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Galicismos y falsos amigos totales entre el francés y el español

Par María Ester Gonzalo Velasco : Doctoranda - Universidad de Salamanca (España)
Publié par Christine Bini le 12/08/2012

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Nos planteamos estudiar aquí, dentro del riquísimo caudal de galicismos que contiene el léxico español, aquellos que son susceptibles de convertirse en «falsos amigos» respecto de los vocablos franceses de los que proceden; descartando, en esta ocasión, los «falsos amigos parciales», que comparten una o varias acepciones. El análisis contrastivo de unos y otros, apoyado en la lexicografía bilingüe y especializada, da paso a una propuesta lexicográfica, una especie de diccionario de pares de palabras formados por el galicismo y su étimo francés. Tal propuesta va destinada en principio a los hispanohablantes que se acercan a la lengua francesa, aunque sirve igualmente para los francófonos que lo hacen a la española. Este cotejo posee un valor añadido para el conocimiento de los galicismos, pues permite comprender mejor su vinculación con el término de origen, no siempre suficientemente clara; y, al mismo tiempo, su evolución.

etranger-150-bleuorange_1344413538192.jpgDu 9 au 12 novembre 2011 le colloque, organisé par l'APEF, l'APFUE et la SHF et intitulé "L'Étranger" s'est tenu à l'université d'Algarve au Portugal. Il a été coordonné par Christian Lagarde, Professeur à l’Université de Perpignan – Via Domitia et Président de la SHF, Geneviève Champeau, Professeur émérite à l’Université Michel de Montaigne, Bordeaux 3 et Présidente d’Honneur de la SHF et par Ana Clara Santos, Professeur à l’Universidade do Algarve et Présidente de l’APEF, Organisatrice du Colloque “L’Étranger”.

Le Comité de lecture était composé de :

Geneviève Champeau, Elvire Diaz, Erich Fisbach, Marie-Madeleine Gladieu, Pierre-Paul Gregorio, Catherine Heymann, Christian Lagarde, Ilda Mendes dos Santos, Philippe Meunier, Amélie Piel, Philippe Rabaté, Begoña Riesgo, Pascale Thibaudeau et Sarah Voinier, membres du Comité de la SHF.

Suite à ce colloque, nous publions une sélection d'articles.

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Los dos conceptos que manejaremos aquí, galicismos y «falsos amigos” » se adscriben en principio a la lingüística diacrónica ((Que el estudio de los préstamos deba acometerse en sincronía o en diacronía es un asunto muy debatido y ha suscitado posturas encontradas; sin embargo, desde nuestra perspectiva, la dimensión histórica es ineludible (Curell, 2005: 32-34).)), el primero; a la lingüística aplicada, el segundo. Al abordar el estudio conjunto de ambos aceptamos conscientemente el reto que supone intentar compaginar dos conceptos que han ido tradicionalmente por separado.

En efecto, el conocimiento de los galicismos ha preocupado principalmente a filólogos (Castro, 1924: 102-139), historiadores de la lengua como Ramón Menéndez Pidal (1968: 24- 25) o Rafael Lapesa (1968: 142-144, 264, 288-290) y lingüistas (Pottier, 1967: 127-151), en su afán por catalogarlos dentro de los préstamos extranjeros que ha recibido el español a lo largo de los siglos. Y, sobre todo, son muchos los investigadores que se han ocupado de lo que se ha llamado «la crítica del galicismo»; es decir, de las posturas que, en los siglos XVIII (Étienvre, 1996: 99-112), XIX (Baralt, 1855) y parte del XX (Montero Curiel, 1992: 1217-1228), se adoptaron sobre estos préstamos, con un interés censor más que descriptivo (Martinell Gifré, 1984: 101-128).

Además de estas iniciativas, sólo hemos encontrado dos proyectos que intentan, en la actualidad, renovar el estudio de los galicismos con una visión más amplia. El primero está siendo desarrollado en la Universidad de La Laguna (Tenerife), y se inscribe «dentro de un análisis más amplio que tendría como finalidad última el conocimiento y la valoración de la interferencia lingüística, sobre todo a nivel léxico, del francés sobre las distintas lenguas románicas» (Corbella, 1996: 157-161). Entre los trabajos surgidos de este proyecto, cabe destacar, los de Clara Curell; en particular, su Contribución al estudio de la interferencia lingüística. Los galicismos del español contemporáneo (2005).

El segundo proyecto, de carácter muy distinto, es el iniciado en la Universidad de Estrasburgo y liderado por André Thibault, a partir de la idea, expresada ya por Menéndez Pidal, de que falta un estudio histórico de conjunto sobre los galicismos. La finalidad de esta investigación es muy ambiciosa: consistiría en la elaboración de un diccionario histórico, crítico y filológico de los galicismos del español, considerados en su extensión diacrónica, diatópica, diastrática y diafásica (Thibault, 2003: 5-53).

En cambio, el concepto de «falsos amigos» tiene un origen muy distinto. Nacido de la práctica de la enseñanza de idiomas, durante mucho tiempo sus «estudios» se limitaron a simples pares de palabras, sin otra preocupación que advertir del riesgo que entrañaban (Panis, 1953). Sólo a partir de los años 50 (Lado, 1957) – y con más fuerza en los 70 (Debyser, 1970) – del siglo XX, han comenzado la lingüística y disciplinas afines a interesarse por este fenómeno. Todavía hoy, a pesar de los esfuerzos de un número creciente de investigadores por dotarlo de un estatuto científico, no han desaparecido del todo los recelos que ha despertado siempre su denominación, considerada poco seria (Pérez Velasco, 1995: 597-603).

Nuestra iniciativa surge, precisamente, a partir de los análisis detallados que se vienen realizando de los «falsos amigos» en las distintas lenguas europeas, sobre todo a partir de los años 90 (Wotjak, 1990; Sañé,1992; Postigo Pinazo, 1997). En nuestro caso particular, los del profesor Juan Manuel Pérez Velasco; en especial, su tesis sobre Falsos amigos: estudio lexicológico contrastivo francés-español, defendida en 2002 (Pérez Velasco, 2004): en ella nos hemos inspirado fundamentalmente a la hora de decidir la metodología que íbamos a aplicar.

Con estas premisas, nos planteamos estudiar, dentro del riquísimo caudal de galicismos que contiene el léxico español, aquellos que eran susceptibles de convertirse en «falsos amigos»; inicialmente con vistas a los hispanohablantes que se acercan a la lengua francesa, aunque sirve igualmente para los francófonos que lo hacen con la española.

Debemos precisar qué entendemos por «galicismos»: hablamos de los vocablos del español que tienen un origen francés contrastado; y, dentro de ellos, nos vamos a limitar a los galicismos léxicos formales, que pueden conllevar adaptaciones gráficas, fonéticas, prosódicas y/o morfológicas. Además, en nuestro análisis sólo contemplamos aquellos que han llegado al español directamente desde el francés, independientemente de que su etimología remota pertenezca a otra lengua. Y, al contrario, hemos desestimado los que, viniendo del francés, han pasado al español a través de otra lengua intermedia. Es el caso de chabola y de mus que, aunque remiten a las francesas geôle y mouche respectivamente, han venido al castellano desde el vasco. En cambio, algunos términos, a pesar de tener su origen en otra lengua, son considerados galicismos porque el español los ha tomado del francés; así ocurre con alzacuello, de hausse-col, adaptación francesa del holandés.

La primera tarea ha consistido en formar un corpus de galicismos, fundamentalmente a partir de las etimologías que proporciona el Diccionario de la Real Academia (DRAE), y, una vez fijado, iniciar una primera labor de cotejo con los correspondientes términos franceses. Esto nos ha permitido desechar un buen número de ellos que no parecían presentar ningún conflicto. A partir de este corpus provisional, hemos pasado a su clasificación por pares de palabras, primero la española y luego la francesa, seguidas de sus correspondientes acepciones. Así comprobamos las coincidencias y las divergencias entre unas y otras.

En todos los casos, hemos contrastado la propuesta del DRAE con otros diccionarios, fundamentalmente el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico de Joan Corominas y José Antonio Pascual (que citaremos en adelante como DCECH).

Para la elaboración de la parte francesa del corpus contamos con el que es, sin lugar a dudas, el mejor diccionario monolingüe francés: el conocido como Robert, elaborado en su nueva versión bajo la dirección de Josette Rey-Debove y Alain Rey. Se trata de un diccionario analógico con una presentación y disposición de cada una de las entradas muy distintas al DRAE, por lo que el trabajo para entresacar las distintas acepciones y cotejarlas con sus equivalentes españolas ha sido francamente complicado. Entre otras dificultades, el Robert es menos conservador que el DRAE.

Los diccionarios bilingües por su parte, a pesar de las deficiencias que presentan, proporcionan información que no se encuentra en otros diccionarios. A ellos recurrimos en primer lugar, aunque luego hemos contrastado todas y cada una de las propuestas con los diccionarios monolingües y otros especializados. Esto es así porque no dan siempre el equivalente preciso sino uno aproximado, sobre todo con términos históricos; y hay bastantes entre los galicismos. En estos casos, nos hemos servido de la lexicografía bilingüe o especializada de los siglos XVIII y XIX (Bruña, 2004: 35-44); gracias, sobre todo, a los recursos electrónicos y a la digitalización que está llevando a cabo Google. Eso nos ha permitido, por ejemplo, encontrar la acepción primera de bastantes vocablos franceses, común a sus equivalentes españoles y que no aparecía en los diccionarios contemporáneos ni monolingües, ni bilingües.

Este cotejo pormenorizado es el que ha permitido la clasificación final de los galicismos seleccionados, según la relación de identidad o de disparidad que se establecía con sus «pares» franceses. Debemos reconocer aquí que algún estudioso elimina precisamente de los «falsos amigos» aquellos que no comparten ningún significado (Wandruzska, 1971) y, al contrario, alguno reserva el término de «falsos amigos» sólo para los totales (Haensch, 1982: 522-523). Sin embargo, la mayoría opta por considerar unos y otros, y esta es la opinión que seguimos.

Una vez comprobadas las coincidencias y las diferencias entre unas y otras acepciones, llevamos a cabo la clasificación final de los galicismos seleccionados en «falsos amigos totales» o «falsos amigos parciales». Estos últimos se subdividieron en tres categorías en función de la dirección en que operaba la «interferencia». Obtuvimos así cuatro grandes bloques. Cada uno de estos, que materializan la clasificación externa del corpus, ha sido identificado con un símbolo y un color diferente, buscando una función mnemotécnica que ayude a encuadrar los pares en la categoría correspondiente.

• E ≠ F / F ≠ E2 ((En estos símbolos, las letras «E» y «F» designan, respectivamente, a las lenguas «Española» y «Francesa». Y los símbolos «=»y «≠» indican, obviamente, la equivalencia o la diferencia.)) (color naranja). Falsos Amigos Totales: los que no comparten ninguna acepción. Representan el 36,9 % del conjunto de los falsos amigos identificados como tales entre los galicismos.

• E = F / F ≠ E (color verde). Falsos Amigos Parciales, que lo son al trasladarlos del francés al español, pero no al revés, porque el francés tiene más acepciones que el español desconoce. Alcanzan, curiosamente, el mismo porcentaje: el 36,9 %.

• E ≠ F / F = E (color morado). Falsos Amigos Parciales, que lo son al trasladarlos del español al francés, pero no al revés, porque el español ha desarrollado otros usos. Son muy escasos: apenas un 4,8%.

• E ≠ F / F ≠ E // E = F / F = E (color azul). Falsos Amigos Parciales que, además de contar con acepciones comunes –como los dos anteriores–, presentan acepciones francesas que el español desconoce y otras españolas no compartidas por el francés. Representan algo más de la quinta parte del total: un 21,4%.

Para que se visualice mejor cómo queda la disposición interna de las distintas acepciones y de sus equivalencias, presentamos la plantilla modelo que se ha utilizado para todos los pares de palabras:

I sección de coincidencias semánticas

II sección de divergencia semántica francés-español

III sección de divergencia semántica español-francés

Galicismo / Término francés

◄ Etimología ((El símbolo ◄ marca la etimología del galicismo. En ella hemos anotado la que se encuentra en el DRAE, salvo cuando este no la proporciona y, entonces, hemos recurrido a otros diccionarios.))

1. acepciones españolas 2.
3.

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1. acepciones francesas 2.
3.

1. acepciones francesas 2.
3.

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1. equivalencias españolas 2.
3.

1. acepciones españolas 2.
3.

1. equivalencias francesas 2.
3.

◙ Explicaciones históricas

De este modo, la propuesta lexicográfica queda configurada como una especie de diccionario de pares de palabras, de galicismos y «falsos amigos». Obviamente, en el caso que nos ocupa, el de los «falsos amigos totales», no aparece la sección primera: la de coincidencias semánticas. He aquí algunos ejemplos de estos últimos:

Chándal / Chandail

◄ Del francés chandail, jersey de los vendedores de verdura.

II

1. n. m. Gros tricot de laine qui s'enfile par la tête. Jersey.

III

1. m. Traje deportivo que consta de un pantalón y de una chaqueta que cubre el torso. Survêtement.
   
   

Chandail es aféresis de marchand d’ail (literalmente, ‘vendedor de ajos’), por la vestimenta habitual –similar al actual jersey– de estos vendedores del antiguo mercado central de París, Les Halles. La evolución de la indumentaria deportiva ha llevado al francés a sustituir el término por survêtement, mientras que el español lo conserva, aunque la prenda haya cambiado.

Chaqueta / Jaquette

 

◄ De jaqueta (Del francés jaquette).

II III

1. n. f. Vêtement masculin de cérémonie à pans ouverts descendant jusqu'aux genoux. 2. Loc. arg. Être de la jaquette (flottante) : être homosexuel.

3. n. f. (1951) Couverture amovible en papier protégeant la couverture d'un livre relié ou broché.

Chaqué.

Fam. Ser de la acera de enfrente. Sobrecubierta.

1. f. Prenda exterior de vestir, con mangas y sin faldones, que se ajusta al cuerpo y pasa poco de la cintura.

 

Veste.

◙ La evolución semántica de esta palabra en francés, desde la ‘chaqueta larga’ de los campesinos (llamados popularmente jacques) al distinguido ‘chaqué’, es muy curiosa. En español, con los cambios de la moda del siglo XX, pasó a ‘americana’. Ese cambio ha llevado al español a introducirla nuevamente, en este caso con la forma chaqué.

◄ Del lat. culcita. II

Colcha / Couche

1. n. f. Garniture de tissu ou garniture jetable dont on enveloppe les fesses des bébés tant qu'ils ne sont pas propres.
Au plur. [être en] couches : accoucher.

2. Substance plus ou moins épaisse étalée sur une surface. Loc. fam. Avoir, en tenir une couche.
3. (1529) Hortic. Carré de fumier mêlé à de la terre pour favoriser la croissance de certaines plantes.

4. Fig. Ensemble de personnes ayant des caractères communs. Les couches sociales.

 

Pañal.
Loc. (Estar de) parto.

Capa.
Loc. Traérselas.

Abono natural. Clase (social).

III

1. f. Cobertura de cama que sirve de adorno y abrigo.

Couverture.

◙ En contra del DRAE, el DCECH reconoce el origen francés de colcha, a partir de la forma antigua colche, que designó primero un colchón para echarse o sentarse en el suelo, lo que explica el francés coucher ‘acostarse’.

Dosel / Dossier

◄ Del francés dossier, o del catalán dosser. II

1. Partie d'un siège sur laquelle on appuie le dos.
2. (1586; de dos [d'un livre]) Ensemble des pièces relatives à une affaire et placées dans une chemise.

3. Inform. Élément d'une mémoire de stockage permettant d'organiser et de hiérarchiser des ensembles de fichiers.

 

Respaldo. Dossier. Carpeta.

III

1. m. Mueble que a cierta altura cubre o

 

 

resguarda un altar, sitial, lecho, etc., adelantándose en pabellón horizontal y cayendo por detrás a modo de colgadura. 2. m. Antepuerta o tapiz.

Dais. Baldaquin. Ciel de lit.

Portière (tenture).

El DCECH, como el DRAE, sólo lo acepta como posibilidad: «puede venir del francés dossier, como suele admitirse»; aunque añade: «pero en vista de la falta de diptongo es más probable que provenga del catalán dosser». Es discutible si se tiene en cuenta el número considerable de galicismos en –el; algunos provenientes de – ier, como broquel-bouclier, corcel-coursier, cuartel-quartier, lebrel-lévrier, pichel- pichier o vergel-vergier (Cortés, 1986: 9-22).

Mesón / Maison

◄ Del lat. mansio, -onis, con infl. del francés maison. II

1. Bâtiment d'habitation. Spécialt Bâtiment construit pour loger une seule famille.
2. Habitation, logement (qu'il s'agisse ou non d'un bâtiment entier).

3. Établissement de détention. Maison de correction, de redressement. Maison d'arrêt : prison qui reçoit les personnes mises en examen, les prévenus et accusés en détention provisoire et les condamnés à une peine ne dépassant pas un an.

4. Établissement public ou privé à un ou plusieurs bâtiments où l'on reçoit des usagers, qu'on les loge ou non. — Maison de santé — Maison de retraite, où l'on reçoit les retraités.

5. Descendance, lignée des familles nobles. Maison d'Autriche, de Lorraine.
6. Qui a été fait à la maison, sur place.

 

Casa. Hogar.

Reformatorio. Cárcel.

Centro.

Hospital.
Residencia (de ancianos). Linaje. Casa. Familia.

Casero/a.

III

1. m. Hospedaje público donde por dinero se da albergue a viajeros, caballerías y carruajes.
2. m. Modernamente, establecimiento típico, donde se sirven comidas y bebidas.

Auberge. Bistrot.

◙ Aunque Américo Castro (1924: 104-105) lo da como galicismo seguro, para DCECH «es dudoso si es descendiente indígena de la voz latina, o solamente tomado del francés maison ‘casa’ como voz traída por los monjes de Cluny y otros, y por los pobladores franceses». Al mismo tiempo, reconoce como indiscutible que en gran parte es de introducción galorrománica, aunque cuestiona que lo sea en la acepción ‘venta’, ‘posada rural’, que es la que plantea problemas entre el francés y el español.

 

Polisón / Polisson

◄ Del francés polisson, vagabundo, y este del lat. politio, -onis. II

III

1. n. et adj. (vieilli) Enfant mal élevé qui traîne dans les rues.
2. (Mod.) Enfant espiègle, désobéissant. Un peu grivois, licencieux.

Pícaro.

Pillo/a. Verde.

1. m. Armazón que, atada a la cintura, se ponían las mujeres para que abultasen los vestidos por detrás.

 

Pouf.

◙ El DCECH lo recoge lógicamente y lo data del 2° o 3er. cuarto del siglo XIX, pero la explicación que da: «seguramente en el sentido de ‘vestido inmodesto, travieso, liviano’» no es convincente. Como viene de polisson, que pasó a ser ‘pasajero clandestino’ (de donde el español tomó anteriormente polizón), polisón debió seguir esta acepción, pues este adorno femenino parecía esconder algo o alguien detrás. El francés tuvo que conocer este sentido, aunque lo sustituyera luego por pouf.

Rendibú / Rendez-vous

◄ Del francés rendez-vous. II

III

1. Rencontre convenue entre deux ou plusieurs personnes.
2. Lieu fixé pour une rencontre. Par ext. Lieu où certaines personnes se rencontrent habituellement.


 

Cita.
Lugar de la cita.

1. m. Acatamiento, agasajo, que se hace a una persona, por lo general con la intención de adularla.


 

Politesse. Prévenances.

◙ Viejo gal. tomado de la pronunciación, no de la escritura, y ligeramente modificado por la atracción de rendir (pleitesía, p. ej.). Aparece sobre todo en la expresión ‘hacer el rendibú’.

La labor ha resultado más complicada de lo previsto, pero también muy enriquecedora. Gracias al trabajo minucioso de búsqueda para cada acepción del término equivalente en la otra lengua, hemos podido corregir – mediante el manejo de la lexicografía, bilingüe o especializada, de otras épocas – ciertas imprecisiones de los diccionarios bilingües. Por ejemplo: una de las acepciones del vocablo francés pâté: «pièce de charcuterie, faite d'un hachis de viandes épicées, de poisson, etc., enveloppé dans une croûte», corresponde al español fajardo «masa de hojaldre relleno de carne picada”, término que no propone ninguno de los diccionarios bilingües que hemos manejado. Igual ocurre con cuartago, al que corresponde en francés bidet en la acepción primera de “petit cheval de selle».

La idea inicial de restringir el campo de los «falsos amigos», tomando en consideración solamente los que tienen un origen francés contrastado, podía parecer chocante en un primer momento. Si vienen del francés, lo normal – se podía argumentar – es que no sean «falsos amigos», pero enseguida nos dimos cuenta de que la premisa era equivocada. Muchos de los galicismos, que entraron desde muy pronto en el español, tomaron en este una acepción concreta y, a menudo, especializada, del vocablo original. Se produce, pues, una situación de «falsos amigos parciales» respecto del resto de acepciones francesas, porque el espectro de éstas es más amplio. Son «falsos amigos» al traducirlos del francés al español, pero no del español al francés.

Éste es el caso de gran número de galicismos pero no de todos. Una pequeña cantidad de ellos han desarrollado además acepciones propias, ajenas al francés, por lo que son «falsos amigos» al verterlos del español al francés, y no al contrario. Además, nos hemos encontrado con un gran caudal de parejas que presentan todas las combinaciones posibles: tienen alguna acepción en común; otras, son exclusivas del francés; y el español posee, a su vez, acepciones que el francés desconoce.

Más sorprendente aún ha sido – y por eso ha merecido tratamiento aparte – detectar un porcentaje tan elevado de pares de palabras en las que el vocablo francés ha perdido la acepción que «prestó» al español, o bien ha sido el español el que la ha modificado; o ambas cosas a la vez: el caso es que son en la actualidad «falsos amigos totales»; no comparten ningún significado común.

Así, encontramos falsos amigos totales porque el francés ha perdido esa acepción: fagot > fagot, jambe > jamba, mutin > motín.

Falsos amigos totales porque el español ha tomado un significado más especializado: couplet > cuplé, début > debut, visage > visaje; o ha pasado por extensión a otros usos: traite > treta, chicot > chicote, grange > granja, viande > vianda.

Falsos amigos totales por las razones primera y segunda a un tiempo, como ocurre con mot > mote por pérdida del francés ‘devise’ y ganancia del español como ‘sobriquet’).

Falsos amigos totales porque, viniendo de un sintagma francés, se ha tomado solo, por elipsis, el complemento del nombre: (robe de) chambre > chambra; (eau de) noyau > noyó, (soulier à) pont-levis > ponleví. Este grupo parece haber quedado restringido a palabras desusadas o históricas.

Falsos amigos totales porque vienen de un adjetivo, bien porque fuera sustantivado en francés y perdiera esa acepción, bien porque el español solo se ha quedado con el adjetivo y lo ha sustantivado: ambigu > ambigú, besogneux > bisoñé, perlé > perlé.

Excepcionalmente, se ha conservado el sustantivo en lugar del adjetivo. Así ocurre con el sintagma francés tissu lamé: el español ha conservado el primero con el significado especializado del conjunto; curiosamente, el francés ha optado por el adjetivo lamé, que el español también ha tomado tal cual y coexiste con tisú.

Este cotejo tiene un valor añadido para el conocimiento de los galicismos, pues sirve para comprender mejor su vinculación con el término de origen, no siempre suficientemente clara; y, al mismo tiempo, su evolución. Es decir, esta metodología se revela especialmente útil, incluso diríamos recomendable para la historia de los extranjerismos, aunque no fuera el objetivo primero de nuestro trabajo. Solo siguiendo su trayectoria paralela se pueden entender muchos de los caminos que han tomado estos préstamos.

Creemos, modestamente que propuestas como la desarrollada aquí pueden ser de gran utilidad para la elaboración de futuros diccionarios bilingües, pues los actuales se conforman, en el mejor de los casos, con una advertencia sobre la peligrosidad del «falso amigo», cuando su tratamiento merece, sin lugar a dudas, una mayor atención.

Notas

 

Bibliografía

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María Ester Gonzalo Velasco, "Galicismos y falsos amigos totales entre el francés y el español", La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), août 2012. Consulté le 24/04/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/langue/traduction/galicismos-y-falsos-amigos-totales-entre-el-frances-y-el-espanol