la misma manera puesto que el género nunca fue la única fuente de discriminación en las sociedades. Hoy en día, el feminismo argentino se caracteriza por una multitud de sub-secciones que defienden grupos de mujeres con identidades y modos de vida distintos que, a veces, también sufren opresiones de carácter diferente.

El Encuentro Nacional de la Mujer, que se realiza anualmente en Argentina desde 1986, ilustra perfectamente este proceso. Es una experiencia inédita en el mundo: durante un fin de semana, sólo mujeres, travestis y personas trans se reúnen para participar en talleres, debatir y protestar contra las injusticias que sufren diariamente. Esta reunión se caracteriza, cada año, por ser autónoma, auto-convocada, democrática, pluralista, auto-gestionada y horizontal: la sede del año siguiente se elige democráticamente en la asamblea de cierre. Cada año, el encuentro tiene lugar en una ciudad diferente. En 2019, el 34° Encuentro Nacional de Mujeres se organizó en La Plata, en la provincia de Buenos Aires y reunió a más de 200 000 personas.

Además, los distintos talleres de esta edición del Encuentro demuestran que, hoy en día, el feminismo argentino se interesa en problemáticas vinculadas con grupos de mujeres precisos para poder tratar de solucionar las discriminaciones vividas por cada mujer en función de las diferentes categorías sociales y culturales que constituyen su identidad propia. Se organizaron talleres como, por ejemplo, "Mujeres en situación de pobreza" y "Trabajadoras sexuales" porque bien se entiende que las mujeres pobres y las trabajadoras sexuales no se enfrentan cada día a los mismos desafíos que el resto de las mujeres argentinas.

Entonces, al distinguir los desafíos encontrados por las mujeres burguesas y por las mujeres trabajadoras o pobres, las anarquistas de La Voz de la Mujer y de Nuestra Tribuna ya tenían en cuenta un concepto que fue formulado y reconocido varias décadas más tarde por la sociología y el feminismo: la interseccionalidad. Hoy en día, bien existe, entre varios movimientos feministas, esta voluntad de alejarse de la idea de un sólo feminismo que podría representar, con sus ideas, a todas las mujeres sin excepción y se defiende cada vez más un feminismo inclusivo, formado por varios sub-grupos de mujeres que tienen identidades distintas y, como consecuencia, que sufren discriminaciones diferentes, múltiples o no. Este trabajo de inclusión y, sobre todo, el reconocimiento de todos los movimientos feministas con sus particularidades, sigue representando un desafío dentro del feminismo argentino. Por ejemplo, mujeres argentinas luchan para que el Encuentro Nacional de Mujeres sea "plurinacional" y represente así, de manera explícita, a los diversos pueblos y las distintas culturas y realidades que constituyen el país.

Conclusión

Al terminar un estudio comparativo entre las ideas de las anarquistas de La Voz de la Mujer y de Nuestra Tribuna y otros movimientos vinculados con las cuestiones de género en la historia argentina, parece claro que, de cierta manera, las libertarias de las revistas anarcofeministas estudiadas, publicadas entre 1896 y 1925, representan un feminismo de vanguardia. Sus ideas se desarrollaron y tomaron, poco a poco, a través de la historia y a lo largo de las evoluciones de la sociedad argentina, más espacio dentro del feminismo propio del país. Actualmente, el feminismo argentino pretende ser más inclusivo y muchos grupos de feministas argentinas quieren representar a las mujeres, no como conjunto sin que se haga diferenciación entre ellas, sino como una multitud de personas con identidades y trayectorias sociales diferentes que implican opresiones distintas.

Notas

Bibliografía

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Para ir más allá…

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Pour citer cette ressource :

Anouk Vinci, El anarcofeminismo argentino entre 1890 y 1930: ideas claves y resonancia con las luchas feministas actuales, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), avril 2021. Consulté le 26/12/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/civilisation/histoire-latino-americaine/argentine-et-uruguay/el-anarcofeminismo-argentino-entre-1890-y-1930-ideas-claves-y-resonancia-con-las-luchas-feministas-actuales