"L’enquête comme force littéraire" de Juan Gabriel Vásquez
Partamos de una insolencia: la novela no es el mejor instrumento jamás inventado por el ser humano para explorarse a sí mismo, sino que el ser humano es el mejor invento de la novela. Utilizo la palabra invención pensando en lo que tanto le gustaba a ese gran heredero de Cervantes que fue Henry Fielding: en su origen latino, inventio significa descubrimiento. Inventar es descubrir: descubrir lo humano, descubrir zonas ocultas de lo humano, ir a esos lugares de nuestra condición y nuestra conciencia adonde no se podría ir de otra forma y luego regresar para contarnos lo que hay en ellos. En eso, pero no sólo en eso, la novela es una investigación. A eso se refiere Ford Madox Ford, el autor de esa obra maestra que es El buen soldado, cuando dice que la novela es un medio para una investigación profundamente seria del caso humano.
The human case: me gustan estas palabras. Lo humano como problema, como enigma, como misterio; lo humano como zona ignota, inexplorada, desconocida. La idea me parece fundamental. En sus memorias, Joseph Conrad cuenta un episodio de su niñez, cuando tenía unos nueve años. Mirando un mapa de África, puso el dedo en el espacio en blanco que representaba el misterio de ese continente, y se dijo:
—Cuando crezca, iré allí.
Un cuarto de siglo después viajó a la región de Stanley Falls, remontó el río Congo y recaudó experiencias, memorias y un diario; y nueve años después del viaje aparecería El corazón de las tinieblas, la historia de un hombre que remonta un río, penetra un territorio desconocido para rescatar a un hombre y acaba haciendo descubrimientos aterradores y a la vez necesarios. Lo que lleva a cabo Conrad es una verdadera investigación que se ha convertido para mí en una metáfora de la novela, ese aparato que observa un territorio que nunca ha sido explorado y se dirige a él para investigarlo, para cartografiarlo. El pasado es un territorio menos desconocido desde las investigaciones de Proust; el momento presente, desde las de Joyce. Con El proceso descubrimos una realidad pesadillesca (o debería decir: una pesadilla demasiado real) que nunca habíamos visitado, y lo mismo ocurrió con Cien años de soledad.
Lord Jim da un paso más allá en el uso de la novela como investigación. El misterio es el otro, y se le investiga como un detective investigaría un crimen. Después de Lord Jim es posible El gran Gatsby; y a partir de entonces, la novela devora lentamente los mecanismos de la investigación y los adapta a sus necesidades. El narrador es un detective: no conoce toda la historia cuando comienza a narrarla; la completa encontrando documentos, declaraciones, pruebas. Así completa Vargas Llosa la historia de Alejandro Mayta; así completa Sebald la historia de Austerlitz. La realidad se convierte en un enigma que es preciso descifrar. En “La muerte y la brújula”, de Borges, el misterio de una serie de crímenes se convierte en un texto que es preciso leer e interpretar. La literatura interpreta el texto de la vida. La mirada novelística convierte la realidad en enigma; y donde todo es enigma, todo se puede contar como una investigación.
Pour citer cette ressource :
Juan Gabriel Vásquez, "L’enquête comme force littéraire" de Juan Gabriel Vásquez, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), décembre 2018. Consulté le 22/11/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/litterature/entretiens-et-textes-inedits/textes-inedits/l-enquete-comme-force-litteraire