14 de mayo de 2018 - Protestas y violentos enfrentamientos en Nicaragua
Atrincherado en la parroquia de San Miguel, en Masaya, el sacerdote Edwin Román socorría, con el apoyo de un doctor y tres estudiantes de Medicina, a los heridos que llegaban producto de los enfrentamientos violentos registrados la noche del sábado entre vecinos, fuerzas antidisturbios y huestes del Gobierno en esta ciudad localizada a 35 kilómetros al sur de Managua. Román relató vía telefónica un escenario de caos y destrucción en la que es la jornada más violenta desde abril, cuando el presidente Ortega ordenó una dura represión para sofocar las manifestaciones contra una reforma a la Seguridad Social que impuso sin consenso.
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Actos vandálicos perpetrados por grupos violentos persisten hoy en Nicaragua, pese al llamado a la paz.
Individuos calificados de desestabilizadores por el gobierno retuvieron y quemaron una camioneta en el medio de la vía en el sector capitalino de Rubenia, según reportó el Canal 6 de televisión en horas de la madrugada.
Una multitudinaria marcha salió de Managua, la mañana de este domingo, con dirección a Masaya en apoyo a los ciudadanos tras la violenta represión causada el sábado por policías y paramilitares contra manifestantes.
La ciudad de Masaya, a poco más de 25 kilómetros al sureste de Managua, amaneció este domingo sumida en el caos y la destrucción tras los enfrentamientos ininterrumpidos que se produjeron durante la jornada del sábado entre agentes antimotines y turbas sandinistas en contra de los manifestantes.
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Estudiantes universitarios de Medicina y Enfermería de las distintas facultades de Managua, junto a médicos graduados, marcharon la tarde de este sábado desde las cercanías de Catedral Metropolitana hasta la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua), para mostrar solidaridad con los jóvenes a los que les fue negada la atención médica tras las diversas protestas que se han desarrollado en el país.
A Francisca Machado Dávila se le quiebra la voz. El dolor que la oprime también se convierte en rabia e indignación cuando recuerda que han pasado 22 días de impunidad, desde que su hijo fue asesinado durante la cruenta represión desatada contra los manifestantes que protestaban por la imposición de una reforma al Seguro Social en Nicaragua por parte del presidente Daniel Ortega. Aquel 20 abril Franco Valdivia, estudiante de Derecho y cantante de rap, salió a protestar junto a centenares de nicaragüenses en Estelí, ciudad localizada a 149 kilómetros de Managua, cuando las balas segaron su vida. La familia culpa al presidente Ortega por la muerte del muchacho y exige que se investigue y castigue a quienes dispararon. Hasta ahora, sin embargo, Francisca solo ha obtenido silencio de las autoridades. “Tenemos el derecho a saber quiénes fueron los asesinos y tener la certeza de que los castigarán”, dice esta mujer vestida de luto, quien junto a otras madres de víctimas mortales de la represión han comenzado una batalla contra el Estado para evitar que la muerte de sus hijos quede en la impunidad.
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El Ejército entró a escena en el convulsionado escenario político de Nicaragua, para advertir que sus soldados no reprimirán manifestaciones sociales, distanciarse del presidente Daniel Ortega y para respaldar un diálogo nacional en el que se podría plantear la salida del poder de la todo poderosa pareja presidencial de Ortega y su esposa vicepresidenta, Rosario Murillo.