Entrevista con Victoria Holguín
“Quería saber quiénes eran las personas detrás del lente”
Como fotógrafa, la artista caleña Victoria Holguín se apasionó desde los principios por las cuestiones de feminidad y feminismo, de identidad de género y de percepción del cuerpo en vínculo con la definición de la identidad social. A través de numerosas obras, intenta plasmar, gracias a la fotografía digital, la profundidad íntima de los individuos que se dejan retratar, siempre buscando capturar algo de su sensibilidad y fragilidad como seres humanos.
Tras un proyecto fotográfico que la condujo a retratar homólogas fotógrafas, se lanzó en el proyecto de la creación de una plataforma digital inédita en Colombia dedicada a la exhibición de la fotografía “de autor”, joven y contemporánea, y así permitir que nuevos artistas tengan acceso a un espacio de expresión y difusión. Con Daniela Benedetti, amiga y compañera fotógrafa, dieron luz al sitio web Fotomeraki en 2013, con una publicación anual, que permitió no solo dar a conocer los trabajos de varios fotógrafos, sino también ponerlos en relación y tejer poco a poco la red colombiana de la fotografía contemporánea, alrededor de temáticas novedosas.
En el año 2016, mientras se anuncia el proyecto gubernamental de organizar un plebiscito popular sobre los acuerdos de paz negociados entre las FARC-EP y el gobierno de Colombia, propone la convocatoria “Reflexiones sobre la paz”, llamando a 17 fotógrafos y fotógrafas para que presentaran, en un solo cliché, su idea de la paz y del futuro de su país después de más de cincuenta años de conflicto. Su trabajo de editora desempeñó un papel esencial e inédito en la búsqueda de una respuesta fotográfica a la representación de la paz, de la transición y del posconflicto colombiano. En esa convocatoria participa ella misma con su fotografía hors-série “Mariela y Manuel”.
En esa entrevista realizada en abril de 2019, explica con más detalles los orígenes de la plataforma, la génesis de la convocatoria y las implicaciones de tal proyecto en la sociedad colombiana, que todavía sigue buscando la reconciliación.
A modo de introducción, quisiera volver un poco sobre su carrera como fotógrafa profesional y saber más de la plataforma Fotomeraki que usted creó en 2013 y que, según entendí, es algo pionera en el ámbito de la fotografía de autor en Colombia.
Yo soy fotógrafa y vivo en Bogotá desde hace once años. Me especialicé en la fotografía precisamente cuando llegué acá para estudiar en la Universidad Nacional. En este proceso, empecé por la parte laboral, y me dediqué primero a proyectos comerciales; pero seguía con proyectos personales, y en paralelo empecé a realizar este proyecto de hacer fotografías de fotógrafas colombianas. Quería saber quiénes eran las personas detrás del lente, y mostrarlas, porque no existía ningún lugar donde se podían encontrar informaciones a su respecto. Haciéndoles fotos, también descubrí sus trabajos y nuevas artistas de las que nunca había escuchado. En ese momento me dije que claro, estaba muy lindo el proyecto de tomarles fotografías, pero sería mucho más interesante poder hablar de sus propias realizaciones. ¡Qué chévere sería tener una plataforma donde pudiéramos ver el trabajo de todas las fotógrafas colombianas, y no solamente de ellas sino de hombres también! De ahí nació la idea de crear Fotomeraki, un espacio que entonces no tenía precedentes en el país, donde se pudiera mostrar lo que se estaba haciendo en Colombia del punto de vista de la fotografía, pero sobre todo mostrando proyectos al nivel personal. Esa fue la idea principal, puesto que aquí no hay galerías de fotografía, no hay espacios para exponer fotografías “de autor”; por eso Fotomeraki se proponía ser ese espacio dedicado.
En ese momento, la gente todavía no podía ni siquiera dar visibilidad a sus trabajos personales. Exponían en el exterior, en las redes sociales, en sus páginas web… pero aquí en Colombia no había ningún lugar, Fotomeraki fue el primero.
¿Me podría contar la génesis de la convocatoria “Reflexiones sobre la paz”, que se propuso en esa misma plataforma? ¿Cómo se le ocurrió la idea, cómo conocieron y eligieron los participantes? ¿Por qué le parecía tan importante tratar de la construcción de la paz en aquel momento?
La convocatoria "Reflexiones sobre la paz" nació porque a nosotras – ahora somos dos directoras del proyecto, con la fotógrafa Daniela Benedetti – nos parecía muy interesante en el contexto: estábamos en 2016, justo antes de la votación del plebiscito. Todo estaba polarizado en torno a esta votación aquí en el país – y todavía lo es hoy en día –, el sí, el no, realmente se trataba de un momento clave, el tema de que todos estaban hablando. Entonces pensamos "qué interesante sería poder acercarnos a esa cuestión desde la fotografía, y mostrar nuestra proposición al respecto". Todos esos fotógrafos que convocamos advocaban para votar el sí, entonces queríamos saber cuáles habían sido sus experiencias para llegar a esa conclusión, y también ofrecerles otra oportunidad de dar visibilidad a sus trabajos. Fue esa combinación de cosas que nos llevó a proponer la convocatoria. Ya habíamos hecho una convocatoria antes, era más abierta, recibíamos numerosos trabajos y los escogeríamos a partir de ahí; pero en este caso particular queríamos seleccionar directamente a los fotógrafos y contactarlos, porque en ese momento estaban hablando o querían hablar del tema de la paz. Les seleccionamos de una vez, y les expusimos lo que nos hubiera gustado realizar.
Ya teníamos una temática clara, y queríamos con los participantes desarrollar una reflexión, por el medio de fotografías, sobre esa problemática en particular. A partir de eso les pedimos que ellos crearan o recuperaran una fotografía de su archivo para ilustrar esa reflexión. La verdad sí fue una sorpresa, porque no teníamos idea de lo que cada uno iba a proponer, pero era más un voto de confianza, ellos sabían lo que queríamos ver y podían de aquí expresar su creatividad propia. Todas las propuestas resultaron bien diversas entre sí, y fue curioso ver cómo cada uno seguía con su lenguaje propio, desde lo que específicamente le interesa, pero hablando de un tema que en ese momento nos había parecido, a nosotras, muy importante.
Su propia participación a la plataforma, titulada Mariela y Manuel, tiene algo muy personal, y nos muestra dos antiguas fotografías de miembros de su familia. Parece que usted ha querido integrar la historia individual, de escala familiar, a la Historia más general del país, y que esa entró en resonancia con el contexto actual de posconflicto. ¿Qué esperaba al revelar esa intimidad?
Sí, ellos son mis abuelos. Ahora que vivo en Bogotá, y también cuando vivía en Cali, me doy cuenta de que la gente no es tan consciente de lo tanto que les ha tocado el conflicto armado aquí en Colombia. Mis intenciones con esas dos fotografías eran, primero, hablar de mi experiencia personal, la que cuenta cómo mis abuelos vivieron de muy cerca el conflicto (ellos tuvieron que irse de donde vivían, mudarse a la ciudad con toda su familia), lo cual terminó, en fin, afectando positivamente a mi familia. Se fueron del campo y, gracias a eso, mi mamá ha podido ir a la universidad. Una cosa que nunca hubieran pensado posible si hubieran seguido viviendo en el campo. Pero la realidad detrás de eso, a pesar de que fue positivo para mi madre y para mí, es que tuvieron que vivir algo terrible: un desplazamiento forzoso de su tierra de origen, El Valle del Cauca, y toda la región ha sido muy marcada por situaciones similares. De una manera muy breve – la convocatoria incluía 17 fotógrafos, cada uno teníamos que ser sintéticos –, quería mostrar cómo mi familia había sido íntimamente afectada, no solo mis abuelos, sino todo el núcleo familiar que vio su vida completamente cambiada de lo que se destinaba a ser. Me repito, pero eran más bien del campo, y su situación tuvo que cambiar “gracias” a eso, lo cual fue el caso de muchas familias. A mí más individualmente me han afectado otros tipos de cosas ya dentro de la ciudad. A pesar de que uno pueda ver ese tema de la paz sin estar metido en el campo, en su pantalla de televisión, y no sentirse particularmente implicado personalmente, pienso que es todo lo contrario: los atentados, como por ejemplo sucedieron en Cali, mi ciudad natal, así como la creación de barrios alimentados por el dinero del narcotráfico… invito a que la gente mire a su alrededor, y vea que tan cerca se encuentra de esas cosas, que no son solamente problemáticas del campo.
¿Y por qué quiso usted que su fotografía apareciera última? ¿La ve como una forma de conclusión a las "Reflexiones" que llevaron a cabo?
De hecho, recibimos todas las fotografías que nos enviaron los fotógrafos, y nuestro trabajo con Daniela ha sido decidir, precisamente a partir de esa consigna inicial, cuáles eran las fotografías que más nos interesaban, su organización… eso era vital para la coherencia del todo. Sabíamos que por el momento, solamente contábamos con la galería virtual – Bueno, ¡eso fue otra cosa! Por un lado había esa parte virtual, pero como esa convocatoria venía justo antes del voto para el plebiscito, y estábamos casi seguras de que iba a ganar el sí, queríamos desarrollar el tema y acompañar ese trabajo de más participaciones, para montar una pequeña exposición en el centro histórico de Bogotá, o en cualquier lugar, así fuera pequeño, en donde se pudiera hablar de la construcción de la paz desde la precepción de la Fotografía.
Por la victoria del “no” y todo lo que sucedió después en el país, tuvimos que dejar este proyecto en pausa, pero al inicio íbamos para otro lado. Entonces, como disponíamos de la sola plataforma digital para la convocatoria, me pareció importante que el último aspecto fuera éste, y permitiera abrir sobre una reflexión más amplia. Quería que las fotos de mis familia mostraran los cambios extremos operados en el país por este conflicto, toda la dinámica rural, del trabajo campesino, e hicieran pensar que aún ahora, dentro de la ciudad, no estamos ajenos a todo aquello.
Se suele decir que nadie es profeta en su tierra. ¿Qué cree que puede aportar el punto de vista propiamente colombiano?
La verdad es que muchos fotógrafos que he conocido venían fuera para fotografiar lo que estaba pasando acá, y fue algo muy curioso puesto que, como te digo, muchos otros aquí mismo se han sentido totalmente ajenos al tema de la guerra, y que sienten que la problemática de la paz no les afecta, sobre todo en las ciudades. Precisamente por eso se vuelve un poco difícil a veces encontrar un público para ese tipo de proyectos. Pero siento que sí existen muchos fotógrafos, tanto en Colombia como afuera, que están trabajando alrededor de la cuestión del posconflicto, sea una fotografía más documental que se interese a eventos sucediendo en el país, o sean proyectos personales, que también son valiosos porque entran en las comunidades y se atacan al núcleo del problema. Eso puede pasar con fotógrafos que vienen de otros países, porque han sido encargados de acercarse a cierta comunidad un par de días, producir unas imágenes, pero ya está. Mientras siento que hay otros que además se interesan por realizar una variedad de proyectos personales, y quieren además dejar su firma artística, desarrollar su estilo propio, enmarcándose en esos temas de posconflicto. A ellos creo que hay que darles más visibilidad, sobre todo con el gobierno que ahora tenemos, puesto que me parece que el discurso general ha vuelto a hablar más sobre la guerra que sobre la paz.
Al interesarme por los artistas contemporáneos que han tratado, en sus obras, del asunto de la reconciliación nacional posconflicto, noté que varios han articulado esa cuestión con la representación de la feminidad – pienso en fotógrafos y fotógrafas de la convocatoria como Daniela Benedetti, Juanita Escobar, Juan Arias… Usted misma está muy implicada en temas feministas, ¿qué piensa entonces de esa articulación? ¿Ya había notado la recurrencia de este paralelismo?
Sí, bueno a ese respecto hay varias cosas que decir. Aquí en el país, los fotógrafos que más visibilidad tienen, en ese tipo de territorio, suelen ser hombres; hay mujeres pero realmente son muy pocas, y colombianas, menos. Por eso tanto en la convocatoria, como en mi trabajo como editora en general, tomé eso en consideración, puesto que aunque hay muchas mujeres fotógrafas en el país, no son visibilizadas tanto como el trabajo masculino. Desde siempre en Fotomeraki, tanto a Daniela como a mí, nos ha gustado mostrar muchas obras de mujeres, porque son pocas también las plataformas a las cuales ellas tienen acceso. Buscamos esos relatos femeninos, para poder ofrecer un espacio donde puedan hablar del tema. Ahora bien, conocimos a muchas mujeres, como por ejemplo Liliana Merizalde ((Ver Entrevista con Liliana Merizalde in La Clé des langues)) – no sé si ya escuchaste de ella – y ella está trabajando un montón con comunidades indígenas, en particular mujeres, y siento que no tiene oportunidades de exponer en tantas plataformas como debería, con lo talentosa que es. En Fotomeraki y en esa convocatoria queríamos que se contase el relato femenino, que pudiesen expresarse varias mujeres, y definitivamente se impone que las fotógrafas también quieren hablar de este tema de la paz, pero de una manera distinta. Se abren a nuevos aspectos de la reconstrucción, como lo hizo Liliana Merizalde interesándose en cómo se realizaba aquí mismo en Bogotá. Esa sensibilidad es diferente de la de fotógrafos como por ejemplo Federico Pardo, que también participó en la convocatoria, pero con una producción mucho más documental, fijada en el territorio, durante el paro agrario. Ambos puntos de vista me interesan, pero sí tenía un afán particular de darles esa voz a las mujeres, que según creo no la han tenido hasta ahora.
Para concluir, me gustaría escucharle sobre la técnica de puesta en abismo en Mariela y Manuel, donde expone, en una fotografía y sobre una plataforma digital, dos retratos sobre papel, en blanco y negro. ¿Cuál fue su reflexión en cuanto a ese desdoblamiento del objeto fotográfico? ¿Tenía que ver con el valor memorial de la fotografía?
A mí siempre me ha interesado la fotografía de archivo, pero hasta entonces nunca había sabido cómo acercarme a ella. Mi padre es fotógrafo aficionado, y tiene muchas fotografías, y nunca había encontrado un medio de aprovechar ese archivo familiar e histórico que poseemos. El tema de la convocatoria me pareció una buena oportunidad para atreverme en el tema – de hecho, como te decía, la participación es muy breve, solamente son dos imágenes, pero realmente tengo muchísimas más. Me encanta hacer fotografías de fotografías, aunque nos las tengo publicadas en ninguna parte, porque me hablan de esa historia familiar que, creo, puede tener resonancias. Claro, es un instrumento de memoria; les sirvió a mis abuelos para acordarse, pero yo desde ahí puedo dar fe de todo lo que aconteció con un nuevo punto de vista gracias a ellas. Es muy prolífico utilizar esas fotografías como herramienta de memoria, siguiendo hablando de la perspectiva de la Fotografía; y a partir de eso también veo un valor estético en el uso de este archivo y la manera con la cual uno lo reactualiza.
Pour citer cette ressource :
Victoria Holguín, Camille Lecuyer, "Entrevista con Victoria Holguín ", La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), octobre 2019. Consulté le 11/10/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/arts/arts-visuels/photographie/entrevista-con-victoria-holguin