«El olor de la guayaba» de Gabriel García Márquez et Plinio Apuleyo
El olor de la guayaba es un libro escrito por Gabriel García Márquez y Plinio Apuleyo Mendoza, periodista y escritor colombiano. Se trata de una entrevista temática. Este libro fue publicado en 1982 y está dividido en catorce capítulos en los cuales el escritor habla de sus orígenes, del oficio de escribir, de sus lecturas e influencias, de algunos de sus libros, de la política, de sus supersticiones y manías y de su inesperada fama, entre otros temas. Cada entrevista temática es introducida por un relato de Plinio Apuleyo en el que la vida y obra de Gabo, como lo llaman todos en Colombia, son reconstruidas en paralelo. Los personajes, los relatos y los trozos de los recuerdos se mezclan para mostrar la realidad en la cual está fundada la obra del gran escritor colombiano. Si bien en el libro la obra y la vida del escritor constituyen un todo inseparable cuya influencia recíproca las hace indivisibles, en la presente reseña se hace una separación entre las dos que sin embargo da cuenta de la relación estrecha que hay entre ellas.
Sobre su obra
Gabo habla de sus personajes como si tuvieran una vida propia, independiente de los libros. Habla de ellos como quien habla de un conocido o un vecino, les añade rasgos que no están en las novelas y relatos, y hace conjeturas sobre sus posibles reacciones en casos hipotéticos.
El personaje del dictador fue uno de los temas frecuentemente abordados a lo largo de la entrevista, pues numerosos de sus libros contienen personajes de este tipo. Particularmente se habla de El otoño del patriarca. El personaje de El otoño está basado en todos los dictadores suramericanos, pero sobre todo en el dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez. Gabriel y Plinio se encontraban en Venezuela el día de su fuga, en la que por la prisa el edecán del dictador olvidó una maleta con once millones de dólares. El patriarca dictador de El otoño no tiene una mujer. García Márquez explica que el poder es el substituto del amor, y que quien busca y consigue el poder es en realidad un incapacitado para amar. Es por esto que el teniente de La mala hora y el coronel Aureliano Buendía son seres solitarios e infelices, porque la falta de amor es la peor desgracia de un ser humano. Además de la soledad, lo que más le llama la atención de los dictadores es su relación particular con la figura materna. Para el escritor los dictadores son huérfanos de padre, pero con una figura materna dominante. García Márquez no es huérfano de padre, pero siempre su relación con las mujeres de su familia, abuela, tías y madre fue mucho más importante. Debe ser por eso que afirmó que El otoño del patriarca era su obra más autobiográfica.
Los personajes femeninos también fueron un tema de discusión muy importante entre los dos escritores. El autor confiesa que siempre tuvo una relación muy estrecha con las mujeres, y que esto fue lo que lo llevó a desarrollar a profundidad los caracteres femeninos. En sus obras el mundo es matriarcal, las mujeres “sostienen el mundo en vilo para que no se desbarate mientras los hombres tratan de empujar la historia”, es decir, las mujeres ponen el orden allí donde los hombres siembran el caos. Como en los libros, en la vida real las mujeres son los verdaderos pilares de su familia. Él no olvidará cómo Mercedes, su esposa, sostuvo la familia mientras él escribía Cien años de soledad. Sin tener ningún ingreso logró que le prestaran y que le fiaran para dar de comer a la familia y le consiguió a Gabo hasta el papel para escribir.
Sobre su vida
De sus viajes a Europa y a África en la época de la guerra fría recuerda que el mundo estaba dividido en dos como en una película de vaqueros: los buenos y los malos, aunque los buenos variaban según la perspectiva, comunista o capitalista. Cuenta también cuando estuvo en Paris como corresponsal tuvo que mendigar, pues como el coronel de su novela se quedó esperando un cheque del diario El espectador, para el que él trabajaba. El espectador había sido cerrado por el militar Rojas Pinilla después de su golpe de estado en 1953. Cuando estuvo en Paris era la época de la guerra en Argelia y el hecho de que le confundieran frecuentemente con un argelino le trajo más de un inconveniente.
Su relación con la política, el amor y las mujeres es abordada en varios puntos de la entrevista. Gabo se considera un político de emergencia: por haber nacido en América Latina tenía un deber político que cumplir. Su formación política empezó desde muy niño, cuando su abuelo, un coronel liberal, en lugar de contarle cuentos le refería las historias más terribles de la guerra civil, la matanza de las bananeras y demás relatos aterradores de la historia colombiana reciente. Desde niño estuvo más cerca de la rebeldía que del tradicionalismo, en el colegio, los profesores le enseñaban el materialismo histórico incluso en las asignaturas más inverosímiles como química y matemáticas. Sin embargo nunca fue un militante, siempre un simpatizante.
A propósito de sus supersticiones, señala que su gusto por ellas le viene, además de ser típicas de su casa materna y del Caribe, de que cree que son una excelente defensa contra la obsesión racionalista de Occidente. Él confiesa que odia el cartesianismo y que tal vez es por eso le parecen tan incómodas las entrevistas con periodistas franceses, que siempre le preguntan su opinión sobre conceptos abstractos como la literatura, la muerte, la libertad o el amor. Tal vez por culpa del cartesianismo sus traducciones al francés de Cien años de soledad no tuvieron tanto éxito como las de otras lenguas. Entre sus supersticiones más grandes están la relación entre el mal gusto y la mala suerte. El concepto venezolano de pava (la mala suerte que trae el gusto rebuscado) lo considera una reacción magnífica del sentido popular contra el gusto de los ricos. Por eso los objetos como el oro, el frac y las capas de las estudiantinas le parecen pavosos. Esto explica por qué a la recepción del premio nobel, que ocurrió poco tiempo después de esta entrevista, se negó a utilizar un frac y se vistió todo de blanco con una guayabera.
Pour citer cette ressource :
Edna Cordoba, El olor de la guayaba de Gabriel García Márquez et Plinio Apuleyo, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), mai 2014. Consulté le 25/12/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/litterature/litterature-latino-americaine/hommage-a-gabriel-garcia-marquez/gabriel-garcia-marquez-el-olor-de-la-guayaba