«Pequeñas infamias» de Carmen Posadas
Carmen Posadas, Pequeñas infamias, Editorial Planeta, 1998.
Un cocinero muerto en una cámara fría. Así empieza la novela de Carmen Posadas titulada Pequeñas infamias. Todos los elementos de una buena novela policíaca están reunidos en esta novela. Un lugar cerrado, un muerto, y varios sospechosos que todos, por razones diferentes, hubieran podido matar al cocinero encerrándolo en la cámara fría y dejándolo resfriarse hasta su ineluctable muerte. A las cuatro de la mañana, Chloe Trís, Ernesto Teldi, Adela Teldi, y Carlos García, los ocupantes de Las Acacias, oyen un grito (el de Karel Pligh), que rompe el silencio de la noche. Alguien acaba de encontrar el cuerpo del cocinero Néstor Chafino, congelado. Inmediatamente, el rico propietario de la casa, Ernesto Teldi, llama a la policía para declarar este triste accidente...¿accidente?
Aquí, no hay detective, ni Hércules Poirot ni Miss Marple, el investigador parece ser el narrador, o el propio lector, que poco a poco va descubriendo una telaraña en la que todos los personajes tiran de un hilo. Detrás de las apariencias (un rico aficionado al arte, una mujer respetable o un antiguo profesor de piano) se esconden pasados poco gloriosos, infames. Para ellos –los que viven escondiendo crímenes sepultados por el tiempo– cruzar Néstor Chafino fue como sufrir una afrenta, tener un descubierto. Sin embargo, ¿quién podría ver en Néstor –el simpático e inofensivo cocinero– un enemigo, un rival? ¿Y por qué? Para él, la única cosa esencial a su vida era la cocina, o mejor dicho los postres.
De la pared colgaban peroles y sartenes de cobre y sobre la mesa central, grande y con encimera de aluminio podrían admirarse los más excelentes aparatos de cocina, esperando turno, cada uno con un cartel bien visible, en el que se resumían sus instrucciones de uso. Limpieza, orden, higiene perfecta, éstas eran las características básicas del reino de Néstor Chafino.
Pero a pesar de su evidente bondad y su carácter inofensivo, Néstor también tenía secretos, y uno de ellos era el de escribir un libro (cuyo título os parecerá familiar...) en el que quería legar sus secretos culinarios, para permitir a un buen jefe de cocina acceder a la perfección. El tiempo que Néstor no dedicaba a la realización de trufas de chocolate, tartas de limón con merengue o zabaiones, lo pasaba con su libreta con tapa de hule escribiendo pequeños secretos culinarios.
Casi todos los personajes tienen que soportar el peso de un pasado demasiado doloroso, y lo más relevante es que todos están de alguna manera rechazando este pasado. Se trata de amantes, rivalidades, corrupción, miedo, sexo y amor. Sin saberlo, Néstor va a encontrarse al cruce de todas estas vidas y pagar muy caro este guiño del destino.
Es una lectura activa que nos propone Carmen Posadas porque siempre pasa algo, y el lector se puede convertir, él también, en un detective. Como ella lo dice muy a menudo en sus entrevistas, utiliza el método Dickens para escribir sus novelas, destacando dos niveles de lectura en sus obras : un nivel en el que el lector puede leer para divertirse, y dejarse llevar por la historia, y un segundo nivel, en el que el lector cómplice podrá encontrar juegos de palabra, retratos psicológicos de los personajes, sátiras de la clase alta... Muy influenciada por los autores ingleses, escribe con mucho humor e ironía sobre los males de la sociedad, que es la mejor manera para hablar de las cosas serias. Los lectores atentos encontraran en los libros de Carmen Posadas correspondencias con su propia vida y los muchos países en los que vivió. También hay referencias a obras literarias de gran envergadura que marcaron su vida (ver el artículo sobre Invitación a un asesinato).
Pour citer cette ressource :
Caroline Bojarski, Pequeñas infamias de Carmen Posadas, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), novembre 2012. Consulté le 22/11/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/litterature/litterature-latino-americaine/bibliotheque/pequenas-infamias