Vous êtes ici : Accueil / Arts / Arts visuels / Peinture / Frida Kahlo: una biografía pictórica

Frida Kahlo: una biografía pictórica

Par Olivia Sébart : Master 2 Traduction littéraire et édition critique - Université Lumière Lyon 2
Publié par Elodie Pietriga le 28/04/2016

Activer le mode zen PDF

Presentación de la vida de Frida Kahlo y de sus obras más emblemáticas.

Introducción

Frida Kahlo es, sin duda, una de las personalidades mexicanas más conocidas y apreciadas internacionalmente. No solo su obra sino también el mito que la rodeó, su vida trágica y su matrimonio escandaloso con el famoso muralista Diego Rivera, despertó la admiración de la gente traspasando las fronteras. Si hablamos de mito es porque Frida Kahlo contribuyó a novelar su vida, a través de su obra y también de sus testimonios, como veremos a continuación.

La característica principal de su obra resulta en la tendencia a hacer el relato pictórico de su vida. Efectivamente, analizando la evolución de su obra nos enfrentamos a una ilustración de sus sentimientos a cada etapa del camino.

Infancia y juventud: la gestación de la artista

La infancia de Frida Kahlo: claves y herramientas para su futura profesión

Frida Kahlo nace el 6 de julio de 1907, en su casa de Coyoacán, en la Ciudad de México. Hoy en día, esa casa se ha convertido en un museo dedicado a la pintora. Cuando uno entra, puede leer sobre una pared «Aquí nació Frida Kahlo el día 7 de julio de 1910». Este detalle que podría aparecer como un error de fechas, es en realidad la primera huella del mito. Efectivamente, se cuenta que a Frida Kahlo, por cierta identificación ideológica, le gustaba decir que había nacido el mismo año que el principio de la Revolución Mexicana.

Nace del matrimonio de Guillermo Kahlo y de Matilde Calderón y González. Su padre, ateo alemán, era un fotógrafo reconocido. El gobierno de Porfirio Díaz lo había contratado para fotografiar monumentos históricos y sitios arqueológicos en toda la república por lo cual su familia podía vivir con comodidad. Su madre, al contrario muy religiosa, se dedicó a transmitir los principios católicos a sus hijas. Al crecer, Frida Kahlo se refugia en el estudio de su padre para escapar a las divergencias crecientes con su madre. Se aproxima, entonces, a los pinceles, ayudando a su padre a colorear fotografías. Esa primera experiencia será importante en la obra de la artista como lo manifiestan el gusto por la precisión técnica y la profusión de detalles en sus cuadros.

Sin embargo, Frida Kahlo no tenía intención de dedicarse a la fotografía y aún menos a la pintura. En 1922 ingresa la Escuela Preparatoria Nacional con el objetivo de estudiar medicina. De allí nace su fascinación por Diego Rivera, que en la misma época se encargaba de pintar un mural sobre la Revolución Mexicana en el auditorio de la escuela.

No obstante, con la derrota de Porfirio Díaz y la revolución la familia perdió mucho de sus ingresos, por lo cual Frida tuvo que dejar la escuela y buscar trabajo. En ese periodo experimentó muchos oficios entre los cuales se destaca su trabajo de aprendiz con el grabador Fernando Fernández ya que descubre allí su talento por el dibujo.

Su accidente y sus principios como pintora

Sus proyectos de volver a los estudios se ven definitivamente aniquilados cuando el 17 de septiembre de 1925 es víctima de un grave accidente de camión que la deja herida de por vida: la barra del pasamano le atravesó el abdomen, su columna vertebral se rompió en tres lugares y tuvo fracturas en su clavícula, la pelvis, cuatro costillas y su pierna derecha. Este accidente es un momento clave para Frida y condicionará su salud futura. A lo largo de su vida, tendrá veintiocho corsés, sufrirá treinta y dos cirugías y sobretodo será incapaz de procrear.

La vida de Frida Kahlo toma entonces un giro. Durante los largos meses de hospitalización y luego de recuperación en casa, la joven Frida no puede salir de la cama. Su padre le regala, entonces, un caballete adaptado para que pueda pasar el tiempo: Frida empieza a pintar.

Sus primeras pinturas fueron autorretratos, que siguieron tomando un peso importante a lo largo de su obra. Frida Kahlo pinta para desahogarse del dolor, exteriorizar sus penas, de allí el carácter pugnante de muchas de sus pinturas. El Autorretrato con traje de terciopelo, de 1926, fue su primer retrato y anuncia ya la fuerza de su pintura. Pintó ese cuadro para recuperar el amor de su novio de la época, Alejandro Gómez Arias, quien había cortado la relación. Frida aparece representada de frente, con el rostro ligeramente de lado, serio. Su mirada llama particularmente la atención, es derecho, como dirigiéndose directamente al espectador (la intención siendo seguramente de interpelar a Alejandro Gómez Arias). Es interesante notar que si bien es difícil descifrar los sentimientos escondidos en la mirada del personaje –fuerte y frágil al mismo tiempo-, el fondo aparece como la expresión misma de la desesperación sentimental: una tormenta marítima oscura.

Su matrimonio con Diego Rivera: el dolor pintado

El encuentro y matrimonio de dos artistas

A fines de 1927, el estado físico de Frida Kahlo le permitió regresar a una vida activa. Volvió a juntarse con sus compañeros de la preparatoria y empezó a comprometerse políticamente. Fue así que asistió a algunas reuniones del Partido Comunista Mexicano y conoció a Diego Rivera, aunque a ella le gustaba contar que lo había ido a buscar en la Secretaria de Educación Pública donde pintaba un mural y que lo había hecho bajar del andamio para mostrarle sus pinturas con el fin de obtener su opinión profesional. A los pocos días empezaron a verse con regularidad y algunos meses más tarde se hicieron novios, él tenía cuarenta y dos años y ella veintidós. En agosto de 1929 la pareja se casó.

En el primer periodo de su relación notamos una clara influencia de Rivera en la obra de la joven pintora, ella lo considera «el mejor pintor del mundo» y su mentor. Dice: «Empecé a pintar cosas que le gustaron. Desde entonces me admira y me quiere». Esa influencia se destaca particularmente en los cuadros Niña y Retrato de una niña en los cuales Frida Kahlo abandonó la tradición europea que había adoptado con sus primeros cuadros y dio un toque «mexicano» a su obra, con una visible asimilación a lo precolombino, a la par de los frescos de su pareja. Esos cuadros toman como objeto de estudio una niña indígena. Los colores vivos utilizados son característicos del arte popular mexicano y representan la vida cotidiana en el país. Es de notar que este periodo de gran influencia fue pasajero y muy pronto Frida Kahlo volvió a su mundo pictórico propio, aprendiendo sin embargo de las técnicas plásticas de su esposo.

Su estancia en Estados Unidos

Mientras en México el entusiasmo por el renacimiento mexicano del mural estaba decreciendo, en Estados Unidos los grandes mecenas capitalistas empezaron a interesarse a esa forma de expresión y particularmente a la obra de Diego Rivera, sin parecer notar el carácter marxista de su obra. En noviembre del año 1930 los Riveras se trasladaron a Estados Unidos donde Diego tenía comandas que realizar. Durante la primera parte de su estancia en el país del norte, Frida Kahlo adopta el papel de esposa de artista, acompaña a su esposo a fiestas y en los círculos de la alta sociedad estadounidense, se encarga de la casa. Este papel se puede sentir en su obra: realizó principalmente durante ese periodo retratos de personas que frecuentaban. Es de notar que todavía Frida Kahlo no se considera artista, pinta más bien para divertirse y pasar el tiempo. En la misma época realizó también el famoso Frida y Diego Rivera, un retrato doble representándose con Diego el día de su boda. En este cuadro Diego aparece como un gran artista, por su tamaño enorme, el pincel y paleta que sostiene en la mano derecha, mientras que ella se representa pequeña, en vestido tradicional mexicano, con una mirada que sugiere orgullo y sumisión aparente, mezclado con una delicada dominación del recién esposo que tiene de la mano.

Esta felicidad aparente de la esposa Rivera toma fin con su segundo aborto natural, en 1932, mientras se encuentran en Detroit para el trabajo de Diego. Este episodio traumático toma un espacio importante en la obra de la pintora cuando vuelve a expresar su dolor a través de los pinceles en una serie de cuadros impactantes que convertirán a Frida Kahlo en una de las pintoras más originales de su tiempo. Destacamos en particular su lienzo Henry Ford Hospital y la litografía Frida y el aborto. En las dos obras Frida Kahlo representa su cuerpo sangrando y llorando, desnudo, de forma muy cruda, como culpando la anatomía femenina. Lo pugnante de sus obras reside en parte en el realismo con el que representó el feto abortado (Frida había pedido a su doctor un libro de medicina para poder figurarse lo que había salido de su cuerpo). Esas obras son pues la dura representación del fracaso maternal que seguirá obsesionando a Frida durante gran parte de su vida.

Pronto, Frida se aburre de «Gringolandia», mientras Diego Rivera, considerado por todos como una leyenda, se ve invitado a numerosas fiestas y se hace compañero de personalidades importantes de la época. La joven mexicana tacha de hipócrita la actitud de su esposo comunista, no se integra a los círculos que Diego frecuenta y extraña México. Frida Kahlo pinta entonces la soledad en el país del tío Sam en varios cuadros, como Autorretrato en la frontera México y Estados Unidos o Mi vestido cuelga allí.

El regreso a México

A finales del año 1933 los Riveras se regresan finalmente a México, sin gran entusiasmo de Diego que terminó su estancia en Estados Unidos con el escándalo del centro Rockefeller: un mural suyo fue destruido por ser considerado la apología del comunismo. Si bien la artista se alegra del regreso a la tierra natal, Diego extraña su fama estadounidense y se aburre en este lugar tan familiar. Llega entonces el momento más terrible de la vida personal de la pareja: Frida sorprende a su esposo engañándola con su hermana menor, Cristina Kahlo.

Tras este drama personal, la artista entra en un periodo de depresión, y como si su dolor fuera demasiado grande para ser expresado directamente, se dedica a ilustrar el de los otros y pinta el famoso cuadro Unos cuantos piquetitos. Se trata de una escena inspirada de un suceso encontrado en la prensa: un hombre borracho que apuñaló a su novia veinte veces en el vientre y que hubiera declarado ante la ley «Pero sólo le di unos cuantos piquetitos». El cuadro representa esa escena de forma muy clara: en el centro la mujer se encuentra desnuda sobre una cama, inerte y retorcida por el dolor, manchada de sangre y con numerosas heridas. Su novio se encuentra atrás de ella, firme, con el puñal en la mano, la camisa manchada de sangre y una expresión complaciente. Encima de ellos, dos palomas sostienen una banderola con el título de la obra «unos cuantos piquetitos». Este cuadro resulta particularmente sangriento, hasta el marco está manchado de rojo. Con este lienzo, Frida Kahlo empieza a representar con heridas físicas un mal síquico.

Independencia, viajes y reconocimiento de Frida como artista

La progresiva independencia de la artista

Frida Kahlo se muda a un pequeño departamento en el centro de la ciudad y toma cierta independencia respecto a Diego Rivera. Empieza a tener aventuras amorosas y termina por aceptar la relación de libertad mutua con su esposo. En 1936, Diego Rivera le pide al presidente Cárdenas aceptar a León Trotski como refugiado político y algunos meses después ése se instala con su esposa en la casa azul de Frida en Coyoacán. Durante su exilio en México el revolucionario ruso tendrá una breve aventura con su huésped mexicana. Como lo podemos imaginar, esta relación contribuyó a crear el mito alrededor de Frida. Se cuenta que el revolucionario solía prestar libros a la artista entre los cuales dejaba mensajes. Sin embargo este amorío no duró mucho tiempo, efectivamente cuando su esposa, Natalia Sedova, se entera de la historia, León Trotski decide poner término al romance y la pareja se muda a otra casa de la ciudad. Si bien Diego Rivera nunca le fue fiel a Frida, sufrió también mucho de la relación extraconyugal que tuvo con su ídolo político. Y tras el asesinato de Trotski en 1940, llegará a ser sospechado de complot contra el revolucionario ruso en parte por los rumores que corrían sobre el triángulo amoroso.

Entre 1937 y 1938, Frida Kahlo se vuelve a dedicar plenamente a la pintura, notamos efectivamente una profusión en su obra. Su imposibilidad de ser madre vuelve a imponerse como tema recurrente en su producción artística así como la temática indigenista y mexicanista. Un lienzo representativo de esa época podría ser Mi nana y yo, en el cual Frida se representa con cuerpo de niña –aunque con cara de adulta- mamando el pecho de una mujer indígena y agarrada por los brazos morenos de ésa. La representación de la naturaleza en el fondo junto con la lluvia y la maternidad en el primer plano ilustran el ciclo de la vida bajo el espectro de la cosmovisión precolombina. Frida dijo alguna vez considerar este cuadro como el mejor que haya hecho.

Esa dedicación a la pintura le vale a Frida Kahlo llamar la atención de intelectuales en el extranjero, así en 1938 acepta una invitación para una primera exposición de su obra en Nueva York. Algunos meses después, el surrealista André Breton le ofrece igualmente organizar una exposición en París. Gracias al renombre creciente de su obra, Frida Kahlo logra vender sus lienzos y ganar independencia económica respecto al gran muralista.

Cuando Frida Kahlo regresa a México, en 1939, Diego y ella deciden divorciar. Frida entra entonces en otra época de depresión y como siempre su obra ilustra el estado moral de la pintora mexicana. Con su doble retrato Las dos Fridas, observamos, a la derecha del lienzo, el lado de su personalidad que siempre le gustó a Diego: la Frida arraigada a «lo mexicano», con ropa tehuana simple; y a la izquierda se representa con vestido victoriano blanco, remitiendo a su educación tradicional católica. Los corazones de los dos personajes resaltan y se juntan a través de una vena que termina en la mano de la artista cortada por unas tijeras, dejando una mancha sobre el vestido inmaculado, como símbolo del dolor causado por el amor. La doble representación de la obra remite a la dualidad de la artista y aparece como fuente de sufrimiento y quizás la razón misma del fracaso de su matrimonio.

Pero la separación con Diego Rivera no duró mucho tiempo: en 1940 los dos artistas se vuelven a casar.

Del reconocimiento de su valor artístico al deterioro de su salud

En la década de los años cuarenta, la carrera de Frida Kahlo adquirió impulso, seguramente debido a su éxito en el extranjero. Asimismo su trabajo evoluciona, pinta cuadros más grandes, deja de lado los temas sangrientos para dirigirse a un público más amplio. Termina finalmente por asumir el papel de artista y ya no considerarse solo como esposa del gran muralista. Logra entonces vender más obras, dirigir o participar a conferencias, contribuye a exposiciones. En 1942, es seleccionada para ser un miembro fundador del Seminario de Cultura Mexicana y toma un puesto de profesora en la Esmeralda (Escuela de Pintura y Escultura de la Secretaria de Educación Pública). Esa última experiencia fue para Frida a la vez una muestra del reconocimiento creciente que adquiría en México y el único verdadero trabajo en el cual se sintió a gusto. Muy pronto se formó un grupo de alumnos alrededor de ella que se designaba bajo el nombre de «los fridos». Según los testimonios de los alumnos de la escuela, Frida Kahlo era una profesora simple, muy atenta y «nada pretenciosa».

Sin embargo, en 1944 se deteriora su salud y deja de ir a la escuela. El dolor físico se hace cada vez más presente en su obra, y se representa muchas veces como martirio.

Por el dolor que le causa levantarse a pintar, Frida Kahlo empieza un diario en el cual pinta y escribe todo lo que siente. Este documento de mucho valor se encuentra hoy en día en el museo Frida Kahlo (la casa azul de Coyoacán). Este cuaderno encierra los sentimientos y pensamientos de la artista durante los últimos años de su vida, de su dolor físico a sentimental, pasando por su amor por la vida y su humor negro.

En 1953, viendo que el estado físico de Frida se empeora, su amiga Lola Álvarez Bravo organiza en México la primera exposición dedicada exclusivamente a su obra. La leyenda dice que el día de la inauguración Frida llegó sobre una camilla de hospital y fue instalada en medio de la sala de exposición sobre su cama que había hecho desplazar para la ocasión.

En julio del 1954 muere Frida Kahlo de embolia pulmonar tras haber escrito en su diario « ¡Espero alegre la salida y espero no volver jamás! ». Dos años después, Diego Rivera regala la casa azul de Coyoacán al estado para transformarla en museo dedicado a la artista.

Conclusión

La mayoría de la obra de Frida Kahlo se encuentra hoy en día repartida entre la casa azul, el estudio de San Ángel (la casa de Diego Rivera, convertida también en museo), la exposición permanente del Palacio de Bellas Artes y algunas colecciones privadas, aunque se sabe que desaparecieron algunos lienzos a lo largo de los años.

Si bien al final de su vida, la artista mexicana logró ser reconocida por su obra internacionalmente y en México, su fama incrementó con los años hasta convertirse en la figura femenina del arte en México. La película de Julie Taymor estrenada en el 2003 (con actores de renombre internacional como Salma Hayek y Antonio Banderas) es la prueba misma del interés que provoca tanto la vida como la obra de Frida Kahlo. Es de notar, sin embargo, que este entusiasmo no fue siempre compartido en México, ya que su actitud de mujer liberada y a veces provocadora le fue reprochado durante mucho tiempo, hasta hoy en día. La personalidad un tanto particular de la artista, considerada en ciertas ocasiones hasta grosera, complementa entonces el mito que se desarrolló alrededor de ella.

Bibliografía

HERRERA, Hayden. 1984. Frida: Una biografía de Frida Kahlo. México: Editorial Diana.

GUYOT, Joëlle. 1988. «Mythes identitaires et histoire dans l'œuvre de Frida Kahlo», in América: Cahiers du CRICCAL, n°3, pp. 81-99. En línea: http://www.persee.fr/doc/ameri_0982-9237_1988_num_3_1_928, consultado el 04 de abril del 2016.

AMIGET, Teresa. 2014. «La torturada vida de Frida Kahlo» in La Vanguardia. En línea: http://www.lavanguardia.com/hemeroteca/20140713/54410830264/frida-kahlo-pintora-pintura-mexico-mujeres-muerte-siglo-xx.html, consultado el 04 de abril del 2016.

LE CLEZIO, Jean-Marie Gustave. 1993. Diego et Frida. París: Gallimard.

Sitio internet del Museo Frida Kahlo: http://museofridakahlo.org.mx/, consultado el 05 de abril del 2016.

Iconografía

KAHLO Frida, Autorretrato con traje de terciopelo, 1926, óleo sobre lienzo, 79,7 x 60 cm, colección particular.

KAHLO Frida, Retrato de una niña, 1929, óleo sobre lienzo, 118,1 x 80 cm, Museo Frida Kahlo, Coyoacán, México.

KAHLO Frida, Frida y Diego Rivera, 1931, óleo sobre lienzo, 100 x 79 cm, San Francisco Museum of Modern Art, San Francisco.

KAHLO Frida, Henry Ford hospital, 1932, óleo sobre metal, 30,5 x 38 cm, Colección de Dolores Olmedo Patiño, Ciudad de México.

KAHLO Frida, Frida y el aborto, 1932, Litografía sobre papel, 32 x 23,5 cm, Colección de Dolores Olmedo Patiño, Ciudad de México.

KAHLO Frida, Unos cuantos piquetitos, 1935, óleo sobre metal, 38x 48,5 cm, Colección Dolores Olmedo, Ciudad de México.

KAHLO Frida, Mi nana y yo, 1937, óleo sobre lámina metálica, 30,5 x 34,7 cm, Colección de Dolores Olmedo Patiño, Ciudad de México.

KAHLO Frida, Las dos Fridas, 1939, óleo sobre lienzo, 173 x 173 cm, Museo de Arte Moderno, Ciudad de México.

Filmoteca

Documentaire sur la vraie Frida Kahlo, Julie Taymor, 2003

Frida, Julie Taymor, 2003

 

Pour citer cette ressource :

Olivia Sébart, Frida Kahlo: una biografía pictórica, La Clé des Langues [en ligne], Lyon, ENS de LYON/DGESCO (ISSN 2107-7029), avril 2016. Consulté le 17/11/2024. URL: https://cle.ens-lyon.fr/espagnol/arts/arts-visuels/les-classiques-de-la-peinture-hispanique/frida-kahlo-una-biografia-pictorica