"Notas para una literatura de la infancia" de Andrés Barba
Tal vez el cáncer más letal que ha infectado la literatura relacionada con la infancia (no la literatura para niños, o la llamada “literatura infantil”, sino la literatura en la que los niños son los protagonistas y centros de la narración) es, curiosamente, el único sentimiento que los niños no comparten con los adultos: la nostalgia. Un niño puede compartir con los adultos la mayor parte de sus sentimientos; la alegría, la tristeza, la euforia, el sentimiento de exclusión, el deseo de prosperar o incluso la violencia, pero no la nostalgia. Y sin embargo la mayoría de las veces que un adulto pone en boca de un niño algunas palabras o pensamientos están inevitablemente infectadas de ese sentimiento de nostalgia. Más que escribir sobre niños la mayoría de las veces no hacemos más que escribir para adultos que desean volver a sentirse como niños o por utilizar esa perversa y cursi dedicatoria de “El principito”, para esos adultos “cuando eran niños”, más que tratar de ser fieles a una realidad que en cierto modo nos resulta ajena e inalcanzable (¿quién sabe de verdad lo que sucede en el corazón de un niño?) escribimos para unos adultos que necesitan que alguien les confirme una “ficción de la infancia” la mayoría de las veces totalmente edulcorada, cursi y lejana a la realidad.
La única forma de acercarse al niño con el respeto que requiere como tema literario es abandonar la falsa creencia de que todos tenemos un patrimonio de verdades solo por el hecho de haber sido niños alguna vez. Si no todos estamos igualmente capacitados para hablar del amor o de la muerte a pesar de haber cruzado esas experiencias o de haber estado cerca de ellas. ¿Por qué habría de ocurrir algo distinto con la infancia? Lo primero que uno descubre cuando se aproxima a los niños con humildad para tratar de estudiarlos como tema literario es que su corazón se parece más a un concierto punk que a Las cuatro estaciones de Vivaldi. Y sin embargo, tratamos de hacer sonar una y otra vez, la música de Vivaldi alrededor de sus movimientos. Esa insistencia por nuestra parte en elegir una y otra vez una ficción a la que no queremos renunciar antes que aceptar una realidad diferente y extraer de ella las conclusiones necesarias es el primer y más definitivo error de nuestra aproximación. En cualquier caso, y como todos los errores, es un error corregible. Basta con imponer al tema de la infancia lo mismo que Flaubert impuso al tema de la infidelidad, por ejemplo, o que Dostoievsky impuso a la anarquía, o que Yourcenar impuso a la ambición de poder, una constancia irrenunciable a no inclinarnos a afirmaciones que sabemos que no son ciertas, solo por lo mucho que nos gustaría que lo fueran.
Pour citer cette ressource :
Andrés Barba, "Notas para una literatura de la infancia" de Andrés Barba, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), septembre 2019. Consulté le 22/11/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/litterature/entretiens-et-textes-inedits/textes-inedits/notas-para-una-literatura-de-la-infancia